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MAR DEL PLATA 2018: reseñas de la Competencia Latinoamericana


Bixa travesty, de Claudia Priscilla y Kiko Goifman / 7 puntos


Una película que contenga este tema, en esta época, puede complicarse para criticar ya que todo lo que trae aparejado puede ser susceptible hacia todos los lados. La figura de la cantante, bailarina y activista trans brasileña Linn da Quebrada tiene tanto magnetismo que muchas de las imágenes que vemos en pantalla, nos hacen descubrir que ya todo cambió y no hay vuelta atrás en el tema de género por más que a muchos les moleste. Ella escupe (utiliza esta palabra en una de sus letras) realidades que van más allá de los trans de su país. Su música es funk pero no vemos moverse los tradicionales culos de las chicas afro-descendientes que la cultura machista, como dice la intérprete, nos tiene acostumbrados. Acá hay culos que bailan, el de las maricas-travestis (Bixa-Travesty), porque como dice Linn es un lugar que ella se creó y al cual le gusta pertenecer. Descripciones en sus letras en las que una verga deja de ser un elemento de poder del hombre, para pasar a ser un adorno que se mueve al ritmo que propone la banda o una palabra para provocar. Entre los aciertos del documental, citamos los momentos divertidos entre Linn y su compañera de banda Jup du Bairro con quien hacen un programa de radio, las performance en video mostrando sin temor su cuerpo, la relación con su madre (quien todavía le dice “él”) y el buen timing para develar un problema de salud sin caer en el golpe bajo. Gabriel Piquet


Cómprame un revólver, de Julio Hernández Cordón / 7 puntos


En un futuro el país estará manejado por los narcos y la población femenina disminuirá. Con este texto comienza la historia ambientada en un post-apocalíptico desierto de México. Una niña que usa una máscara para que no sepan que es mujer, es la hija de un músico adicto que cuida una cancha de béisbol que utilizan los narcos. Ella tiene un grupo de amigos, a uno de ellos, Angel, le falta un brazo (este dato que parece no servir para nada tendrá más valor a medida que avanza el relato).Una noche algunos narcos van a jugar a la cancha, el primo del jefe intenta tomar prisionera a la niña y sus amigos, y el padre de ella los mata. El jefe de los narcos le perdonará la vida si lleva a la niña y sus músicos a una fiesta que dará a la noche. La película explota muy bien los pocos elementos con los que cuenta, el padre que intenta defender a la niña manteniéndola junto a él todo el tiempo (en un momento la tiene encadenada) para que no se la roben, las buenas intenciones de la hija escondiéndole las drogas para que no consuma (detonante para otro problema mayor), el grupo de niños que “entrenan”; y uno se imagina que en breve serán futuros sicarios. Todo esto como pequeños pasos que lleva a otro lugar, pero nunca mejor. El film es escurridizo, se pasa por varios géneros, no se detiene en ninguno, convirtiéndose en su mayor virtud. Gabriel Piquet


Fausto, de Andrea Bussmann / 7 puntos


Dentro del conjunto de producciones fílmicas con intenciones visiblemente formalistas se encuentran aquellas que transitan por terrenos híbridos. Hay una pregunta que las atraviesa en relación con qué hacer con las imágenes, cómo hacerlas entrar en juego en el desgastado mundo del audiovisual. Tal vez en esta línea debamos entender Fausto, una huida de la gran urbe para refugiar el ojo en la costa oaxaqueña de México y sumirnos en un cuadro onírico donde se conjugan el pacto fáustico, las leyendas ancestrales y el presente, sin saber bien a dónde vamos ni dónde estamos. Esta desorientación es productiva cuando el registro poético gobierna las imágenes a través de un acercamiento que combina el relato en off con una mirada de corte etnográfico. El escenario es una playa que alberga varios misterios provenientes de la época precolombina. Lejos de la postal turística paradisiaca, Bussmann elige teñirla de oscuras texturas digitales tendientes a instalar incertidumbre y buscando explorar ese espacio para convertirlo en otra cosa. Los personajes que intervienen (actores no profesionales) son utilizados en una trama que guarda sutiles conexiones con el clásico literario, pero enseguida se percibe la estrategia orientada a priorizar, antes que una adaptación en términos convencionales, una atmósfera. Y sobre todo, un interesante mecanismo de asociación que involucra la vieja historia europea del pacto con el diablo y los mitos indígenas que deambulan como el viento por la isla. Guillermo Colantonio


Introduzione all’Oscuro, de Gastón Solnicki / 7 puntos


Hay que reconocer en este nuevo film de Solnicki la continuidad de una voz personal dispuesta a dejar su sello, experimentar y subvertir convenciones de género a la hora de representar en el cine alguna temática, ya sea desde la ficción o la no ficción. Y esto se menciona a pesar de que Kékszakállú (2016) resultó, a quien escribe, un ejercicio auto indulgente carente de la espontaneidad que tanto se pretende, a pesar de sus virtudes. Sin embargo, aquí hay en el acercamiento a la muerte de su amigo Hans Hurch (figura mítica de la Viennale) un relato emotivo que se plantea con una espontaneidad genuina, la urgencia de reconstruir la ausencia de una persona que ya no está, el duelo. Y lo hace con un tono personal, comprometiendo su figura para recorrer las calles y locales de Viena donde Hurch solía pasar sus horas, repitiendo sus rituales y rastreando sus obsesiones. En algunos segmentos la contundencia de las imágenes y cómo ilustra a su ausente protagonista es sumamente efectiva: la secuencia en el cementerio es un ejemplo. El archivo como un elemento de soporte a través de la voz en charlas o a través de las cartas y fotografías dialoga así con la construcción que Solnicki hace de Hurch en la ciudad donde supo vivir. Cristian Mangini


La casa lobo, de Cristóbal León y Joaquín Cociña / 7 puntos


El horror y la ambigüedad simbólica del cuento de hadas se han transformado ocasionalmente en una lúcida herramienta para definir desde la perspectiva de los niños un mundo que les resulta hostil. El laberinto del Fauno de Guillermo del Toro es un buen ejemplo de ello al tomar el escenario de la Guerra Civil Española. Esta ópera prima implica al menos tener cierto conocimiento de los horrores que ocurrieron en la Colonia Dignidad en Chile, un pequeño enclave alemán dirigido por un refugiado nazi que torturó, sometió, manipuló a sus habitantes y ejerció la pedofilia. Beneficiado por sus contactos con la dictadura pinochetista -ya que, además, el lugar fue centro de detención- y cargos alemanes, permaneció impune incluso una vez finalizado el régimen. El film, que utiliza un stop-motion de figuras que se construyen y reconstruyen, modificando su propio espacio, utiliza como móvil el cuento tomando la influencia de los Grimm o Perrault para subvertir su contenido y hacer de María, el lobo y los dos chanchitos simbolismos del trauma psicológico que atraviesa la protagonista tras su huida de la siniestra colonia. El relato macabro puede tornarse denso en algunos segmentos, pero su creatividad y anarquía se muestra como una herramienta liberadora. Cristian Mangini


La migración, de Ezequiel Acuña / 6 puntos


Guille viaja a Perú en busca de un amigo llamado Nico, con el que tuvo una banda de música hace muchos años en Buenos Aires. Al llegar a Lima, no lo encuentra y comienza a investigar qué fue de su vida. La película tiene un anclaje en el pasado (constantemente se referencian cosas de los 90). Se nota que el personaje interpretado por Santiago Pedrero es un alter ego del propio realizador, hay algunos pasajes en que la nostalgia del “antes era mejor” se deja ver (el comentario sobre las fotos analógicas y las digitales). Los personajes más jóvenes son lo que los grandes quisieran seguir siendo, como si nunca hubieran terminado su adolescencia. Es una película que por momentos falla: cuando se intenta no decir cosas y darlas por sentado queda todo muy forzado (qué fue de Nico); algunos personajes sirven más para mostrarlos en otra faceta (el guitarrista que no termina sus temas y se saca selfies) y suman en la trama. Sin duda lo mejor del film es el intercambio de escenas entre el personaje de Pedrero con la joven actriz peruana Paulina Bazan (gran carisma y soltura para decir los diálogos), que logran los momentos más frescos. Ahí es cuando todo es llevado al terreno del cine adolescente, a ese estado de gracia que podemos ver en las caras de los personajes cuando se cuentan sus cosas y las diferencias, no sólo generacionales, en lo que escuchan o piensan, sino también entre los modismos que identifican las diferencias culturales. Gabriel Piquet


Las cruces, de Teresa Arredóndo y Carlos Vásquez / 8 puntos


Este documental funciona como un doloroso enlace entre el pasado y el presente, siendo un puente entre lo que ocurrió días después del golpe cívico militar a Salvador Allende y las voces e imágenes del presente de la comunidad donde se alza la CMPC. El hecho al que hace referencia es la desaparición de 19 trabajadores de la empresa papelera en septiembre de 1973, revelándose 40 años después lo que ya se sospechaba: los trabajadores habían sido fusilados y enterrados en una fosa común. La forma en que esta causa abierta varios años después se va revelando con un archivo de documentos judiciales resaltados esquemáticamente, a los que les ponen voz algunos de los habitantes de Laja y San Rosendo, puede resultar fría pero la voz da una calidez que contrasta con las dolorosas descripciones de lo que sucedió con los cuerpos y la forma en que se ejecutaron las órdenes. Esto dialoga con largos planos estáticos que documentan la vida cotidiana de Laja, atravesada por la papelera que -como se comprobó- participó activamente en la desaparición de los operarios. Las imágenes dan así una presencia espectral a las cruces que recuerdan a las víctimas, el horror al que las imágenes y el sonido ocasionalmente ponen en escena como una huella indeleble. Cristian Mangini


Rosita, de Verónica Chen / 5 puntos


Lola (Sofía Brito), vuelve a su casa y no encuentra a su hija Rosita, sus otros dos hijos le dicen que salió con su abuelo Omar (Marcos Montes) y todavía no volvió. Lola comienza a preocuparse porque tardan en volver, el contexto de escuchar sobre casos de violación y muerte en los noticieros no ayuda para que se calme, el tiempo pasa, hace una denuncia y salta en la comisaría que su padre tiene antecedentes. La niña regresa, tiene una lastimadura, y el relato del abuelo presenta lagunas. Lola sospecha que su padre haya abusado de la niña. Toda esta primera parte del relato está bien, el problema comienza cuando se remarcan constantemente algunas cosas para que se pueda entender que la relación entre padre e hija viene mal de antes. La película quiere tocar un tema importante, pero se desvanece porque no tiene sutilezas, se quiere trabajar sobre el terreno de lo que no se dice y se termina diciendo de más por la carga constante en los textos. Las breves apariciones de Javier Drolas y Luciano Cáceres están correctas, aunque el personaje de Cáceres termina siendo muy anecdótico, y sirve para explicar algo del pasado del padre de Lola, que en el final de la película servirá para subrayar de forma excesiva otra de las subtramas. Algunos actores están fuera de registro y su forma de expresar los diálogos queda sobreactuada. Gabriel Piquet

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