Por Rodrigo Seijas
(@rodma28)
Debo hacerme cargo de que, cuando comencé a maratonear Archer, sus primeras siete temporadas las vi a velocidad de vértigo, porque el despliegue de diversión y delirio que proponían era cautivante. Sin embargo, todo el tramo desde la octava temporada en adelante se me hizo mucho más difícil, a partir de apuestas creativas que le restaron mucho encanto. Quizás eso explique que mis reseñas sobre las temporadas 1 a 4 y 5 a 8 sean del 2021, y no haya completado la tarea durante el año pasado. Pero bueno, finalmente lo pude hacer, aunque el saldo tienda más hacia lo negativo que positivo. Si la octava temporada aprovechaba el coma de Sterling para crear una reversión de la serie vinculada al film noir que resultaba bastante fallida, algo parecido hacen las dos siguientes entregas y con resultados similares. La novena se titula Danger island y su narrativa se emparenta con aventuras al estilo Tras la esmeralda perdida: situada en 1938 en una isla del Pacífico, propone una búsqueda de un tesoro donde los competidores son un grupo de nazis. Rara vez tiene vuelo propio y no llega a armar un relato sólido, limitándose a citar y guiños, mientras trata de reinventar a sus personajes de forma un tanto arbitraria. Algo parecido ocurre con la décima temporada, llamada 1999, desarrollada en el espacio, con un diseño futurista similar al que se utilizaba en las películas y series de los años setenta. Otra vez, tanto la narración como la estética funcionan como un museo de cera, con los personajes sometidos a una estructura paródica que no les resulta funcional. Eso sí, la historia es un poco más potente y llevadera, y tiene el mérito extra de tomar consciencia de la etapa de alucinaciones genéricas a repetición era un callejón sin salida. Por eso también acciona como puente para el regreso a la consciencia de Archer, que se concreta finalmente en la temporada número 11. Obviamente, el protagonista quiere volver al juego del espionaje, aunque esa vuelta es bastante conflictiva, porque a lo largo del tiempo sus compañeros de trabajo (y hasta su propia madre) han seguido adelante sin tantas dificultades. En cierto modo, es una temporada de transición y adaptación, pero que plantea adecuadamente esa estructuración, trabajando el conflicto de un tipo que se da cuenta que no solo no es el centro del mundo, sino que el mundo puede vivir sin él. La doceava entrega ya es un retorno decidido a las raíces de la serie, con diversas misiones y conflictos personales entre los protagonistas, que explotan a fondo las posibilidades de delirio que brinda el género de espionaje y las capas satíricas y/o paródicas. De hecho, es quizás la mejor temporada desde la séptima y hasta se permite una conmovedora despedida a los personajes de Ron y Malory, cuyas voces estaban a cargo de Ron Leibman y Jessica Walter (pareja en la vida real), que habían fallecido en el 2019 y 2021, respectivamente. La decimotercera (y última hasta el momento) entrega lidia rápidamente con las consecuencias de la salida de escena de Malory, que era la dueña de la agencia, para continuar el tono de su predecesora, con tramos de soltura y fluidez que recordaron los mejores tiempos de la creación de Adam Reed. Eso da esperanza para el futuro de Archer (que aún debe ser ratificado), aunque se hayan desperdiciado unos cuantos años con experimentos inconducentes.
-Las temporadas 9 a 13 de Archer están disponibles en Netflix. Todavía no se confirmó una nueva entrega.
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