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La niñera: reina letal

Título original: The babysitter: Killer Queen
Origen: EE.UU.
Dirección: McG
Guión: Dan Lagana, Brad Morris, Jimmy Warden y McG, basado en personajes de Brian Duffield
Intérpretes: Judah Lewis, Samara Weaving, Jenna Ortega, Emily Alyn Lind, Andrew Bachelor, Robbie Amell, Bella Thorne, Hana Mae Lee, Ken Marino, Leslie Bibb, Chris Wylde, Carl McDowell, Maximilian Acevedo, Juliocesar Chavez, Jennifer Foster, Amanda Cerny, Helen Hong, Jason Rogel
Fotografía: Scott Henriksen
Montaje: Martin Bernfeld
Música: Bear McCreary 
Duración: 105 minutos
Año: 2020


7 puntos


EXPANSIÓN PRODUCTIVA

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

Si La niñera era una película que iba escalando en su construcción de un humor entre grotesco, exagerado y visceral (literalmente), su secuela es toma el grado más alto de la apuesta de su predecesora como un piso desde el cual comenzar. La niñera: reina letal (ya disponible en Netflix) nos hace recordar un poco a otra segunda parte que dirigió McG, Los ángeles de Charlie: al límite, aunque bastante más lograda en sus ambiciones. Es que, si aquella lucía más como una repetición inflada un poco artificialmente, aquí hay una expansión productiva desde la complejidad que incorpora.

En esta nueva entrega, Cole, dos años después de sobrevivir al satánico culto de sangre liderado por la niñera a quien tanto quería, debe enfrentarse a otra pesadilla mucho más terrenal: la escuela secundaria. Nadie le creyó sus vivencias previas: ni sus padres -que hasta evalúan internarlo- ni sus profesores, y menos aún sus compañeros, que lo atormentan constantemente. Y cuando se le da la oportunidad de escaparse por un rato con su mejor amiga Melanie (de la que está bastante enamorado) y su grupo de amigos, el culto satánico vuelve a hacer su aparición de una particular manera que es mejor no revelar en este texto. Desde ahí, obviamente, todo se irá rápidamente al demonio.

McG, tanto desde el guión que co-escribe como desde la puesta en escena, imprime un ritmo narrativo casi sin pausas o transiciones, incorporando varios personajes nuevos (entre ellos, una misteriosa nueva estudiante con motivaciones y objetivos difusos) que alimentan la trama. A la vez, amplía el elemento espacial: si la primera película transcurría casi en su totalidad en la casa de Cole, acá el relato adquiere un formato de huida y persecución que permite un cambio constante de locaciones que otorgan más posibilidades y bastante más dinamismo. Pero, principalmente, hay una profundización de los dilemas que atraviesan a Cole y otros integrantes del reparto, otorgándole más espesura dramática y romántica a la historia, pero sin abandonar nunca el humor disparatado. La niñera: reina letal se asume, primero que nada, como una comedia sangrienta que busca romper -sanamente- unos cuantos límites de la corrección política.

Es cierto que la película repite algunos males usuales en el cine de McG: cierta dispersión narrativa, algunos chistes no del todo bien ejecutados y capas estéticas que se acumulan de forma algo antojadiza y empalagosa. Pero, a cambio, La niñera: reina letal ofrece un vigor llamativo y una vocación por la diversión que escasea bastante en los últimos tiempos. Además, se nota en el elenco (desde Judah Lewis a Samara Weaving, pasando por Jenna Ortega, Emily Alyn Lind, Robbie Amell, Bella Thorne, Ken Marino y Leslie Bibb) un compromiso con lo que se cuenta que incide definitivamente en los resultados. Eso hasta le permite construir unos minutos finales con una importante dosis de melancolía y aún así conservar una innegable coherencia en el relato.

Film de aprendizaje, romance, crecimiento y algo de redención a base de sangre y tripas, La niñera: reina letal es más continuación que secuela, a partir de cómo se aleja de la repetición para otorgarle más matices a sus protagonistas, justificando también la chance de una nueva entrega a futuro. Y es, a pesar de sus imperfecciones y sin ser una maravilla, la mejor película hasta el momento de McG, un realizador que aquí encuentra un rumbo más consistente para las libertades que se toma.

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