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Los mensajes detrás de la falta de respuestas de Cafiero, Ibarra y Bauer

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

El 26 de abril, treinta asociaciones del sector audiovisual solicitaron a través de una carta una audiencia urgente con el Ministro de Cultura, Tristán Bauer; la Secretaria Legal y Técnica, Vilma Ibarra; y el Jefe de Gabinete, Santiago Cafiero. El motivo aducido fue poder abordar la situación que vive el sector cinematográfico, a la que consideran “gravísima”, en un contexto de franco enfrentamiento con el Presidente del INCAA, Luis Puenzo. Pasaron más de tres semanas y todavía no hay respuestas. O podría decirse que sí, aunque no vino de parte de algunos de los tres funcionarios con los que pidieron reunirse, sino del Instituto, es decir, de Puenzo. Fue con el anuncio de la prorrogación del fondo de asistencia para la asistencia de rodajes, con una actualización de su monto: para el primer semestre había sido de 500 millones de pesos, mientras para el segundo será de 600 millones. No hay que ser un genio de las matemáticas y las predicciones para darse cuenta de que el incremento del 20% va a ir por debajo de la inflación acumulada, que en el primer cuatrimestre ya estuvo por encima del 17%. Asimismo, el comunicado festeja que las 60 películas que accedieron al fondo durante el primer semestre agotaron los recursos, por lo que puede esperarse un resultado similar para el segundo semestre, en el mejor de los casos. Vale recordar que, por ejemplo, en el 2018, se estrenaron más de 220 películas y se registraron más de 160 rodajes, con un gasto nominal en fomento apenas por debajo del de este año, pero muchísimo mayor en términos reales. Se suman algunos anuncios de último momento -la vuelta del programa Jueves Estreno, más facilidades para cobrar los subsidios por estreno, clasificación de películas vía streaming, convocatoria abierta para los festivales nacionales- como para mostrar que el INCAA está activo, pero no mucho más. El mensaje de Puenzo parece ser claro: hay pandemia y cuarentena, no hay plata y se van a producir mucho menos -y con ajustes en los gastos- a futuro. Pero también es claro el mensaje de Bauer, Ibarra y Cafiero: el cine argentino no es relevante, hay muchas cosas mucho más importantes por encima. Esto último es mucho más patente en el caso del Ministro de Cultura, que es el superior directo de Puenzo y que maneja un sector que está en buena medida paralizado -e incluso agonizando- desde hace más de un año: además de funcionario, es director de cine, pero todavía ni se dignó a contestar un pedido de audiencia de treinta asociaciones a cuyos integrantes y representantes seguramente conozca. Hay un detalle adicional que no hay que dejar pasar: estaremos en pandemia, pero también en año electoral. Es decir, en un momento donde los gobiernos suelen ser cuidadosos para elegir potenciales rivales, pero también para afianzar vínculos con habituales aliados. Y es vox populi que el sector audiovisual argentino ha apoyado mayoritariamente al movimiento político que integra el actual gobierno, que sin embargo viene estableciendo un vínculo que oscila entre la indiferencia, la ausencia de respuestas o explicaciones, y hasta directamente el maltrato. ¿Qué esperar para el año que viene? Difícil ser optimista.

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