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MAR DEL PLATA 2018: críticas de la Competencia Argentina


Construcciones, de Fernando Martin Restelli / 5 puntos


Este documental sigua a Pedro, un sereno de un edificio en construcción (puede trabajar en la obra también, pero no se lo muestra en esa actividad). Vive con su hijo menor en un barrio de la periferia rural de Córdoba. También participan en la película su otro hijo y su cuñada (esta relación la interpreto yo, no queda muy claro). La interacción diaria entre padre e hijo menor es lo mejor del documental, la espontaneidad del niño en varios pasajes logra traspasar al terreno de la ficción aunque lo que hablen no este guionado. El problema es la sobrecarga de información sobre lo que vamos descubriendo, todo esto marcado por un noticiero radial que parece siempre estar en sintonía con lo que hacen o piensan lo intérpretes. La figura del padre, más allá de su cotidianeidad, no logra trasmitir mucho sobre lo que piensa o siente. Cae nuevamente en lo explícito en la escena que se lo ve con una mujer que le acaricia el pelo, para que en otra acción se escuche en la radio sobre una línea telefónica que atiende a personas solas. Gabriel Piquet


El árbol negro, de Máximo Ciambella y Damián Coluccio / 5 puntos


Es notable la fotografía y los primeros minutos son realmente buenos. Unen imágenes casi mágicas con un relato de leyenda. La voz en off se mezcla con los paisajes potenciándose. Luego de esto, ya nos encontramos con un film un tanto desparejo. Por un lado, aparece intercalado el estilo de los primeros minutos, como algo azaroso, que no pareciera tener un criterio. Por el otro, presentan un relato sobre la comunidad qom y en especial la historia de Martín. Se muestran así escenas sobre la vida que llevan, los diálogos entre ellos y parte de su lucha: las asambleas y los cortes. Pero este aspecto no parece profundizar mucho más que lo que ya han hecho otros films con el mismo estilo (se puede mencionar a Be jam be, la canción sin fin y Martirio). Quizás un punto que podría haber sido fuerte como la narración mágica en la que se mezcla la tradición Qom y una excelente captura del paisaje, queda relegado a un criterio híbrido, en un todo que no se define muy bien y al que le cuesta la fluidez. Melody San Luis


El día que resistía, de Alessia Chiesa / 8 puntos


La infancia de tres niños nos acerca un mundo de juegos en el que todo problema se pasa cantando “hay que llamar al lobo”. No sabemos la causa de por qué ellos pasan días sin la presencia de un adulto, y realmente son pequeños. Este aspecto es el que moviliza al film y el que también genera cierta incomodidad. Como en el cuento Casa tomada de Julio Cortázar, pueden generarse diferentes interpretaciones de lo que pasa en el film, pero al final todas son válidas, porque no se sabe cómo se llegó a eso. La visión a la que asistimos es la de los niños, por eso el tiempo pareciera estar trastocado. Lo mismo pasa con la visión, hay planos generales, pero nunca se puede observar bien la dimensión que tiene el lugar en el que están. La casa que habitan junto al bosque, en el que se sitúa, parece ser un laberinto, en el que la inmensidad es una buena oportunidad para el juego, pero también para el miedo. Por último y no menos importante, mencionar que el film está apoyado especialmente en sus protagonistas, los tres con personalidades atractivas y diferentes. Melody San Luis


El hijo del cazador, de Germán Scelso y Federico Robles / 7 puntos


La historia en primera persona de Luis Alberto Quijano hijo, nos cuenta la relación con su padre, el represor Luis Alberto Cayetano Quijano, que fue uno de los torturadores del centro clandestino La Perla en la ciudad de Córdoba. El protagonista habla de muchas cosas: su “reclutamiento” a los 14 años por parte de su padre que lo llevaba a realizar tareas que consistían en hacer desaparecer bibliografía que ellos creían relacionadas con el comunismo, su paso por la Gendarmería, su rechazo constante a su madre, su fanatismo con las guerras rusas y el casamiento con su segunda mujer. Si bien Quijano hijo denunció a su padre por todos los delitos que cometió, sabe que le cuesta estar de acuerdo con muchas cosas que piensan los familiares de las víctimas de su padre. La naturalidad con que los realizadores lo registran incomoda en muchos momentos por las declaraciones que hace, pero esto mismo es lo más valiente del documental, lo dejan hablar sin juzgarlo. Es ahí en donde vamos indagando y descubriendo el universo de este personaje que muestra el entorno en el que vivía (el padre le hacía escuchar grabaciones con las torturas que realizaban, marchas nazis), la plata que veía sobre la cama de sus padres luego de volver de saquear las casas de las víctimas. Lo que cuenta su actual mujer bielorrusa, también da una idea que transforma la tranquilidad con la que el personaje habla a cámara. Deja escapar algunos detalles que omite el entrevistado sobre cómo es en su vida privada. Gabriel Piquet


El lugar de la desaparición, de Martín Farina / 6 puntos


Desde lo formal este film explora la yuxtaposición, tanto de sonidos y de imágenes. A partir de los ruidos y las voces se construye una idea de tiempo en la que pasado, presente y futuro parecen convivir. Es mediante esto que podemos acercarnos a la sensaciones de una familia que vive la crisis de la muerte de su madre, quien se encargaba de mantener a todos los hijos unidos. Las fotografías y los videos de archivo también van construyendo los recuerdos, aparecen todos mezclados, sin criterio cronológico, tal como interpretamos que viven el presente cada uno de los integrantes. En cuanto al género, este film mezcla el documental con la ficción. Esto le permite ingresar en pantalla escenas con más naturalidad. Dada la temática, el ritmo, la música y los ambientes oscuros, mantiene cierta tensión, pero luego el recurso empieza a agotarse, haciendo que el film pierda fuerza. Melody San Luis


El llanto, de Hérnan Fernández / 6 puntos


Con un ritmo paciente, el film toma un riesgo que tiene beneficios y debilidades. Se narra la historia de una joven correntina que vive su maternidad reciente prácticamente en soledad. Aún consciente de las formas de comunicación aceleradas que vivimos en la actualidad, el director decide tomar un estilo de narración en el que impera la espera y la repetición. Es difícil entrar a la lógica que propone, es fino el límite entre estar adentro o salir del film. Sin embargo, es valorable el lugar incómodo que asume. Mediante estas formas es posible apreciar muchas interpretaciones sobre la historia que propone. Entre estas consideraciones podemos notar que la ausencia de diálogos es una constante. La palabra está de la mano de la religión, son casi las únicas escenas en donde se habla. La biblia impera su voz sobre el silencio en vida de la joven. La repetición de actividades y lugares de la vida cotidiana de la muchacha van abriendo, a medida que volvemos a ver las imágenes, nueva información. Los datos siempre parecen pocos, porque se juega con la intriga de no saber bien si se está entendiendo del todo la historia. Aunque no es fácil mantener la atención en un estilo de película así, en la que se sostiene una misma escena por varios minutos, vale la pena entrar en otra lógica de pensamiento por un rato.  Melody San Luis


Julia y el Zorro, de Inés María Barrionuevo / 7 puntos


Desde un ambiente lúgubre presenciamos la relación entre dos mujeres, Julia y Vicky, madre e hija. Durante todo el film es posible observar cómo la vida desborda a Julia, el dolor es palpable, desde las filmaciones oscuras hasta los ambientes que habitan. Julia y el Zorro trabaja de forma sugerente la ausencia que penetra en ambas. Los lugares en los que están, en especial la casa, que se encuentra sumamente deteriorada, permiten acceder a la sensación que ellas están teniendo. Pero a su vez, cada una lo enfrenta de diferente manera. Vicky, como un juego, muy propio de su edad. Julia, sin embargo, pasa el tiempo como puede, viviendo el instante. Su relación logra llamar la atención por la conexión que entablan, por sus cuidados cálidos. Julia tiene una personalidad que genera simpatía, es ácida, suspicaz y de pocas palabras. Vicky, aunque distinta, tiene contestaciones muy parecidas. Entre ellas aparece Pablo, quien mediante una amistad muy contenedora, renueva el aire de ellas. El trabajo con los vínculos le otorga gran fortaleza a este film. Melody San Luis


La cama, de Mónica Lairana / 6 puntos


El trabajo con la desnudez es impecable, los cuerpos deambulan con tal naturalidad que al verlos de vez en cuando vestidos parecen extraños. El pudor puede aparecer por parte de los espectadores, pero no es la intención del film. Aquí hay una celebración de los cuerpos que no se adaptan a los estereotipos. Cuerpos adultos, con arrugas, pelos y figuras hermosas por sus particularidades. Están al desnudo, y es que esto también está vinculado a la intimidad a la que se accede. Nos adentramos a los detalles más personales de una pareja que se está separando. Accedemos así a sus prácticas (que pueden generar incomodidad) y sus recuerdos mediante los objetos. Los elementos de la casa, único sitio donde se desarrolla el film, componen un diálogo con los silencios y las miradas perdidas. Melody San Luis


La huella de Tara, de Georgina Barreiro / 6 puntos


Este documental que ilustra la vida en una pequeña aldea tibetana, con el ocasional trasfondo del Himalaya, construye un mapa cotidiano en un lugar tan distante como próximo. Y aquí está el punto más destacable del documental de Barreiro: la forma en que nos acerca a la vida cotidiana de esa aldea permite que esas pequeñas viñetas resulten cercanas, evitando el habitual pintoresquismo al acercarse a otra cultura. La educación, la comunión con la naturaleza, la alienación tecnológica, el poder político, la religión como un elemento inmediato y palpable, el choque generacional y la muerte son algunos de los temas más o menos desarrollados, en algunos casos con solvencia y en otros como un apartado anecdótico y superficial. Es que también hay que decir que La huella de Tara cuenta con problemas de guión: el núcleo puesto en la preparación de un festival local se pierde en el medio de escenas que nunca tienen un punto de vista, sino que parecen ser apenas elementos dispersos. El joven muchacho que aparentemente vertebra el relato -el documental comienza y finaliza con su presencia- resulta esporádico en la narración, siendo un mosaico caótico cuyo valor sólo puede apreciarse por segmentos, antes que en su integridad. Cristian Mangini


Yo niña, de Natural Arpajou / 8 puntos


La vida de una niña en una familia que intenta mantenerse por fuera del sistema capitalista es contada de una manera muy atractiva. El film puede dividirse en tres partes bien marcadas. Mientras que al principio se torna idílica la forma en la que viven, principalmente por la belleza del lugar en el que están, luego se generan muy dificultosas ciertas situaciones. El paso por la ciudad, la parte del medio del film, genera un corte en la familia. Aún sin abandonar sus convicciones empiezan a visualizar limitaciones de la forma en la que viven. Además de estos cortes generales el film genera diferentes climas en los que podemos acceder a una visión más compleja sobre la vida de estas personas. La fotografía es un elemento muy importante en este sentido. No sólo va acompañando las circunstancias, sino que presenta a Armonía y a los lugares en su esplendor. La niña, de modo tan desenvuelto y llamativa por su personalidad, le permite a la película no caer en el dramatismo. Pero también es mediante ella que analizamos las contradicciones de la vida que llevan, la niña se anima a cuestionar lo que los adultos no. Julia, la madre, también ofrece una actuación muy buena, en la que encara a un personaje que explora cambios ánimo que parecen presentar a diferentes mujeres. Melody San Luis

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