Título original: The Adam Project
Origen: EE.UU.
Dirección: Shawn Levy
Guión: Jonathan Tropper, T.S. Nowlin, Jennifer Flackett, Mark Levin
Intérpretes: Ryan Reynolds, Mark Ruffalo, Jennifer Garner, Walker Scobell, Catherine Keener, Zoe Saldana, Alex Mallari Jr., Braxton Bjerken, Kasra Wong, Lucie Guest, Donald Sales, Esther Ming Li, Ben Wilkinson, Milo Shandel
Fotografía: Tobias A. Schliessler
Montaje: Jonathan Corn, Dean Zimmerman
Música: Rob Simonsen
Duración: 106 minutos
Año: 2022
Plataforma: Netflix
6 puntos
UNA AVENTURA TAN GRANDOTA COMO CHIQUITA
Por Rodrigo Seijas
(@rodma28)
La sociedad entre Ryan Reynolds y Shawn Levy nos dio el año pasado Free Guy, una película que no solo era entretenida, sino que también mostraba un corazón bastante grande, algo inusual en el mainstream hollywoodense. Si a eso le sumábamos las incorporaciones al elenco de Mark Ruffalo, Jennifer Garner, Zoe Saldana y Catherine Keener, más una premisa donde la ciencia ficción se combinaba con las aventuras a través del viaje en el tiempo, había un margen relevante para tener expectativas positivas. Pero, aunque no podamos hablar de decepción, El Proyecto Adam es un film que promete bastante más de lo que cumple.
En esta producción de Netflix, tenemos a un piloto (Reynolds) que viaja desde el 2050 hasta la actualidad, donde se termina uniendo con su yo más joven (Walker Scobell) en una odisea que los llevará a reencontrarse con su padre fallecido (Ruffalo) y su novia del futuro (Saldana) para detener los planes de la dueña de una corporación (Keener) y así impedir una especie de gran disrupción temporal. En el medio de las peleas y persecuciones constantes, se verán forzados a repensar el vínculo que tenían no solo con ese padre ausente, sino también con una madre (Jennifer Garner) a la que nunca valoraron como correspondía, y también consigo mismos y las decisiones -buenas y malas- que fueron tomando a lo largo de los años. Es decir, un relato con considerable ambición dramática, aunque también apueste a la comedia y la acción en estado puro.
Si esas ambiciones suponían un fuerte desafío, lo cierto es que buena parte de la ciencia ficción de los ochenta -que es la referencia inmediata de esta película, y más si tenemos en cuenta que Levy es uno de los productores principales de la serie Stranger things– ha conseguido superarlo. Sin embargo, El Proyecto Adam rara vez lo consigue, mostrándose dependiente de una explicación constante de todo lo que les pasa a los protagonistas, que a cada rato están enunciando sus sentimientos y pensamientos. Ese esquema de sobreabundancia de información termina, paradójicamente, restándole capas de sentido a los personajes y sus conflictos. El caso más extremo sea, posiblemente, el de la villana encarnada por Keener, que hace unas cuantas cosas terribles básicamente porque sí, a pesar de que recurra a unos cuantos monólogos y diálogos para explicarse.
En El Proyecto Adam podemos intuir un relato apasionante de viajes en el tiempo; pero también un par de grandes historias de amor; una narración marcada por el aprendizaje y el crecimiento; y un drama de padres e hijos con vínculos irresueltos; entre otras cuestiones. Pero casi todo se queda en meras insinuaciones, como si todo fuera un borrador de una gran película que nunca llegó a ser. Y, del mismo modo, eso se traslada a una estructura formal gigantesca, marcada por el alto presupuesto que solo pueden garantizar un reparto de estrellas y sellos como Netflix, pero inserto en un esqueleto narrativo donde no llegan a aflorar grandes ideas. Si bien se puede reconocer que hay unos cuantos momentos divertidos y cierto cariño por lo que se cuenta, la sensación imperante es de estar viendo un producto grandote en su diseño, pero limitado en cuanto a creatividad e imaginación. Indudablemente, un retroceso respecto a Free Guy.
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