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Leo

Título original: Ídem
Origen: EE.UU. / Australia
Dirección: Robert Marianetti, Robert Smigel, David Wachtenheim
Guión: Robert Smigel, Adam Sandler, Paul Sado
Intérpretes: Adam Sandler, Bill Burr, Cecily Strong, Jason Alexander, Rob Schneider, Allison Strong, Jo Koy, Coulter Ibanez, Gloria Manning, Reese Lores, Benjamin Bottani, Jackie Sandler, Heidi Gardner, Robert Smigel, Nick Swardson, Stephanie Hsu, Nicholas Turturro, Paul Brittain, Chris Kattan
Diseño de producción: Josh Staub
Montaje: J.J. Titone, Patrick J. Voetberg
Música: Geoff Zanelli
Duración: 102 minutos
Año: 2023
Plataforma: Netflix


6 puntos


ANIMACIÓN INFANTIL SANDLERIANA

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

Convengamos que Leo es de esas películas que demuestran cuál puede ser el valor positivo de plataformas como Netflix. Es que, muy probablemente, Adam Sandler solo podría haber concretado este proyecto (un musical animado que lleva su impronta tanto desde lo formal como desde el contenido) solo en su época de mayor popularidad, entre finales de los noventa y principios de este siglo. Y hasta sería dudoso, teniendo en cuenta su horizonte de espectador. Sin embargo, la aceitada sociedad entre el actor, productor y guionista con el servicio de streaming permite que se lleva a cabo un film que se diferencia bastante de buena parte del cine animado actual.

En Leo, Sandler le pone su voz a un lagarto que ha sido durante toda su vida, junto a una tortuga llamada Squirtle (voz de Bill Burr), la mascota del último grado de una escuela primaria. Su monótona existencia se verá alterada por una serie de eventos interrelacionados: primero, se entera de que los lagartos viven 75 años y que él ya tiene 74; segundo, la decisión de una agria maestra suplente (Cecily Strong) de que cada alumno cuide a la mascota durante una semana; y tercero, la revelación accidental de su capacidad (oculta) de poder comunicarse con los humanos. Si al principio su plan consistía en escapar para experimentar la vida en el exterior, Leo terminará decidiendo pasar su último año de vida ayudando a los niños que lo cuidan, transmitiéndoles su conocimiento y experiencia. Sin embargo, ese rol de seudo tutor, maestro y buen samaritano serán enriquecedor y complejo de ejercer al mismo tiempo.

La película dirigida por Robert Marianetti, Robert Smigel y David Wachtenheim, donde Sandler también se desempeña como coproductor y coguionista, funciona como un típico cuento de las fiestas de fin de año, que a la vez se fusiona con elementos habituales del universo sandleriano. En lo que respecta a lo primero, por algo se estrena justo a tiempo para el Día de Acción de Gracias: por más que no esté situado durante las festividades, el relato gira, al fin y al cabo, alrededor de un protagonista que encuentra su verdadera identidad al ponerse al servicio de los demás. En ese sentido, los segmentos musicales refuerzan el componente didáctico. En lo que refiere a lo segundo, hay un humor que balancea lo infantil con lo adulto -en especial desde las referencias escatológicas- un trabajo con los tiempos de la comedia donde conviven el estiramiento de las acciones con la irrupción abrupta de ciertas situaciones y una apuesta hacia lo coral, con aportes de diferentes personajes (siempre con voces de gente de la casa, como Rob Schneider, Jackie Sandler y Nick Swardson) en la construcción narrativa y la comicidad.

Esa comicidad y fusión de capas de sentido no siempre funciona del todo, en particular lo musical, que luce un tanto forzado y hasta innecesario. Además, hay un tramo hacia la mitad del relato donde se entra en una repetición de eventos (cuando se muestra cómo Leo ayuda a los distintos niños) que incurren en cierta mecanicidad. Y hay también una vuelta de tuerca para luego llegar a la resolución del conflicto central que se acerca peligrosamente a la traición del espíritu narrativo que propone la premisa. Pero ojo, porque Leo está lejísimo de Click-perdiendo el control o Golpe bajo-el juego final: no hay manipulaciones para bajar línea, villanos forzados, doble moral o despliegue de miserabilismos. Al contrario: hay personajes nobles, honestidad en lo que se plantea y coherencia en el recorrido del protagonista. Y, por sobre todo, riesgo con algunas decisiones de puesta en escena, que le otorgan a la película una llamativa libertad, incluso cuando no todas las apuestas salen bien. Leo, con todos sus defectos, es un Sandler puro, ese que transmite su mirada sobre el mundo desde la experimentación y el juego, sin temor a equivocarse.


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