No estás en la home
Funcinema

24 líneas por segundo: Yo digo

Mex Faliero

(@mexfaliero)

El año que pasó fue particularmente convulsionado en Estados Unidos. La pandemia -ese mal universal- fue tan solo uno de los componentes de un 2020 caliente que derivó en unas de las elecciones presidenciales más comentadas en años, pero que tuvo en su interior el asesinato de George Floyd y el ascenso de los discursos contra el racismo, las movilizaciones callejeras y la violencia. En ese contexto, Hollywood no se iba a quedar callado, aunque los que observamos esos conflictos con la distancia geográfica del caso notamos que lo que las películas tienen para decir no es más que una repetición, un loop constante, de algo ya dicho y, en el fondo, un poco vano: si se dice tanto y la situación no cambia evidentemente el poder del cine como herramienta de cambio no es tanto. No es algo nuevo, desde los tiempos de Al calor de la noche o más acá con Mississippi en llamas o más recientemente con Green book o un poco antes con 12 años de esclavitud, el tema del racismo se impone en las ceremonias de premios, los artistas suben y dicen sus discursos, todos aplauden emocionados y se impone el voluntarismo. Obviamente, 2021 no va a ser menos y la temporada de premios ya nos instaló un par de películas ad hoc: La madre del blues de George C. Wolf y Una noche en Miami… de Regina King son las que sobresalen, con nominaciones varias y validaciones de agenda. Pero hay un detalle en estas dos películas que llaman la atención: se trata de dos adaptaciones de obras de teatro y eso, de alguna forma, incide en cómo son comunicados los discursos. De todas las películas mencionadas anteriormente podemos cuestionar algo, incluso algunas son muy malas, pero no dejaban de ser obras con una mirada cinematográfica que subrayan más o menos su discurso pero que no deja de creer en la narración. El caso de La madre del blues y Una noche en Miami… es todo lo contrario. Son películas que buscan disimular su estatismo pero que carecen de la imaginación suficiente como para que su extrema verbalización se licúe. Películas con protagonistas que tiran monólogos extensos y plagados de verdades, y una cámara que los encuadra para que no haya ruido en la comunicación. No hay nada por fuera del discurso que interese, todo es palabra, palabra gritada, remarcada, subrayada. “En tiempos tan oscuros nacen falsos profetas” decía una canción. Y estas son películas de predicadores, de sentencias terminantes que asaltan el cine y lo vacían de sentido, de imposición de discursos de forma prepotente. Uno puede decir un montón de cosas negativa de 5 sangres de Spike Lee, pero sin dudas que esa es la obra de un cineasta; de ideas alborotadas pero cineasta al fin. Pero es también una película más contradictoria. La madre del blues y Una noche en Miami… cumplen de manera más efectiva con el cometido. Seguramente habrá premios y discursos. Lo que no habrá es cine.

Comentarios

comentarios

Comments are closed.