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Stranger things 4 – Volumen 2

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

Esta segunda parte de la cuarta temporada de Stranger things no decepcionó, aunque tampoco maravilló desde sus resoluciones, que igualmente tuvieron una dosis importante de sorpresa y conmoción. Sí ratificó a su modo que la serie tiene un piso dramático y hasta épico muy alto, y un techo que en diversos tramos se rompe hasta lo conmovedor. Con apenas dos episodios muy largos (especialmente el segundo, que dura cerca de dos horas y media), que funcionaron casi como películas interconectadas, los Hermanos Duffer volvieron a mostrar que el fuerte de su creación pasa por sus personajes, aunque eso se retroalimenta con méritos formales innegables. El primer capítulo, Papa, es más un prólogo de cara a la gran batalla contra Vecna/Uno/Henry, aunque también permite arribar a un cierre para la historia entre Eleven y el Doctor Martin Brenner, su padre adoptivo. Esa clausura es sumamente amarga, porque no hay una verdadera redención para Brenner, que podrá comportarse como una figura paterna y tutorial, pero también como un opresor nato y que nunca manifiesta un arrepentimiento real por sus acciones. Hay, además, espacio para una secuencia muy particular donde Will exhibe una ambigüedad sentimental en su vínculo con Mike que es realmente muy potente; al igual que la primera escena, donde Vecna prácticamente exhibe su plan ante Nancy. Pero es el segundo y último capítulo, The Piggyback, el que lleva todos los conflictos a fondo, no solo por los clímax que presenta, sino también por cómo coloca a los protagonistas frente a sus propios límites, tanto a nivel grupal como individual. Allí hay una utilización por momentos notable del montaje paralelo, que pone en diálogo espacios y subtramas distintos, en una confluencia temporal que funciona como un relojito y que mantiene la tensión a niveles altísimos. Hay también, vale decirlo, algunas decisiones que bordean el golpe bajo, en especial en relación con el destino de Max, que parece estar al servicio de un guión que procura dejar todas las piezas acomodadas de cara a la quinta y última temporada. Aún así, los Duffer nunca descuidan el trasfondo de cada uno de los personajes, los pasados que arrastran, sus dilemas internos y cómo todo eso influye en sus decisiones. Por eso las pérdidas y tragedias, al igual que los salvatajes que se acumulan en la segunda mitad del metraje, consiguen sostener un verosímil: al fin y al cabo, ese mundo de dimensiones paralelas, monstruos, experimentos retorcidos y distintas fuerzas militares pugnando por el poder que ha configurado la serie es un eficaz disfraz para una historia protagonizada por gente rota que se reconstruye a partir del vínculo con la gente que quiere. De ahí que sea llevadero el largo epílogo que hilvana el relato en su última media hora: es casi imposible no adorar y/o conmoverse cada uno de los protagonistas, todos con sus respectivos matices y particularidades. En eso, Stranger things ha pasado a ser como una especie de relevo de Lost, donde también lo fantástico era una mascarada para un drama con personajes tan imperfectos como queribles. El desafío para los Duffer será, entonces, llegar a un cierre para los conflictos lo suficientemente consistente desde la progresión de los conflictos íntimos que alimentan al choque principal, que seguramente volverá a estar focalizado en Hawkins, un pueblo maldito por los males que lo acosan, pero bendecido por un grupo de pequeños grandes héroes. Ojalá que la quinta y última parte de la serie esté a la altura de lo que ha entregado hasta el momento.

-Los dos episodios de Stranger things 4 – Volumen 2 están disponibles en Netflix.


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