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A quemarropa

Título original: Point blank
Origen: EE.UU.
Dirección: Joe Lynch 
Guión: Adam G. Simon, basado en personajes de Fred Cavayé
Intérpretes: Frank Grillo, Anthony Mackie, Marcia Gay Harden, Christian Cooke, Teyonah Parris, Markice Moore, Boris McGiver, Ming Wang, Adam G. Simon, Daniel R. Hill
Fotografía: Juan Miguel Azpiroz 
Montaje: Freddy Waff 
Música: Mitch Lee 
Duración: 86 minutos
Año: 2019


4 puntos


POLICIAL DESINFLADO

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

El arranque de A quemarropa es prometedor, con Abe (Frank Grillo) huyendo herido de una mansión luego de un tiroteo, corriendo por la calle tratando de eludir a unos hombres que lo persiguen y finalmente siendo atropellado antes de que su hermano Mateo (Christian Cooke) lo rescate, para luego ser enviado a un hospital. Sin embargo, ya algunas cosas empiezan a sonar mal, y no es porque a continuación veamos al enfermero Paul (Anthony Mackie), con su rutina feliz junto a su esposa embarazada, hasta que se ve obligado a ayudar a Abe en una nueva carrera, esta vez contra el tiempo y contra un grupo de policías corruptos.

No, las cosas empiezan a sonar mal desde el ensamblaje de la banda sonora, que en algunos pasajes pareciera encarar para el lado de la comedia policial, para en otros inclinarse por el policial más duro y crudo, sin terminar de decidirse por alguna de las vertientes de manera definitiva, e incluso mostrando un evidente –e improductivo- desencuentro entre lo que se muestra desde la imagen y lo que se escucha desde la música. Y eso es apenas una muestra de los problemas que aquejan al film de Joe Lynch, remake de un drama criminal francés del 2010 y producción original de Netflix.

La simple premisa de dos hombres que deben unirse a regañadientes para enfrentarse a poderes que los superan en número y recursos tenía su veta prometedora, pero A quemarropa nunca llega a explotarla en todo su potencial. Eso está directamente relacionado con sus indecisiones: si hay pasajes donde amaga con parecerse a los crudos policiales de los setenta; y otros donde replica los mecanismos narrativos y tonales de los films de acción de los ochenta al estilo Arma mortal o 48 horas –que también tenían sus cuotas de humor en el medio del dramatismo-; su tibieza la termina condenando a ser como esos thrillers mediocres de los noventa.

Es cierto que A quemarropa intenta un ejercicio de autoconsciencia, haciéndose cargo un poco de su carácter de entretenimiento superficial y destinado al mercado doméstico, pero eso no le alcanza para salir de lo estereotipado, con personajes que nunca llegan a ser realmente atractivos o respetados en lo que podían llegar a ofrecer. Ni siquiera llega a sacarle el jugo a las presencias de Grillo y Mackie –siempre rendidores- o incluso de Marcia Gay Harden, eterna actriz de reparto que aquí compone a una policial que quizás merecía un relato que la contuviera mejor. A medida que avanzan los minutos, A quemarropa se va desinflando y arriba a un cierre carente de impacto. Lo que podría haber sido una persecución apasionante, termina siendo apenas una carrera insustancial.

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