No estás en la home
Funcinema

Dilemas existenciales del crítico de hoy

Por Nicolás Pratto

(@Malditavocal)

Ultimamente me encuentro en esta situación: no sé cómo escribir sobre equis película o serie. No soy periodista ni estoy estudiando para serlo, soy de esas personas que, desde la llegada de Internet, encontraron un espacio que antes era solo para el periodismo. Desconozco si hago crítica, si hago reseña; eso sí, tengo un buen editor.

También nos enfrentamos a un panorama oscuro, nuestra atención se minimiza cada vez más, haciendo de la simplificación un talento a explotar en tweets, Tik Tok, Te lo resumo así nomás, a lo Fantino o Iúdica de “ahora explicámelo como si fuese una persona del interior o para Doña Clotilde”. Una suerte de conversación vitina donde cualquier contenido debe ser ATP para captar más audiencia. Entonces podemos deducir que, con el tiempo, el público ha modificado al periodismo y no como otrora, donde el periodista podía influenciar o invitar a reflexionar sobre lo que escribe. Ahora la urgencia es por likes y seguidores, que es lo que te legitima como una palabra a tomar en cuenta en lo que te desenvuelvas.

A continuación, un breve ejemplo de cómo hacerlo:

Paso 1: Elige tu perfil.

Cinéfilo.

Paso 2: El contenido.

En este aspecto se puede quedar sujeto a las novedades, servicios de streaming, estrenos, algún clásico o “rareza”. Porque sí, antes de 1980 había cine.

Paso 3: Especifica tu público.

No te preocupes mucho, eso lo hace el algoritmo al comprar publicidad o seguidores. Recuerda que el número importa.

Paso 4: Una vez cumplido los anteriores, es cuestión de mantenerse publicando, spameando, o para decirlo sin culpa, “generando contenido”.

Nota al pie, no es necesario mirar la película que recomiendes, buscás de qué se trata, algo extraído incluso de otra persona y alguna que otra curiosidad en IMDB. En caso de querer resaltar entre la media, utilizar latiguillos como “buena fotografía”, “sólida narrativa” y demás expresiones para aparentar que sabemos y ¡ualá!

Así como estos casos, también se observa una crítica que utiliza el newsletter, adaptándose vía mail. Canales de Youtube, blogs, sítios web, personas que, y es lo que más rescato como consumidor, opinan y, no menos importante, con fundamentos. Fundamentos a rebatir, que nos planteen un nuevo parecer, generar un intercambio; antes era el “correo de lectores”, hoy es la casilla de comentarios.

Y también se encuentra el público cada vez más pasivo por lo inmediato y esa falsedad de que todo se encuentra en internet. Y es algo que no afecta a las nuevas generaciones: conocemos personas que en su momento hacían fila en el videoclub para ver que su película había sido alquilada, esperando hasta la próxima, y que ahora les da pereza descargar una película y encontrar los subtítulos. Pidiéndole al servicio que tenga contratado más calidad, como pidiéndole peras al olmo.

Terminando este texto, sigo sin saber cómo escribo. No me gusta la solemnidad, lo académico, pero tampoco me gusta que sea a la chacota. Eso sí, me gusta leer, entender cómo se explayan más allá de lo que estén expresando y aprender. Y cuando escribo, intento mediar entre la presentación de la película, su abc, y emitir una opinión al respecto; y si se puede una experiencia personal. Porque me gusta verme reflejado en lo que escribo, que no sea un copiar y pegar.

Sea como fuere, cuando me encuentro en la situación del principio, me contesto con voz cansada a lo Harrison Ford: “Nico, dejate de romper las bolas y escribí”.

Comentarios

comentarios

Comments are closed.