Un film que, desde su escasez de ideas e incapacidad para sorprender, muestra que el mundo de los X-Men construido por Fox ya estaba notoriamente agotado.
Una continuación que, sin ser una buena película, es definitivamente la mejor entrega de su saga, aunque la favorece la comparación con sus pésimas predecesoras.
Esta unión entre Netflix, Will Smith y David Ayer busca combinar de manera fluida el policial con lo fantástico, pero se le nota demasiado el cálculo y la necesidad de construir una saga.