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Funcinema

Mi maestro el pulpo

Título original: My Octopus Teacher
Origen: Sudáfrica
Dirección: Pippa Ehrlich, James Reed
Guión: Pippa Ehrlich, James Reed
Participan: Craig Foster, Tom Foster
Fotografía: Roger Horrocks
Montaje: Pippa Ehrlich, Dan Schwalm
Música: Kevin Smuts
Duración: 85 minutos
Año: 2020
Plataforma: Netflix


8 puntos


¡ESE ES MI AMIGO EL PULPO!

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Los documentales sobre naturaleza y vida silvestre son todo un subgénero en sí mismo, cuentan con un público muy seguidor y pecan en ocasiones de un grosero grado de analogía y metáfora. Si bien con el tiempo han logrado una estandarización narrativa y las nuevas tecnologías han permitido que la apuesta visual sea cada vez más espectacular, también es cierto que tienen un límite. Pero cada tanto aparece esa obra que rompe con algún esquema y trasciende la frontera del público cautivo, como La marcha de los pingüinos por ejemplo, que era todo lo discutible del universo desde su discurso pero que tenía unas imágenes que nos abrazaban y nos revelaban un mundo extraordinario. En esa línea (la de las imágenes que nos abrazan y del mundo extraordinario que se representa ante nuestros ojos) podemos ubicar ahora a Mi maestro el pulpo.

La película de Pippa Ehrlich y James Reed sigue la aventura del realizador Craig Foster en una travesía que es tanto oral como visual: tenemos el relato en off del propio Foster de lo que fue aquel encuentro con un pulpo, pero también la documentación del registro visual que el propio realizador capturó a lo largo de un año. Foster, como terapia ante una profunda depresión, se aventuró hacia el fondo del mar allí en la costa sudafricana para tratar de encontrar respuestas a su crisis. Y lo que terminó fue encontrándose con un pulpo cuyo comportamiento le llamó la atención y con el que terminó construyendo un vínculo muy especial. A partir de ahí, día tras día bajó con su cámara (y sin tanque de oxígeno ni traje de neopreno para no alterar a la naturaleza) para registrar la experiencia de relacionarse con ese animal. La primera gran apuesta del documental de vida natural se logra con creces: las imágenes son apabullantes, dueñas de una hermosura que no es solo exhibicionismo sino la correlación con el discurso oral del protagonista. Es difícil hacer tangible algo abstracto como la fascinación, pero Mi maestro el pulpo lo logra.

Hay sí por momentos una innecesaria aproximación al carácter transitivo de la enseñanza (supuestamente Foster aprendería del pulpo cosas que le servirían en la vida personal), pero también es cierto que eso es más una propuestas del propio protagonista (que a veces se vuelve demasiado trascendente con su relato) y no tanto de la película. Lo interesante del documental, lo realmente potente, es lo que hay detrás del carácter fascinante de esas imágenes que mencionábamos más adelante. Hay algo arrebatador, subyugante, en esa vida acuática, pero también algo revelador: es la evidencia de un sistema que funciona con sus propias reglas. Mi maestro el pulpo no se queda solo con la belleza del encuadre y el color, sino también con el significado de un mundo que desconocíamos a partir de la exhibición de los métodos de supervivencia de cada especie. Cada minuto en la película de Ehrlich y Reed es una invitación a la sorpresa constante. Y no pasa muy seguido en el cine.

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