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El regalo prometido (1996)



THE LAST ACTION HERO

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Hay que volver al pasado y pensar en qué momento de su carrera estaba Arnold Schwarzenegger cuando protagonizó esta discreta comedia familiar y navideña, tal vez el puntapié inicial de la debacle de una filmografía que hasta entonces lo había encontrado siempre en la cima. Si bien siempre fue considerado un héroe de acción, el actor de Terminator se había probado en la comedia con éxito de la mano del gran Ivan Reitman en Gemelos, Un detective en el kinder y Junior. Por lo tanto, se sentía seguro en el género. Incluso, había cruzado la comedia con la acción desaforada en la perfecta Mentiras verdaderas de su otro director fetiche, James Cameron. El regalo prometido, por tanto, era probarse en el terreno de la comedia para toda la familia, bajo el mando de un director que había tenido bastante éxito en ese registro y en esa década con Adorable criatura 2, Beethoven y Los Picapiedras. Hay que decirlo, al lado de esa trifecta, El regalo prometido es Citizen Kane.

En la película, Arnold era un padre demasiado comprometido con su trabajo que ve cómo -por ese motivo- se va generando una distancia con su hijo. Se ve que en los 90’s era un trauma de muchos directores de películas familiares, empezando por Steven Spielberg en Hook, siguiendo por este Arnold impresentable y llegando hasta el Jim Carrey de Mentiroso mentiroso. Tal vez la clausura al subgénero papá-trabaja-mucho-y-llega-tarde-a-la-muestra-de-karate-del-hijo la pone Hombre de familia, aquella de Brett Ratner con Nicholas Cage que desde el 2000 aleccionaba a todos los padres demasiado dedicados a su trabajo. Pero volviendo a El regalo prometido, ese padre olvidadizo y despreocupado encuentra un atajo para recuperar el afecto del pibe con la compra de un muñeco para poner en el Arbolito, el superhéroe Turbo Man, merchandasing de una serie y elemento que servirá de parodia al consumismo y materialismo, y también de homenaje a los Power Rangers.

Digamos que a Arnold lo rodean bastante bien: Phil Hartman, Rita Wilson, James Belushi y (en su medida) Sinbad tienen el talento suficiente como para aportar algunos pasajes divertidos, especialmente Hartman que construía un personaje absolutamente lascivo en su amabilidad forzada y resultaba un poco incómodo para los objetivos de la comedia. Pero, así como la película es de fallida e irrelevante, aunque con alguna idea cómica muy efectiva como esa red de papá noeles que estafaban a padres presurosos, hay algo que la distingue y que hace que la presencia de Arnold se justifique. O que al menos el actor demuestre que su interés en la película estaba también sembrado en una idea que trabaja el guion con inteligencia: que es la construcción progresiva del protagonista en un superhéroe. Es como si Arnold comprendiera que su personaje de hombre común tiene sus limitaciones y sólo supiera expresarse por medio de la masa muscular y la hipérbole de la fantasía de acción. Lo que era en un comienzo una crítica al consumismo termina convirtiendo a su protagonista en un objeto de consumo, en el muñeco de la película. Y en la felicidad orgásmica del materialismo, el hijo se olvida de todas las faltas del padre, la esposa lo sigue bancando a pesar de la ausencia y el espectador perdona la escalada de estafas que se mandó.


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