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Recapitulación de Only murders in the building: The show must… y The beat goes on

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Nuestros detectives favoritos están de vuelta: Charles (Steve Martin), Oliver (Martin Short) y Mabel (Selena Gomez) regresaron en la tercera temporada de Only murders in the building con dos capítulos que parecen querer demostrar que la fórmula lejos está del agotamiento. The show must… y The beat goes on, ambos dirigidos por John Hoffman, funcionaron como unidad y, también, como puesta a punto de aquello que nos había quedado pendiente en el cierre de la temporada anterior: La muerte de Ben Glenroy (Paul Rudd) sobre el escenario. En verdad Ben no murió, aunque sí lo hará posteriormente, cuando los protagonistas -como tiene que ser- se encuentren en el Arconia, el lujoso edificio que habitan. Algo con lo que ironizó la amarga Uma (Jackie Hoffman) en uno de esos pasos de humor autoconsciente que la serie ensaya y que la vuelven irresistible. Como nunca la serie explotó aquí, a partir de la presencia del espacio teatral, el carácter artificial de la historia, incluso lo inverosímil de la sumatoria de crímenes. Lo cierto es que tenemos una obra, un elenco, un staff, productores y una estrella egocéntrica y desagradable que muere, con todos los anteriores como sospechosos. Aunque todos los números se los lleve Loretta (Meryl Streep), una actriz que ha padecido toda la vida a la sombra del éxito y que aquí parece tener una gran oportunidad, aunque sufre el maltrato de Ben. Y de eso parece tratarse esta temporada, de las oportunidades perdidas y de las que nunca más volverán a llegar, del carácter amargo de aquellos que nunca pueden dar el gran salto: El virtuoso prólogo muestra el camino de Loretta, desde aquella pequeña que descubre el teatro, hasta la joven y luego mujer madura que intenta un camino por los escenarios, y siempre queda al margen. Camino que, claro, construye un rencor. Only murders in the building mostró el timing cómico de siempre, pero profundizó en su aspecto más interesante: La melancolía de sus solitarias y neuróticas criaturas. Ben ya lo demostró (es una estrella triste e insegura, un personaje al que Rudd construye con su carisma habitual, pero también con ese costado oscuro que le conocimos en Virgen a los 40) y de Loretta parece que conoceremos más de su personalidad en el futuro. Como tiene que ser, las cosas no serán como parecen y el crimen se resolverá no sin antes atravesar una serie de giros y bifurcaciones. “Habitualmente nos lleva ocho episodios resolver los crímenes”, avisa Charles, que con Oliver y Mabel ya se preparan para protagonizar un nuevo podcast.


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