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Las cabalgatas épicas de Nobuo Uematsu

Por Cristian Ariel Mangini

(@Masterzio84)

Entre los compositores que se han destacado en la industria, el japonés Nobuo Uematsu está lejos de ser un precursor pero la espectacularidad de sus composiciones lo convirtieron en una figura popular que hizo escuela. Hay en su trayectoria algo de rockstar y fue el primero cuyas composiciones vendieron miles de álbumes alrededor del mundo, basado en las bandas sonoras de los juegos de la saga Final Fantasy, entre otros. El tema Prelude, compuesto para el primer juego de la saga en 1987 por Square para la NES, es una joya que aún se homenajea en las entregas actuales de la saga y fue tocada en escenarios  de ciudades tan distantes como Estocolmo y Nueva York. La fama de este compositor excede a los juegos y es uno de los iconos más respetados de esta expresión.

Nació en la ciudad japonesa de Kochi en la prefectura del mismo nombre, un 21 de marzo de 1959. Su interés por la música y, en particular entre los instrumentos, por el piano puede rastrearse en su admiración y fanatismo por Elton John, transformándose en un aplicado autodidacta. Esto es lo que separa a Uematsu de otros compositores de videojuegos: nunca tuvo una formación musical ortodoxa. Su talento musical lo llevó por distintas agrupaciones mientras finalizaba sus estudios en inglés en la Universidad de Kanagawa. En un pub local fue advertido por personal de Square que no dudó en darle una oportunidad en la empresa. Allí conoció a Hinorobu Sakaguchi, que se encontraba trabajando en un juego RPG para el que necesitaba su colaboración como músico. El proyecto apuntaba a ser un manotazo de ahogado antes de dejar la industria y por ende su nombre, Final Fantasy. El resto es historia: no solo no resultó el último juego de una saga que ya lleva más de 20 juegos, sino que implicó para Uematsu una prueba de su talento que se traduce en una simple anécdota. El mencionado tema Prelude que apadrina la saga fue compuesto en apenas media hora cuando Sakaguchi insistió a Uematsu en que haga un último tema para la apertura del juego. A pesar de las limitaciones del hardware y las dificultades para programar en el sistema logró una pieza tan sencilla como trascendente que comunica el aura onírica del juego.

Uematsu trabajó en todas las secuelas del juego que se lanzaron en la NES y luego pegó el salto a la Súper Nintendo, ampliando con el cambio de tecnología sus posibilidades para la composición. Las mejoras se vieron con el lanzamiento de Final Fantasy IV en 1991, con un Prelude que sonaba orquestal junto al marcial The Red Wings y el bombástico The final battle, que daba un marco inigualable a la batalla final contra Zeromus. Sin embargo, a pesar de su trabajo notable en Final Fantasy V (desde el envolvente Lenna’s theme al sonido tribal de The decisive battle y el barroco Battle with Gilgamesh) la joya es sin duda Final Fantasy VI, considerada como una de las mejores bandas sonoras lanzadas para un videojuego. La invitación a la aventura del Airship’s theme pasando por los íntimos y épicos temas que definen a dos personajes femeninos fundamentales del juego (los themes de Celes y Terra) y la majestuosa y extensa pieza Dancing mad, que ilustra el último enfrentamiento con Kefka, toma influencias de la música clásica, el rock progresivo de los ‘70 y el sonido metalero de Black Sabbath, Deep Purple o Led Zeppelin. Una obra maestra que llevó al compositor a ser internado por agotamiento. Su aporte en Chrono trigger sería fundamental pero mínimo, manteniendo su alto nivel con el paso a la siguiente generación.

Si hablamos de salto generacional no podemos dejar de hablar de Final Fantasy VII. El juego lanzado para Playstation en 1997 marcó un antes y un después en la historia y popularidad de los RPG como género, además de ratificar el talento de Uematsu, que si hasta el momento era conocido, ahora era una estrella que desplegaba una variedad de piezas inolvidables. El juego contaba con una apertura cinematográfica que nos sumergía en la acción a partir del vertiginoso Bombing mission, hacía piezas inolvidables nuevamente a partir de sus personajes femeninos con los themes de Tifa y Aerith, el main theme daba un marco de aventura con un leitmotiv inolvidable y los temas J-E-N-O-V-A y One winged angel preparaban el cierre del juego con batallas épicas explosivas. En particular el último se destaca por el uso de coros. Final Fantasy VIII y IX  no contaron con las luminarias de la séptima entrega de la saga, pero en el repertorio de los juegos encontramos piezas que demuestran la versatilidad de Uematsu. El VIII por sus tonos operísticos que también se codeaban con el pop romántico y el rock progresivo, y el IX por su clasicismo pero también algunas piezas de música electrónica que no desentonaban.

Su participación en la saga Final Fantasy continuó con el Final Fantasy X, X-2 y XII aunque su participación fue decreciendo a medida que gestaba su idea de ser freelancer y abandonar, ya en ese entonces, a Square Enix. Sus participaciones más notables fueron en los proyectos junto a Hinorobu Sakaguchi para la empresa Mistwalker, en particular los títulos Blue dragon (2006), Lost oddysey (2007), The last story (2011) y el más reciente Fantasian (2021). En todo caso, su nombre está en el podio de los compositores más importantes de la industria, tocando alrededor del mundo los temas que lo hicieron conocido junto a su banda musical The Black Mages y manteniendo una vitalidad que lo lleva siempre a nuevos proyectos.

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