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24 líneas por segundo: Pixar y la chispa perdida

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Esta semana The Hollywood Reporter presentó un artículo titulado Reanimando Pixar: cómo Pete Docter sacó al estudio del escándalo. Allí se hace mención a la salida de John Lasseter y a la instalación de Docter como factótum principal de la compañía, y cómo su presencia produjo el avance de una generación de realizadores más diversa. La diversidad parece ser la palabra de moda en Hollywood. Porque en verdad ya no importa tanto hacer un cine interesante o inteligente o de quiebre -pocos hablan de calidad-, las películas tienen que hablar sobre diversidad, los elencos tienen que apostar por la diversidad y los equipos técnicos tienen que ser (obvio, sí, adivinó) diversos. Y si las películas quieren aspirar a algún premio en alguna ceremonia diversa (ya no hay un conductor, sino una serie de conductores que representan a todas las etnias y militancias que ingresen en una sigla) tienen que tocar temáticas sobre diversidad. Hay que decir de Docter que dirigió un par de las películas más entrañables de Pixar, como son Monsters Inc. y Up! Una aventura de altura. Pero que luego dio un paso hacia otro lugar, mucho menos gratificante, con Intensa-Mente, una película/problema que a partir de su incomprensible suceso mostró un camino preocupante porque su éxito estaba pautado por un olvido de lo que había hecho importante a Pixar. Y el suceso de Intensa-Mente parece haber sido el quiebre dentro de Pixar (y no tanto su fogoneada absorción por parte de Disney). La más reciente Soul (también de Docter) va en ese camino, uno de búsqueda del mensaje por encima de la aventura, de sobre-explicaciones y subrayados new age, aunque aquí las cosas salen un poco mejor. No voy a caer en algunas de esas boutades onda “Pixar murió” (porque cada tanto aparecen Unidos o Coco que nos ponen la vara alta nuevamente), pero bien es cierto que esa búsqueda de la diversidad derivó en una sustracción del movimiento en función de un discurso integrador y bienpensante, y para peor con rasgos estéticos y narrativos pretendidos como arte superior. Un poco esto se puede ver en el especial SparkShorts, un segmento de la aplicación Disney+ donde se alojan los cortometrajes que realizan estos directores diversos, la nueva cantera de Pixar. Hasta el momento se subieron ocho producciones (de las cuales vi seis) y el nivel es decididamente discreto. Salvo un par que recupera la mejor herencia Pixar (Smash and Grab y Kitbull son graciosos, ocurrentes y sensibles), los demás son una demostración de virtud técnica desplegada para alardear discursos y discursos y discursos. Si uno recuerda maravillas del slapstick como Para los pájaros, Presto o Lifted, o el gracioso y emocionante Parcialmente nublado, cortos que demostraban conocimiento enciclopédico y relación con el género, y que nos predisponían para lo mejor antes de cada película, esta nueva cosecha de cortometrajes aporta poco material para añorar en el tiempo. SparkShorts, que hace referencia a cierta chispa, es una demostración cabal de que si bien algo no murió, sí al menos perdió su esencia. No sabemos si Docter quiso decir algo con “Soul”, pero habrá que ver cómo sigue el camino de aquí en adelante.

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