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Funcinema

Color out of space

Título original: Idem
Origen: Malasia / Portugal / EE.UU.
Dirección: Richard Stanley
Guión: Scarlett Amaris, Richard Stanley, sobre el cuento corto de H.P. Lovecraft
Intérpretes: Nicolas Cage, Joely Richardson, Madeleine Arthur, Elliot Knight, Tommy Chong, Brendan Meyer, Julian Hilliard, Josh C. Waller, Q’orianka Kilcher, Melissa Nearman, Amanda Booth, Keith Harle
Fotografía: Steve Annis
Montaje: Brett W. Bachman
Música: Colin Stetson
Duración: 111 minutos
Año: 2019


6 puntos


DE ESA AGUA NO HAS DE BEBER

Por Rosana López

(@rousisattack)

Claro que es una obviedad decir que adaptar a Lovecraft al cine no es para cualquiera: ni grandes producciones como la presente lo han logrado con laureles. Sin embargo, los mejores ejemplos de este célebre escritor, cuya mitología trasciende a su obra, fueron en la pantalla grande aquella comedia de terror serie B llamada Re-animator (1985) de Stuart Gordon (quien siempre lo ha abordado de manera excelente) o por ejemplo esa genial paranoia con Sam Neill En la boca del miedo (1995), del glorioso John Carpenter.

El color que cayó del cielo es un gran relato clásico y universal publicado en 1927, que nos contaba cómo la caída de un meteorito espacial sobre el terreno de una granja familiar traería la creciente desgracia, de extremas consecuencias, a todo ser vivo que habitaba en ese suelo. Sin embargo en esta ocasión Richard Stanley, un director experto en el género y un ferviente admirador de la obra lovecraftiana, revisionó caprichosamente a su gusto y de manera sosa y aburrida un clásico indomable. Se dice que Stanley en una ocasión tuvo la dicha de disfrazarse de criatura mitológica en el pequeño pero acertado proyecto Dagon (2001), filmado en Galicia. Aquí tuvo el visto bueno de la productora del talentoso Elijah Wood, SpectreVision, más el consentimiento para el protagónico de Nicolas Cage.

Stanley optó por volcar el mejor despliegue visual con fuerte impronta ochentera al estilo de la apocalíptica y de culto Mandy (2018) -responsabilidad también de SpectreVision-, con esas vueltas de tuercas sobrenaturales que recuerdan a la flojita The void (2016) y cierta cuota de insano body horror que hace rato no se veía en los films de ciencia ficción. Esa nostalgia que supieron plasmar directores como Brian Yuzna, John Landis o el mismísimo Sam Raimi. Claro que para llegar a ese clímax hay que soportar una hora inicial de una familia “perfecta” con hijos adolescentes problemáticos, un niño retraído y una mujer apática y fría que superó recientemente un cáncer. A ello se suma el siempre inexpresivo y voluble Nicolas Cage -aunque con un aguante al ridículo impresionante, y respetado y querido por ello por quien esto escribe-, sujeto que cuadra perfecto para el personaje paterno y jefe de familia desorientado de todo lo que sucede a su alrededor. Y que, claro, sobreactúa con ira episodios traumáticos. Sello característico que divierte a los ya acostumbrados espectadores que conocen su vasta y ridícula filmografía.

El CGI de Color out of space es muy acertado, como los scope tomados por el director desde los interiores de la casa o del pozo de agua para contrastar con lo esplendoroso del fenómeno paranormal de afuera. Pero falta mucho timing de interacción entre los personajes, que parecen estar esperando lo sobrenatural para reaccionar en consecuencia. Actuaciones acartonadas y poco creíbles, lo que vuelve a la película muy modesta y bizarra. Y no es que este director sea un amateur en el tema si recordamos films como Hardware (1990), un giallo en el que sabía llevar las riendas del cyberpunk postapocalíptico de ciencia ficción. Parece que aquí le ganó el peso propio de semejante historia concebida por el genio de Lovecraft. Aunque se agradece tanto amor volcado a los detalles estéticos, algo que por ejemplo a la gran Blumhouse parece ya no importarle.

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