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M.O.D.O.K.: El camino del villano

Por Patricio Beltrami

(@Pato_Beltrami)

NdR: Este artículo contiene spoilers.

M.O.D.O.K. nació condenada. La serie que iba a formar parte del universo animado que buscaban desarrollar Marvel Television y HULU rápidamente fue cancelada a causa del cierre de la división por orden de Marvel Studios. Sin embargo, las producciones de Hit-Monkey y M.O.D.O.K. estaban tan avanzadas que se autorizó el lanzamiento de ambas en Star+. En relación a la segunda serie, se trata de una comedia sobre las desventuras de un científico malvado caído en desgracia no solo por sus recurrentes fracasos por conquistar el mundo, sino porque su imperio tecnológico quiebra y su vida familiar se cae a pedazos. Entre planes fallidos y humillación constante, el protagonista descubre el alto de precio de ser villano.

M.O.D.O.K. (Patton Oswald) arranca como si fuera una de esas historias financieras escritas por Adam McKay. Luego de la enésima derrota contra Iron Man y Los Vengadores, el genio malvado descubre que A.I.M. está quebrada y, contra su voluntad, decide vendérsela a Austin Van Der Sleet, un multimillonario que detrás de su faceta cool esconde planes oscuros. Sin embargo, el corazón de la serie no se encuentra en la venganza del protagonista contra los superhéroes o su nuevo jefe, sino que la historia está centrada en cómo se reconstruye una familia tan rota como disfuncional: Su ex esposa Aimee Garcia, agobiada por el desinterés de M.O.D.O.K. en la vida hogareña; su hija Melissa (Melissa Fumero), adolescente que busca convertirse en supervillana y tiene el mismo cuerpo que su padre (cabeza gigante con piernas y brazos diminutos); y Lou (Ben Schwartz), un excéntrico adolescente que no se avergüenza de expresar sus sentimientos y actuar de manera extravagante.

Con el correr de los diez capítulos, el costado humano de la serie comienza a ganarle terreno a los conflictos empresariales o vinculados a héroes y villanos. A las patadas y luchando contra su enorme egocentrismo, M.O.D.O.K. intenta reconstruir la familia a su manera, fortaleciendo vínculos con sus hijos y buscando reconquistar (sin suerte) a Jodie. Más allá de los planes malignos y la ambición desenfrenada por recuperar su antigua vida de supervillano, cada uno de los diez episodios ronda sobre algún conflicto interior del personaje: el desamor, la soledad, la frustración, el fracaso o el arrepentimiento por el tiempo perdido.

A pesar de ser un hombre-máquina con un intelecto superior, el villano tiene escasas habilidades para vivir en sociedad. Afortunadamente, gran parte de la comedia gira en sobre esta situación, ya que, de lo contrario, la historia sería el drama de un individuo rechazado por su ex esposa, despreciado por sus hijos y subestimado por héroes y otros miembros de la comunidad del mal. En ese sentido, cobran relevancia algunas decisiones que cimentan el camino hacia la redención, como el baile en el bar mitzvah de Lou, las clases de modales con Melissa o su negativa a eliminar clones ante el riesgo de asesinar a toda su familia. Sin embargo, el punto de quiebre para el personaje se encuentra en el capítulo cuatro, cuando recluta un equipo de impresentables y decadentes villanos de quinta línea para robar el escudo del Capitán América. Entre escenas ridículas y momentos desgarradores, confluyen momentos genuinos de felicidad y empatía por parte de la estrella del show.

En este orden, M.O.D.O.K. revela sus traumas gradualmente, al punto que finalmente se debate entre su deseo de conquistar el mundo y recuperar a su familia. Y en el último capítulo de la temporada toma una decisión tan fuerte como impactante, que lo consagra como un villano completamente roto más allá de toda la evolución realizada durante la serie. Igualmente, el breve epílogo, que abría la puerta a una eventual segunda temporada, no deja de ser triste, desgarrador y coherente con los diez capítulos. Entre tanto villano convertido a la fuerza en antihéroe, o incluso héroe, M.O.D.O.K. terminó fiel a su propósito original: conquistar el mundo, aunque tenga que pagar el precio más alto para hacerlo.


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