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Upgrade

Título original: Ídem
Origen: EE.UU. 
Dirección: Leigh Whannell
Guión: Leigh Whannell 
Intérpretes: Logan Marshall-Green, Melanie Vallejo, Steve Danielsen, Abby Craden, Harrison Gilbertson, Benedict Hardie, Richard Cawthorne, Christopher Kirby, Betty Gabriel, Simon Maiden, Sachin Joab, Clayton Jacobson
Fotografía: Stefan Duscio
Montaje: Andy Canny
Música: Jed Palmer 
Duración: 100 minutos
Año: 2018


6 puntos


EL ETERNO DILEMA DEL HOMBRE-MÁQUINA

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

Buena parte de las obsesiones de Leigh Whannell como guionista y director pasan por lo corporal. En las películas que escribe y dirige, como las de la saga de El juego del miedo y La noche del demonio, los cuerpos son intervenidos de diversas formas: golpeados, violentados, torturados, llevados al límite, poseídos, degradados. Desde ahí, lo que prevalecen son los tonos sombríos y una búsqueda por el impacto desde la puesta o la composición de los planos que suele caer en unos cuantos excesos moralistas.

Pero también el cine de Whannell es de premisa y giros que buscan ser ingeniosos, y Upgrade es una película que indudablemente busca montar un gancho para captar la atención del espectador. Hay un futuro no muy lejano donde la tecnología controla todos los aspectos de la vida; un tecnófobo que en un asalto pierde a su esposa y queda paralizado; y una especie de chip experimental llamado Stem que es capaz de devolverle la movilidad pero que también tiene pensamiento propio y lo va empujando a una sangrienta búsqueda de venganza.

El realizador se toma su tiempo para trabajar el drama del protagonista y su vínculo con esa máquina que le habla desde adentro de su cuerpo, lo cual es saludable. También hay que reconocer que hay un par de hallazgos desde la puesta en escena, que no necesita de un gran despliegue estético para delinear un futuro verosímil y diseña unas secuencias de acción ciertamente atractivas; y que Logan Marshall-Green demuestra desde el protagónico que es un actor que no necesita de la sobreactuación para dejar patente los padecimientos y dilemas de su personaje. Durante buena parte de su metraje, Upgrade es un entretenimiento que se sabe de segunda línea, no pretende ser más que eso y lo hace bastante bien.

El problema surge hacia el final, cuando Whannell quiere ponerse en astuto y hasta dar lecciones sobre cómo la tecnología puede volverse en contra de su creador hasta hilvanar un camino propio. Esto ya se dijo una enorme cantidad de veces (ahí tenemos a sagas como Terminator o Matrix para certificarlo) pero la película parece no darse cuenta y vuelve a aseverarlo en tono solemne como si fuera algo nuevo. Cuando avanza como un policial futurista, Upgrade fluye sin inconvenientes y eso se impone a los discursos seudo-filosóficos o la moralina de manual.

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