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Alerta roja

Título original: Red Notice
Origen: EE.UU. 
Dirección: Rawson Marshall Thurber
Guión: Rawson Marshall Thurber
Intérpretes: Dwayne Johnson, Ryan Reynolds, Gal Gadot, Ritu Arya, Chris Diamantopoulos, Ivan Mbakop, Vincenzo Amato
Fotografía: Markus Förderer
Montaje: Julian Clarke, Michael L. Sale
Música: Steve Jablonsky
Duración: 118 minutos
Año: 2021


5 puntos


CINE CONCEPTO

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

Lo de Alerta roja es una especie de experimento conceptual repetido, por llamarlo de algún modo: un trío de actores poniendo su star power al servicio no solo de ese gigante del streaming que es Netflix, sino también de sí mismos. Es que este relato de robos y persecuciones que se la pasa acumulando locaciones de todo el globo no podría haberse hecho sin ellos al frente, pero también se nota, a cada plano, la necesidad casi caprichosa de hacer alarde del poder de sus rostros y cuerpos. De hecho, el póster de la película ya es todo un indicador. Todo eso de la mano de un diseño de producción que roza lo exhibicionista y que luce cuando menos excesivo para un relato apenas pasable.

Si hay algo ciertamente atractivo que tiene el film de Rawson Marshall Thurber es la mitología sobre la que construye su narración: hay tres grandes huevos de oro que Marco Antonio le dio como regalo de bodas a Cleopatra, de los cuales hay uno en posesión de un museo, otro de un traficante de armas y un último que está misteriosamente perdido. Alrededor de esa búsqueda es que se estructura la trama principal, que sigue a John Hartley (Dwayne Johnson), un agente del FBI encargado de perseguir a los mejores ladrones de arte. Cuando es inculpado por el robo de uno de los huevos por “la Alfil” (Gal Gadot), la ladrona más buscada del mundo, deberá unirse con Nolan Booth (Ryan Reynolds) -quien se considera a sí mismo como el mejor ladrón del mundo- para atraparla y limpiar su nombre.

Con ese punto de partida, Alerta roja acumula persecuciones y peleas rebuscadas, bellos paisajes, trajes caros, muchos chistes (unos cuantos logrados), algo de aventura y un poquito de cine. Thurber muestra ser un artesano medianamente capacitado para la acción, pero sin vuelo propio y que se limita a diseñar una puesta en escena más preocupada por servir como vehículo para los protagonistas que por narrar un cuento realmente potente. Eso se ve, por ejemplo, en una secuencia de huida de una cárcel en la que el vigor, el nervio y el suspenso aparecen a cuentagotas, y que incluye una escena (que involucra un cohete) que debería sacudir al espectador y que está lejos del efecto deseado. Hay una atmósfera -estética y narrativa- que recuerda bastante a las películas de La gran estafa, aunque hay que reconocer que aquí hay mayor movimiento, menos displicencia y bastante más atención para explotar las posibilidades de la comedia.

Es cierto que los minutos finales de Alerta roja muestran algo más de dinamismo y un par de vueltas de tuerca que funcionan relativamente bien dentro de la estructura total del argumento, a la vez que dejan las puertas abiertas para una secuela. Pero la sensación imperante es la de estar ante una película-concepto donde importa más el ruido que la imagen, y en la que no hay personajes, sino estrellas mundiales insertando sus propios personajes en la narración. Un juguete caro, con el que se entretienen más sus protagonistas que el público que los mira, que igualmente se inserta perfecto dentro de la oferta de entretenimiento efímero y brilloso que suele ofrecer Netflix.


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