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UNCIPAR 2019 – Día 1: Adiós a Martínez Suárez y buenos cortos animados nacionales

Por Melody San Luis

(@SanLuisMelisa)

Corto «Charlie Buenos Aires» de Tomás Pernich, que compite en UNCIPAR.

La 41ª edición del Festival UNCIPAR comenzó con la despedida del director y promotor del cine José Martínez Suárez. La noticia de su muerte llegó horas antes de la apertura, por lo que se le hizo un pequeño homenaje durante el discurso inaugural. La Competencia Nacional dio inicio a la jornada y luego se presentó otro bloque a la tarde. Dentro de la variada y despareja propuesta, en cuanto a la calidad, se destacaron los cortometrajes de animación. En cuanto a la Competencia Internacional, el nivel fue más parejo en general.

La presidenta del UNCIPAR, Liliana Beatriz Amate, fue una de las que dio inicio al Festival. Se mostró afligida por la muerte del cineasta José Martínez Suárez. Pidió perdón por estar un poco triste y aclaró que “se fue un gran amigo, alguien que peleó mucho por el cine”. Por esta razón, enfatizó que estas jornadas se las dedicaba a él.

Este año el Festival cuenta con 63 cortometrajes en competencia. Durante la primera jornada del UNCIPAR se proyectaron 25 cortos. La Competencia Argentina presentó algunos trabajos que resaltaron. Es para destacar la incorporación de varios cortos de animación. Entre ellos, Charlie Buenos Aires de Tomás Pernich, que fue el más logrado. Aquí vemos cómo se destruye por completo la inocencia de muchos tras recrear a los personajes de un juego famoso de la consola Family Game como lo fue el Circus Charlie.

Mediante la parodia del esquema de los documentales de bandas famosas del rock se realiza una serie de entrevistas a cada uno de los participantes del juego. El cortometraje tiene un humor acertado, aunque se alargue más de lo necesario. Es un humor negro que juega con dinamitar todo lo infantil que representó el juego. En una primera instancia la animación choca a la vista por ser muy elemental, pero pronto se entiende este aspecto por lo pixelado que se veía el juego.

El libro negro de Alsophocus de Alan Slavutzky y Nicolás Montes cuenta con elementos que la vuelven muy despareja. La voz en off que utiliza para la narración presenta muchos problemas porque no genera diferentes climas, ni va demasiado acorde con lo que se está viendo. Sin embargo, es importante destacarlo por su trabajo de animación. Se puede observar en el corto una gran variedad de estilos, todos ellos muy interesantes.

Por último mencionar a dos pequeños cortos: Uno de vampiros de Nicolás Sparnocchia y de Luciano Amadeo Meza que explotan el humor. El primero se muestra minucioso en la elección de planos, muy preciso y acertado con el humor, un pequeño chiste de vampiros. El segundo, muestra un humor más sutil. Realiza una analogía entre la adicción del consumo de drogas y la religión. La droga, en este caso, son las letras que conforman las palabras.

Siguiendo con la Competencia Nacional, El sonido de la campana de Augusto Sinay llamó mucho la atención por el trabajo con el sonido. Es provocativo y logra establecer una empatía entre el espectador y el personaje principal, un boxeador que terminó muy lastimado luego de una pelea. Hay una búsqueda interesante en el acople del sonido y la superposición de algunos efectos que hacen referencia a ciertos objetos. Se logra así transpolar, a quien lo percibe, la sensación de sordera que vive el personaje. Presenta, también, una buena actuación protagónica.

Por otra parte, El último cuentista de Adrián Ramírez es un corto que presenta a un personaje carismático, un hombre que hereda casi por casualidad el trabajo que ejercía su abuelo, ser el encargado de contar los chistes en los velorios. Y aunque suene raro este oficio, sucede en un pueblo en el que se acostumbra eso, al igual que seguir velando a los familiares en las casas. Aquí vemos un buen trabajo con el cambio de planos, en los cuales se aleja y se acerca al personaje para marcar la diferencia en el clima de su discurso. Por otro lado, se presenta a la alegría como una manera de honrar la muerte. Aunque con tristeza, la despedida es un gran homenaje a la persona que se ha ido.

Severino de Gastón Calivari es un cortometraje que sabe trabajar la ternura. Un hijo que reniega con su padre porque este último fantasea la búsqueda de su viejo amigo, un loro que ya ha muerto. El film logra colocar en sintonía a los personajes y hacer que ambos entren en ese juego. La fotografía y la elección del blanco y negro están en concordancia absoluta con la historia, la refuerzan y le otorgan un mayor peso.

Por último, mencionar un film que tiene como temática la censura de libros durante la última dictadura cívico-militar. Una cabrita sin cuernos de Sebastián Dietsch relata la historia de una maestra que fue captada por los militares tras regalarle un libro a una niña. Este corto manifiesta una clara denuncia a las prácticas abusivas y arbitrarias de la época. Trabaja desde el humor por las insólitas acusaciones y conjeturas que realizan los uniformados. Pero, también, se encarga de dejar expuesta la participación civil como cómplice de las atrocidades que se cometieron en nuestro país. Es, en la figura de la directora, que se muestra una clara colaboración de otros sectores con el gobierno de facto.

En cuanto a la Competencia Internacional, La collection de Emmanuel Blanchard (Francia) fue el más destacado de los cortos. El relato gira entorno a un hombre que se aprovecha de la condición de desesperación de los judíos durante el nacismo para hacerse de sus pertenencias. Cuenta con un ritmo intenso y dinámico. El suspenso que propone genera un buen clima de intriga que es acompañado por buenas actuaciones.

Taro de Dani Rebner (España) presenta una versión libre del momento previo a la fotografía que consagró a Robert Capa como profesional (Muerte de un miliciano). Aparece, entonces, este personaje junto a su pareja, y también fotógrafa, Gerda Taro. El film trabaja muy bien los momentos de tensión y la sensualidad, pero por sobre todo tiene un final que se torna muy pertinente.

El último que mencionaremos es Azadeh de Mirabbas Khosravinezhad (Irán). Aquí aparece la historia de una pequeña que quiere ir a ver a su padre, que se encuentra internado, y de su hermano, quien tiene la orden de su madre de no dejarla ir. Este joven se encuentra casi perdido en la inmensidad de su carga mental, no puede controlar los impulsos de la hermana ni su propia angustia por enterarse de una triste noticia familiar. Ante esto el paisaje, tan inmenso, funciona como catarsis de un niño del que apenas escuchamos unos diálogos.

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