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Bauer, ¿todo se soluciona con plata?

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

Luego de tomarse un par de días hábiles libres en la semana post-PASO y meditar posibles acciones durante unas cuantas semanas, el ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer, volvió al ruedo con otra medida brillante y original. La nueva (vieja) idea, llamada pomposamente Más Cultura Joven, consiste en un bono de 5 mil pesos (que podrán usarse entre el 1 de noviembre de este año y el 30 de abril del 2022) para los jóvenes de 18 a 24 años de bajos recursos “para potenciar el consumo de bienes y servicios culturales”. La justificación enunciada en el Boletín Oficial se apoya en la noción de que sus condiciones históricas, económicas y sociales les impide a estos jóvenes acceder a dichos bienes y servicios. Dejando -piadosamente- de lado sus aspectos clientelares y sus fines electoralistas, la medida deja entrever cómo se concibe el vínculo del Estado en general y del gobierno en particular con diversos actores. Primero, con los jóvenes, a los cuales se encerró y/o restringió actividades de todo tipo -culturales, pero también educativas, laborales e incluso afectivas- durante un año y medio, y a los que ahora se les regala plata como forma de compensación. Un tiempo considerable de tu juventud ha quedado marcada por las limitaciones y psicopateadas –“¡si salís y te contagias de covid, vas a matar a tus abuelos!”-, pero eso sí, ahora Papá Estado te tira unos mangos para que vayas a un recital y a ver un par de pelis durante los próximos seis meses. En segundo lugar, con el sector cultural, al cual se cerró o limitó durante ese mismo año y medio, sometiéndolo a un estrés operativo y económico sideral, para ahora indemnizarlo con una acción indirecta a ínfima. Te obligamos a cerrar, pero quizás en los próximos meses te llegue algo de vuelta, así que no te quejes. Y tercero, con el ciudadano contribuyente, que ve cómo el dinero de sus impuestos se destina a dádivas discrecionales y sin criterios sólidos. Toda una estructura ministerial que solo es capaz de inventar e implementar más de lo mismo, porque en el objetivo de fondo solo pasa por ganar las elecciones. Pero, además, esto exhibe una visión de país, donde los problemas estructurales -esas dificultades “históricas, sociales y económicas” que condicionan el acceso- tienen como única respuesta un desembolso de dinero. Pareciera que, según Bauer -y las administraciones de nivel nacional, provincial y municipal en general, si analizamos la gran mayoría de los últimos anuncios gubernamentales-, todo se soluciona con plata. Más y más plata, no sea cosa de tener que pensar, diseñar e implementar políticas de distintos alcances, de tener que preguntarse cómo recomponer vínculos y situaciones que vienen asentadas desde hace décadas. Es decir, lo paliativo y efímero como único lazo entre el Estado y la ciudadanía, a la cual se reduce a mero envase donde depositar un premio consuelo de índole monetaria. Frente a esto, consejo de amigo para los más jóvenes: pidan más plata, mucha más plata. Si todo llega sin esfuerzo, si ese Estado paternalista solo tiene dinero para ofrecer, hay que exprimirlo todo lo que se pueda, porque quedan poco para las elecciones generales y luego ya no habrá más regalos. Y, cuando llegue noviembre, voten lo que se les cante, porque, total, el voto es tan obligatorio como secreto.

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