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Helstrom: La suma de los pecados de Marvel Television

Por Patricio Beltrami

(@Pato_Beltrami)

Este artículo contiene spoilers de Helstrom.

Marvel Television continuó desarrollando proyectos para televisión y streaming hasta sus últimos días de existencia. Ni siquiera la inminente absorción a manos de Marvel Studios evitó que el departamento audiovisual siguiera autorizando la puesta en marcha de diversas producciones. En este marco insólitamente pudo concretarse la primera y única temporada de Helstrom, que incluso fue cancelada antes de su estreno. Pero el mayor problema de la serie es que repite y profundiza la suma de los pecados de Marvel Television: Personajes superficiales, lineales y aburridos; acumulación de subtramas que se superponen ante un conflicto y villanos que no están a la altura; y ponderar la construcción de una gran historia pensando en una hipotética segunda temporada en lugar de presentar un relato autoconclusivo con ciertos elementos para retomar a futuro.

Creada por Paul Zbyszewski, la serie que aborda la historia maldita de la familia Helstrom había sido planeada como parte de un universo sobrenatural de Marvel Television junto a Ghost Rider. Sin embargo, el cierre del departamento provocó que la nueva versión del motociclista fantasma nunca se materializara. En cuanto a Helstrom, la premisa es que una serie de sucesos perturban la vida de los hermanos Daimon (Tom Austen) y Anna (Sydney Lemmon), quienes deben reencontrarse y unir fuerzas ante el posible regreso de su padre (Mitch Pileggi), un demonio extremadamente poderoso que habita el cuerpo de un asesino serial. Al mismo tiempo, ambos buscan salvar la vida de su madre Victoria (Elizabeth Marvel), quien está internada en una institución psiquiátrica presa de la posesión de Kthara, un peligroso espíritu. Claro está, Daimon y Anna no solo han heredado poderes sobrenaturales, sino que a lo largo de los capítulos se debaten constantemente entre la defensa de la humanidad o sucumbir ante el mal y la oscuridad.

Más allá de lo innovadora que parecía esta premisa para una producción de Marvel, lo cierto es que la historia nunca resulta atractiva e, incluso, por momentos es solemne, fría, desabrida y confusa. Esto se debe a que durante la primera mitad de la temporada, mientras lidiaban con la entidad que poseía a Victoria, los protagonistas se lanzan a la caza de un demonio que representaba el regreso de su padre al mundo. Sin embargo, en una vuelta de tuerca que incluso sorprende a los propios personajes (se agradece la honestidad desde el guion), descubren que el verdadero enemigo en realidad era otro demonio que estaba asociado a Kthara. Además, en ese momento también entra en escena una organización de humanos que caza entidades diabólicas. Como si fuera poco, los demonios toman posesión de distintas personas y, para el espectador, nunca queda del todo claro cuál es cuál o quién es quién.

En este marco, ni siquiera interesan los protagonistas, comenzando por los apáticos y acomplejados hermanos Helstrom. Como si los traumas de la infancia fueran suficiente motivo para despojarlos de todo rastro de humanidad, Daimon y Anna son completamente lineales: cínicos, orgullosos y soberbios, cargados de ira y resentimiento, y carentes de empatía, humor o gracia alguna. Más por oficio y experiencia que por virtudes del guion, Elizabeth Marvel maneja correctamente la dualidad entre la víctima Victoria y la malvada Kthara sin hacer papelones. En tanto, el resto del elenco oscila entre la sobreactuación, como la Gabriella de Ariana Guerra o el Chris de Alain Uy; la intrascendencia (Dra. Hastings de June Carryl); y los lugares comunes (el Henry de Robert Wisdom es una reversión floja de papeles del Luther de la saga Misión Imposible).

Por otra parte, la acumulación de subtramas, muchas intrascendentes ligadas a varios personajes secundarios, no solo desvían el foco de atención de la historia, sino que terminan generando confusión. Quizás el caso más representativo es el de Chris, quien pasa secundario a potencial villano y, luego de desaparecer varios episodios, regresa a escena como aliado para los protagonistas. Y si bien el conflicto familiar nunca sale del centro de la historia, por momentos ciertos arcos narrativos adquieren tal importancia que amagan en convertirse en aspectos sustanciales para la temporada. No obstante, o bien se resuelven abruptamente (La intervención de La Sangre) o se diluyen con el correr de los capítulos (El retorno de papá Helstrom).

Finalmente, el terror o lo sobrenatural nunca terminan de definir a la serie, que puede encasillarse como un drama familiar que solo apela a mitología demoníaca del material de origen. Asimismo, la cuestión religiosa presenta un desarrollo bastante vago, limitándose superficialmente a la eterna batalla entre la salvación y el infierno, caracterizado por demonios, sangre, rituales, sacrificios… Justamente, siendo un producto de Marvel Television no puede otorgar excusas sobre la complejidad de este asunto, ya que poco tiempo atrás esta temática había sido perfectamente desarrollada durante las tres temporadas de Daredevil a través del dilema interno de Matt Murdock.

Por último, llama la atención que los creadores de la serie no hayan elaborado una historia autoconclusiva. La confirmación de la desaparición de Marvel Television se oficializó durante las grabaciones, por lo que hubieran podido corregir el guion a tiempo, sobre todo ante las altas posibilidades de futura cancelación del proyecto. Sin embargo, se mantuvo el plan original, que no solo dejaba abierto el conflicto de la primera temporada, sino que también planteaba un escenario de mayores peligros y más atractivos para una hipotética continuidad. Allí, la figura del padre, principal enemigo de Daimon y Anna, cobraría la relevancia que ya había asomado en los primeros capítulos de la temporada. A pesar de que Helstrom ya estaba condenada desde antes de su estreno, finalmente la suma de todos estos pecados provocará que la serie termine olvidada y desprestigiada en el infierno de los proyectos fallidos de Marvel Television.


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