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24 líneas por segundo: de Game of thrones y otros finales

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Terminó Game of thrones. Todo el mundo se enteró. Hasta mi madre, que mira las tiras de Suar por Volver. Y como suele ocurrir, el final generó controversias entre los que lo defienden y los que lo cuestionan. Particularmente no estoy en ninguno de los bandos porque nunca vi la serie, pero los acalorados debates me trajeron a la memoria otros finales polémicos o no de los cuales sí fui testigo. Me gustaría repasar específicamente cuatro que representan diversas posibilidades a la hora de encontrar un cierre definitivo para una serie, después de varias temporadas. How I met your mother: es mi sit-com favorita de todos los tiempos, pero su última temporada fue absolutamente fallida por una apuesta que sale mal, que es centrar todos los capítulos en un mismo espacio-tiempo, la boda de Robin y Barney. Pero además tiene el plus de un último capítulo que si bien recupera parte del timing cómico perdido en las últimas temporadas, falla al aportar una resolución tan forzada como inesperada, aún cuando sucede lo que la mayoría pensábamos que iba a suceder desde el comienzo. Breaking bad: acá me meto en un buen lío porque se trata de uno de los finales más apreciados y celebrados. Pero la serie de Vince Gilligan ofrece una estupenda última temporada, con uno de los mejores capítulos de la historia de la televisión (Ozymandias) y un capítulo final demasiado celebratorio de su protagonista y alejado de la negrura que prometía, con villanos demasiado villanos (los nazis) y un heroísmo algo infrecuente para la serie. Lost: en verdad aquí tenemos un casi similar al de How I met your mother, una última temporada que es en verdad una apuesta pero carente de rumbo y de interés. Sin embargo, en el último episodio se redime, le encuentra una salida satisfactoria al conflicto y esquiva todas las especulaciones de los fanáticos sin perder la lógica. Y el final es indudablemente triste y melancólico. Mad Men: si buscamos perfección, seguramente la serie de Matthew Weiner cubre todos los casilleros. No sólo la última temporada se vuelve existencialista y trágica, sino que el último capítulo cierra las líneas argumentales con inteligencia y cariño por sus personajes, además de encontrar en su último plano la síntesis perfecta para su personaje principal: una clase de yoga, una sonrisa y la fórmula ideal para unir marketing con espiritualidad, a través de una publicidad hippie de Coca-Cola.

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