Título original: Idem
Origen: EE.UU.
Dirección: Eugene Kotlyarenko
Guión: Eugene Kotlyarenko, Gene McHugh
Intérpretes: Joe Keery, Sasheer Zamata, David Arquette, Kyle Mooney, Mischa Barton, Frankie Grande, Lala Kent, Joshua Ovalle, Sunny Kim, John DeLuca, Linas Phillips, Jessalyn Gilsig, Sean Avery
Fotografía: Jeff Leeds Cohn
Montaje: Benjamin Moses Smith
Dirección de arte: Eric Palmer
Duración: 93 minutos
Año: 2020
6 puntos
CIRCO SPREE
Por Rosana López
Spree es de esos productos de narrativa moderna mechado al subgénero mockumentary que tiene como eje central las redes sociales y la aceptación entre jóvenes y adultos en ellas. Y a la vez, la construcción de un psicópata producto de esta tecnología ávida por la popularidad constante y en vivo, donde parece abundar lo superficial a cualquier costo.
El segundo film de Eugene Kotlyarenko que tiene como protagonista a Joe Keery, más conocido como el caído en looser Steve de Stranger things, parece repetir un poco la fórmula, aunque aquí su personaje Kurt está más desesperado por gustar que por enfermar psicológicamente hablando. Claro que su participación es correcta, demencial y creíble -aunque poco empática-, pero el guion es irregular en muchos momentos. Y es que hay demasiada sobreinformación y, a veces, es imposible seguir el hilo (tal vez para quien escribe, un tanto ajena a la vorágine de jóvenes adictos a los influencers vistos como estrellas o referencias a seguir).
En este thriller titulado como una plataforma virtual estilo Uber -nombre de fantasía-, donde Kurt es tanto un chofer de pasajeros que ofrece gratuitamente agua embotellada como, también, un desconocido youtuber en vivo que busca mostrar a sus pocos suscriptores un día extremadamente salvaje filmado durante casi 24 horas (la mayor parte en su vehículo). La tensión y los giros sorpresa son permanentes. Y esto último, dentro de tantos altibajos, se agradece.
Así es como la vida de Kurt tomará un giro importante cuando se tope con una standupera que está en la cima en las plataformas que él también frecuenta, lo que será tomado desde el protagonista para beneficio propio. Una trama que fácilmente encuentra puntos de comparación con el fenómeno Black mirror, la no muy lejana serie británica cuyo epicentro reside en los vínculos de la sociedad dependiente con todo tipo de dispositivos móviles.
Entonces, a favor del film es que no busca fomentar una lección acerca de los agridulces que conllevan las redes sociales (algo que lo deja mejor posicionado que la insufrible Nerve), pero sí de demostrar cómo a veces estas plataformas encienden ciertos perfiles psicológicos de algunos individuos. Su director plasma de manera frenética cómo pudieron ser evitables los sucesos que se van desarrollando en este circo llamado Spree y recalca a este individuo como producto de un entorno enfermo donde la superficialidad y/o fama efímera y la tecnología están a la orden del día. ¿O acaso, existe tanta diferencia entre Kurt y la fauna de personajes que aparecen en Spree? Hasta el ejemplo de una figura paterna inmadura interpretada por David Arquette, que siempre cuadra a la perfección en estos personajes un poco estúpidos.
Por ello, sin ser una obra maestra, podemos afirmar que este thriller sí provoca, sí molesta y deja varios interrogantes y reflexiones en el camino. Reflexiones necesarias para conocer cómo estamos parados en esta sociedad consumista donde cualquiera puede caer víctima de estas redes tóxicas, improductivas y mal empleadas.