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Bird box: a ciegas

Título original: Bird box
Origen: EE.UU. 
Dirección: Susanne Bier
Guión: Eric Heisserer, basado en la novela de Josh Malerman
Intérpretes: Sandra Bullock, Trevante Rhodes, John Malkovich, Sarah Paulson, Jacki Weaver, Rosa Salazar, Danielle Macdonald, Lil Rel Howery, Tom Hollander, Machine Gun Kelly, BD Wong, Pruitt Taylor Vince, Vivien Lyra Blair, Julian Edwards, Parminder Nagra, Rebecca Pidgeon, Amy Gumenick, Taylor Handley, Happy Anderson
Fotografía: Salvatore Totino
Montaje: Ben Lester
Música: Trent Reznor, Atticus Ross  
Duración: 124 minutos
Año: 2018


4 puntos


PERSONAJES MATAN RELATO

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

De a poco, Netflix empieza a instalar en la discusión no solo series –que era el gran fuerte de su catálogo- sino también películas, y no solo por la senda más “artística” –como con Roma, que va por todos los premios y en el medio genera su dosis de polémica- sino también por el lado más cercano al blockbuster, que igual no deja de tener sus ambiciones. El estreno de Bird box: a ciegas –el lanzamiento más exitoso del servicio de streaming hasta el momento, con 45 millones de visionados en su primera semana- parece ir consolidando esta tendencia, a pesar de que estamos ante un film bien vendido pero definitivamente sobrevalorado.

El arranque de Bird box promete, por su tono seco y despiadado, en medio de la acción: hay una mujer (Sandra Bullock) que le dice a dos niños, de manera dura e imperativa, que tienen que emprender un viaje en bote que durará dos días, y que bajo ningún concepto deben sacarse las vendas alrededor de sus ojos. A partir de ahí, el film de Susanne Bier irá alternando entre ese viaje en el presente y el pasado, donde irá explorando cómo cinco años atrás irrumpieron unas ominosas e invisibles presencias que llevan al suicidio a la mayoría de la población humana.

Pero la promesa inicial se va diluyendo, porque si bien Bird box acierta al brindar escasas (o nulas) explicaciones sobre esos invasores, sus orígenes e intenciones –lo cual potencia el misterio y la tensión-, su foco está en el drama humano, y ahí es donde trastabilla. Las dificultades empiezan por la protagonista que interpreta Bullock, una mujer que no se decide a asumir su maternidad y que en muchos aspectos va avanzando por el escenario apocalíptico desde la negación de su rol, algo que el guión de Eric Heisserer (el mismo de la infladísima La llegada) trabaja con un nivel arbitrariedad llamativo, en base a decisiones carentes de sutileza: por ejemplo, en la decisión de ella de llamar a los dos pequeños “Nino” y “Niña”, como para dejar bien en claro (no sea cosa que el espectador no se dé cuenta) que le cuesta hacerse cargo de que es madre y que esas diminutas personas a las cuales debe proteger y educar poseen identidad.

Ese trazo grueso a la hora de construir la historia de su protagonista se contagia al resto del reparto, repleto de personajes estereotipados: el energúmeno tan individualista como inteligente; la mujer torpe y dependiente; la gente bienintencionada y que seguro va a terminar mal; los oportunistas; el que tiene inequívocos motivos ocultos; y el tipo dulce, leal y comprensivo, que seguro se va a enamorar del personaje de Bullock. Y el problema no es tanto la sucesión de estereotipos, sino que la superficialidad en sus retratos quiere disfrazarse de solemnidad, porque la verdad que casi ninguno tiene algo relevante para aportar. De ahí que no sea tan casual el desfile de nombres de peso: John Malkovich, Jacki Weaver, Tom Hollander, Sarah Paulson y BD Wong, cada uno a su manera, aportan algo de dignidad de distintas formas, logrando generar algo de empatía con muy poco material.

Si todo está sostenido con alfileres y se nota demasiado a pesar de puntuales logros formales (por ejemplo, el juego con el fuera de campo), el cierre de Bird box para toda su trama no tiene el más mínimo riesgo. De hecho, es el más fácil y obvio posible, resolviendo los dilemas íntimos, grupales y generales a las apuradas, con un giro que se ve venir a la distancia, sin construir enigmas originales o arribar a respuestas estimulantes. Por eso su éxito solo puede explicarse desde un marketing astuto y no mucho más.

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