Por Cristian Ariel Mangini
Producida por AMC, esta serie de dos temporadas creada por David Kajganich, Max Borenstein y Alexander Woo es un extraño caso donde la diferencia entre las dos historias autoconclusivas que narra son abismales. No solo eso: elenco y realizadores cambian completamente, lo cual está justificado en la diferencia cultural e histórica entre ambas entregas, pero incluso el compositor de la banda sonora cambia (aunque esto último es debido a la muerte del talentoso Marcus Fjellstrom). Con este preámbulo lo que se trata de decir es que si ven una temporada porque no les interesa la otra es completamente razonable. E incluso estaría justificado teniendo en cuenta que la primera temporada es una clase magistral de terror psicológico y una de las mejores temporadas televisivas en los últimos años, mientras que la segunda es apenas mediocre a pesar de algunos chispazos dispersos y un final memorable. Otra conexión de The Terror radica en cómo hilvana un subtexto histórico y social con el horror a los desconocido e inexplicable. La primera temporada nos pone en los sufridos pies de una flota marina británica del siglo XIX comandada por John Franklin para buscar un paso comercial entre el océano Atlántico y Pacífico a través de los gélidos mares de la actual Canadá y Alaska, que desapareció de la faz de la tierra. La historia, una bien conocida leyenda sin aparente explicación, dio pie a expediciones de búsqueda y relatos fantásticos con explicaciones absurdas que fueron un deleite del amarillismo victoriano. El autor Dan Simmons realizó el relato en el que esta basada la serie, aumentando el misterio cuando en el 2014 se encontraron los restos de los navíos extraviados. El resultado es un relato sobre el horror de la colonización, la corrupción, la locura, el miedo a la figura del otro -representado en esta temporada a través de los inuit- y la desesperación por la supervivencia. Es un crescendo de oscuridad y muerte que tiene más que decir de la naturaleza humana que del horror sobrenatural y lo hace con una sobriedad magistral, casi herzogiana. La segunda temporada es otro cantar, a pesar de que a priori su historia es sumamente interesante: narra las tribulaciones de inmigrantes japoneses en Estados Unidos durante los eventos que rodearon a la Segunda Guerra Mundial. Las sospechas de espionaje, el maltrato, el racismo y el cautiverio de japoneses en campos de concentración, a pesar de resultar ciudadanos estadounidenses, muestra un feo rostro que rara vez ha sido explorado en el cine bélico y social estadounidense. Con esto dicho, sin embargo la temporada es una enorme decepción, utilizando todos los clichés del J-Horror con resultados parodiables y algunas líneas de diálogo lamentables que demuestran lo mucho que faltó pulir el guion. A pesar de esto, tiene algunos segmentos de un lirismo inesperado en el episodio Taizo y la introducción del capítulo final Into the afterlife tiene una sutileza que parece sacada de la sobresaliente primera temporada. El final cierra la temporada de forma satisfactoria, pero su recorrido esta lleno de baches a pesar de una buena labor de dirección y un expresivo trabajo de iluminación y fotografía. En síntesis, mientras aún no sabemos si habrá tercera temporada, nos queda disfrutar de esta serie notable, con la advertencia de que primera y segunda temporada son agua y aceite.
-Las dos temporadas de The Terror fueron emitidas por la señal AMC.