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Héroes: El film oficial de la XIII Copa del Mundo (1986)



REGISTRO, GÉNERO Y MEMORIA

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

Como gran parte de los argentinos, vi Héroes -el subtítulo siempre estuvo de más para la argentinidad- con el viejo y querido y videocasete (cortesía del ya extinto sello Transmundo Home Video) o a través de alguna emisión televisiva, siempre doblada al castellano. Y como casi todos, mi memoria, casi por instinto, ponía al film en el lugar del seguimiento de las hazañas de Diego Armando Maradona, conduciendo a la Selección Argentina a la obtención de la Copa del Mundo en el Mundial de México 86. Recién cuando ajustaba el recuerdo es que me daba cuenta que era bastante más que eso, lo cual se terminó de confirmar cuando tuve la oportunidad de reverla, esta vez en el idioma original, con el gran Michael Caine aportando su voz en la narración.

Es que el film de Tony Maylam -y ahí sí importa la explicación que brinda su subtítulo- fue el instrumento oficial de la FIFA para delinear su mirada sobre la edición número trece del Mundial de Fútbol. Por eso también su arranque, después de una secuencia de títulos que busca crear una épica, es obligadamente -pero también sorpresivamente- oscuro: un repaso (con algunas imágenes impactantes) de la destrucción que dejó el terremoto de 1985, que en su momento puso en duda la organización de la competencia por parte de México. Esa revisión/homenaje a un país que logró recomponerse rápidamente y permanecer como anfitrión del evento es también el puntapié para zambullirse en el desempeño de la selección mexicana, con énfasis en las expectativas (algo defraudadas) depositadas en Hugo Sánchez. Y de ahí a Francescoli y el mediocre Mundial de Uruguay; Laudrup y una Dinamarca que fue una revelación en la fase de grupos, pero decepción en octavos; Platini y la elegante Francia; un Brasil que se quedaría a mitad de camino; y varios más.

Maradona recién aparece a los veinte minutos, aunque la película enseguida reconoce que es la clase de figura que se impone a los demás y marca una diferencia, además de dedicarle varios minutos a los partidos de Argentina contra Corea, Italia y Uruguay. Y lo cierto es que la última media hora del metraje es dominada por su magia desplegada en los partidos contra Inglaterra, Bélgica y Alemania. Lo llamativo es que ese Maradona en estado de gracia, al igual que las otras estrellas y partidos, son abordados con un montaje que privilegia las imágenes que eran secundarias durante las transmisiones en vivo y directo. Son pasajes donde los que se imponen no son los planos panorámicos y generales, sino los planos de conjunto que, fruto del seguimiento obsesivo de la cámara a los jugadores, se convierten en planos secuencia de una fisicidad a veces impactante. La puesta de Maylam se muestra más interesada en el proceso antes que el resultado, en las transiciones en vez de los hechos concretos. Una especie de detrás de escena de los goles y los triunfos.

La emoción reflexiva y analítica de Héroes fue bastante más influyente en el ámbito deportivo argentino de lo que parece a simple vista, y no solo por cómo se convirtió en un instrumento algo alterado de la memoria de los espectadores. El imaginario que se delineó durante los noventa en Fútbol de Primera -particularmente en los segmentos que compilaban imágenes secundarias para presentar los partidos más importantes de la fecha, antes del resumen principal- y que todavía sigue vigente en muchos programas futboleros le debe mucho al trabajo de edición de esta película. Sin embargo, no llegó a trasladarse de manera sistémica al cine deportivo, que todavía hoy continúa teniendo dificultades para fusionar su épica con el fútbol. Quizás sea porque una cosa es el registro y la memoria de la historia, y otra es muy distinta es la creación genérica.

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