Por Rodrigo Seijas
(@rodma28)
Ya antes de su lanzamiento, La Casa del Dragón enfrentaba un doble condicionamiento: por un lado, el desafío de ser una precuela -y a la vez spinoff- de Game of thrones, posiblemente la producción televisiva más exitosa y emblemática de los últimos años; por otro, el escepticismo generado por el final de esa serie, que fue realmente muy flojo. Pero también habría que agregar las implicancias de su propia premisa: el reinado de la Casa Targaryen, esa familia tan particular, donde la locura podía ser la norma y que un par de siglos después había sido prácticamente borrada del mapa, hasta la aparición de Daenerys, la Madre de los Dragones. Lo cierto es que la creación de Ryan J. Condal y George R.R. Martin (basada en el libro Fuego y sangre, escrito por el segundo) trata de acabar con todas las dudas posibles en sus primeros episodios, que poseen un ritmo endiablado y plantean con habilidad las conjuras familiares e intrigas palaciegas. En el centro de los diversos conflictos está el Rey Viserys I (Paddy Considine) y las tensiones que se van desatando a medida que se avizora el momento en que su trono quedará eventualmente vacante. Alrededor suyo giran su hija Rhaenyra (primero interpretada por Milly Alcock y luego por Emma D’Arcy), que parece la heredera lógica, excepto por el ligero detalle de que es mujer; su hermano menor, el Príncipe Daemon (Matt Smith), cuyo carácter impulsivo no lo favorece demasiado; su “Mano”, Otto Hightower (un Rhys Ifans perfecto en su sobriedad); otros hijos, una esposa, otros parientes y funcionarios que configuran un extenso listado de miradas e intereses que solo de vez en cuando coinciden entre sí. Con ellos, vienen los condimentos habituales de la saga pergeñada por Martin: asesinatos, matanzas, romances prohibidos, conspiraciones, choques afectivos y de clases, batallas y hasta situaciones de incesto. Y dragones, muchos dragones, que son el rango de distinción de los Targaryen. La primera mitad de la temporada es indudablemente sólida: no solo porque consigue pintar con nuevos colores un paisaje conocido por gran parte de los espectadores, sino también porque encuentra situaciones que le dan suficiente entidad a los protagonistas y sus conflictos, tanto coyunturales como internos. Incluso le permite incluso apelar a una elipsis de varios años que se inserta con fluidez en el relato. Pero es a partir del sexto episodio, que arranca también con otra elipsis (esta vez de una década), que la serie empieza a acumular vueltas de tuerca y conflictos de forma bastante arbitraria y definitivamente confusa. Eso se nota particularmente en el personaje de Rhaenyra, que tiene cambios de actitud por momentos inverosímiles: si al principio amaga con ser una incipiente líder, luego parece ser una tonta irresponsable, para después volver a mostrar liderazgo y finalmente mostrarse frágil e impotente, sin explicaciones consistentes y/o creíbles para esos giros de carácter. A la vez, por más que todo va enfilando a desatar una guerra sin cuartel por el Trono de Hierro, el mundo de la serie, en vez de agrandarse, se achica, quedando todo reducido a una sumatoria de peleas familiares donde lo folletinesco se une con una solemnidad que en varios pasajes se torna indigesta y hasta aburrida. En la primera temporada de La Casa del Dragón pasan demasiadas cosas y, a la vez, paradójicamente poco: se nota una postergación del estallido, aunque el tiempo se gasta con muchos fuegos de artificio cuyos impactos se van diluyendo con el transcurrir de los capítulos. El último episodio quiere potenciar las expectativas de cara a la segunda temporada, pero incurre en nuevas arbitrariedades que le restan vigor a lo que ocurrió y quizás a lo que está por venir. Si bien es cierto que muchas grandes series han necesitado de bastante tiempo para encontrar un tono propio y distintivo -Breaking bad podría ser un ejemplo-, el problema de La Casa del Dragón está más vinculado a la autoindulgencia y al estiramiento de determinadas acciones. Ojalá que eso se corrija rápido en el futuro, porque las dudas que existían previo al estreno de la serie se mantienen y hasta se han reforzado.
-Los diez capítulos de la primera temporada de La Casa del Dragón están disponibles en HBO Max. Ya está confirmada una segunda temporada.
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