No estás en la home
Funcinema

Ignacio Olivera y Juan Pablo Schapira: “Nos da alegría de que haya un circuito off y que funcione”

Por Paola Jarast

(@funcinemamdq)

FUNCINEMA conversó con los creadores de la obra musical Mamá está más chiquita, desarrollada en el marco de la Bienal de Arte Joven 2017 y ganadora de la convocatoria de Teatro Musical de la misma. Ignacio Olivera (libro) y Juan Pablo Schapira (letras) compartieron sus impresiones sobre esta última colaboración conjunta.

-Nuevamente ganaron la convocatoria de la Bienal de Arte Joven de Teatro Musical con Mamá está más chiquita, al igual que el año pasado con Caso de éxito. ¿Qué posibilidades les brindó haber ganado ese premio?

I.O.: Siempre hablamos super bien de la Bienal porque para nosotros fue clave las dos veces. Hay una presión de todas las semanas estar generando material. Te ordena y te da una fecha límite que es bastante exigente y ambiciosa, porque para ser una obra entera con todas sus canciones y todo su libreto, es poco tiempo. Al cabo de esos 3 meses de trabajo, terminás con un primer borrador que después se sigue puliendo.

J.P.: El trabajo en la Bienal es muy intensivo y enfocado. Estás apuntalado también por los compañeros y por los tutores. Creo que es por ese marco que te dan de ir a cursar. Siempre hablamos de esto porque un musical entero terminado en 3 meses y medio es rarísimo.

I.O.: Y está muy bueno ir probándolo todo el tiempo, ir teniendo la devolución de gente que está en lo mismo. No es tan común tener un grupo de compañeros dedicados al teatro musical, o músicos que están haciendo teatro musical o dramaturgos que hacen eso. Estoy cursando la Diplomatura en Dramaturgia en la UBA, y ahí por ejemplo soy el único que hace teatro musical.

¿Cómo es que pasaron de explorar un mundo tan cómico como el que trabajaron en Caso de éxito a este drama sobre el desamparo, la soledad y la muerte?

I.O.: Siento que tienen bastante en común. En las dos puse en juego el juego justamente. Me puse en un modo lúdico para escribir las dos cosas. Al principio de Mamá está más chiquita no sabía que iba a tener tanto que ver con la infancia. Y en realidad está bueno, porque esos lugares donde estás cómodo son los lugares donde estás fuerte también. Teníamos la premisa de que no íbamos a hacer otra comedia.

J.P.: Sabíamos que queríamos tocar otras teclas. Somos muy sinceros con lo que el material nos va mostrando y lo que la obra te va pidiendo cuando la vas escribiendo. A cualquier cuento se lo puede resumir en cuatro frases. Por ejemplo, este conoce a este, se pelearon, se amigaron, fueron felices. Todo lo que hay en el medio es cómo uno encuentra la forma de transitar ese universo, y ahí es donde uno pone su sello. No quiere decir que la historia sea muy distinta a todas las que vimos.

-¿En qué momento confluye el trabajo de los dos? ¿Los dos acuerdan la temática antes de comenzar a trabajar?  ¿Cómo empieza a fusionarse el aporte de cada uno, en lo que es más propio y específico de la labor de cada uno?

I.O.: Desde el primer momento. En este caso, escribimos algo para postularnos a la Bienal, y yo le pasé un par de ideas a Chapa. Después nos juntamos y nos preguntamos cuál nos interesaba más. Y a los dos nos pasó lo mismo.

J.P.: A mí hoy en día lo que más me gusta en mi vida es trabajar en teatro musical. Él se acuerda mejor de qué dijo cada uno y quién aportó cada cosa. Yo escribo con él hace más de cinco años. Que ya es un lugar que me cuesta abrir, porque a todos nos cuesta abrir un lugar de lo que hacemos en nuestra intimidad y compartirlo con alguien más. Una vez que vos pasás esa barrera, que me encanta pasarla con alguien con quien me siento cómodo, lo que me pasa es que desactivo el registro de los detalles y me entrego a esa charla. Empezamos a convivir con un objetivo en común donde cada uno pone lo mejor de sí para lograrlo. Sé que hay cosas de nuestras obras que no puedo hacer sin él, como seguramente haya cosas que él no puede hacer sin mí. Uno de los elogios que más recibimos es que se nota esa comunión en el material. Es muy delicado el lugar del hecho creativo. Tenemos por suerte una especie de territorio ganado de poco filtro y de confianza. Nosotros como autores somos muy obsesivos, y siempre tratamos  cuando escribimos de dejar la menor parte de cabos sueltos. Después por supuesto hay que montarlo y trabajar con los actores, pero tratamos de que lo que hay en el texto y en la música sea bastante orientador. Somos nuestros críticos más exigentes.

I.O.: Chapa todo el tiempo me tira ideas para la historia, que veces terminamos tomando, otras no,  pero siempre tienen un montón que ver. Nos interesa contar las mismas cosas.

J.P.: Creo que a ambos nos interesa contar lo mismo. Lo que viene pasando cuando trabajamos juntos es que la primera idea musical que se me ocurre cuando él me propone un momento musical suele ser la que después queda. Porque tenemos esa cabeza similar, y creo que por eso podemos discutir cosas y él me deja meterme en lo que está escribiendo a nivel escénico, a nivel personaje, porque el universo compartido es similar.

J.P.: Lo que también nos gusta mucho de trabajar con Marce (N. del r.: Marcelo Albamonte, director de la obra) tiene que ver con que a nosotros nos toca producir nuestra propia obra, y estar encima de muchas cosas que exceden lo meramente artístico. Entonces si viene alguien artísticamente a dirigir y se involucra por completo en el trabajo, uno puede respirar mejor. Respirar y atender otras cuestiones que no son solamente referidas al montaje y la dirección de una obra. A una obra hay que quererla, protegerla, tratarla con amor. Porque uno pone mucho de uno en eso. La obra es también un espectáculo, un producto, algo que se tiene que poder vender. Creemos que hemos aprendido de lo que hemos hecho antes y que  cada vez que hacemos algo nuevo entendemos mejor cómo hacer cada una de las patas que tienen que ver con hacer una obra.

-Los veo como dos grandes autogestores. ¿Cómo lo sienten ustedes? Tal vez en el musical off en la Argentina sea necesario ser muy autogestor del propio proyecto…

I.O.: Es difícil…si hoy viene alguien y me dice: “Quiero producir; yo me encargo. Vos vení al estreno y ponete un smoking”, ahora diría “qué bueno, genial”. Y no sé cuánto después me bancaría que el proyecto no esté más a mi cargo. Ahora me quejo y digo que me encantaría, pero si eso pasara, creo que sería todo un trabajo para mí.

J.P.: Comparto. Uno se pone la bandera de la autogestión porque no queda otra posibilidad.

-Pero les ha dado muy buenos resultados.

J.P.: Estamos felices con cómo salen las cosas. Pero lo que dice Oli lo comparto. Una cantidad de cosas uno las hace instintivamente y tienen que ver con producción y estrategia. Uno las hace porque no tiene el capital para que las haga otro. Pero si alguien me dice: “Yo me ofrezco a encargarme de esto, que es a lo que me dedico”, me va a interesar. Y yo me dedicaré a lo que a mí me toca que es lo que sí sé hacer bien. Nosotros como autores no estamos en un lugar privilegiado de que alguien nos está llamando y nos vaya  a pagar para escribir una obra y que otro la monte. Entonces estamos muy involucrados con el material. A mí como director musical, no me queda otra que tocar en vivo y dirigir la banda. Si yo fuera Ángel Mahler, tal vez puedo armar una partitura y que se encargue de tocarla otro. En este momento, esos lujos nosotros no nos los podemos dar. Entonces somos nuestros principales fanáticos y espectadores. Ignacio se sienta todas las semanas en distintos lugares de la platea, y yo la veo frente a mis ojos, como si estuviera en primera fila.

-¿Cómo armaron ese elenco? ¿Y cómo convocaron a Déborah Turza?

I.O.: Creo que fuimos un poco inconscientes. Yo nunca me planteé que a Deby le estaba proponiendo algo re loco.

-Pero ella está feliz. La he leído decirlo.

I.O.: Sí, pero es verdad que ella no venía de hacer este tipo de trabajos. Venía de cosas comerciales, de otra escala tal vez.

J.P.: Nosotros hablamos mucho cuando estamos escribiendo, y tratamos de pensar quiénes pueden ser las personas que hagan eso. Yo tengo la suerte de haber hecho mucho teatro musical independiente. Y me he rodeado de gente. Nosotros defendemos fervientemente que los personajes de una obra te hablan, y que hay un número acotado de personas adecuadas para esos personajes. No tratamos de tentar a la suerte y proponerle algo a un actor porque nos gusta cómo actúa.

I.O.: Ni pensamos “Este actor es amigo nuestro, la está pegando y puede traer gente”. Tratamos de que no lo haga el que pueda, si no aquel al que le quedaría super bien el personaje.

J.P.: Siempre lo que hacemos es pensar en dos o tres personas para cada personaje. Nos animamos a escribirles, sobre todo a contarles del aval de la Bienal, que es un buen punto a favor, porque les contamos que hay un premio, que la obra puede llegar a ganar, que puede llegar a estar en tal teatro. Lo que hacés es: mandás una canción, una escena, y esperás a ver qué le pasa al actor con ese material. Porque vos le estás pidiendo al actor que venga a probar un material. No se lo estás ofreciendo. Es un placer, y la gente que quiere venir, viene. Y charlamos,  nos conocemos. Y nos demuestra que los instintos están bien, que esos actores tienen que ver con esos personajes. Y es gente a la que uno ya conoce un poco, entonces no es como estar con completos desconocidos. El interés de Déborah por el material para nosotros fue una locura. Aparte acababa de ser mamá.

I.O.: Era un año en el que- ella lo cuenta también- se había propuesto no hacer casi nada, o nada de teatro. La hija era re chiquita, creo que tenía 6 meses. Deby se tomó unos días para pensarlo, y después nos dijo que sí.

J.P.: Alguna gente que ve mucho musical y ha visto Mamá está más chiquita, nos dice “qué bien que manejan las dos fibras, el drama y la comedia”. Todas las personas que se encontraban con el material tenían cosas para decir muy sentidas, fuertes y emotivas. Tomi Wicz (N. del r.: protagonista de la obra) cuenta la anécdota de que él estaba en el subte cuando nosotros le mandamos una canción, y se largó a llorar. Fue hermoso conocerlo. Siento que el material nos toca a todos de una manera tal que nos nuclea. Todos queremos contar esa historia y ser parte de ese universo. En las dos temporadas hubo mucha entrega por parte de todo el elenco. Mucha pasión y compromiso.

I.O.: Creo que en este tipo de proyectos, que dependen tanto de la voluntad de cada uno,  es clave que a la gente le guste lo que está siendo, para la continuidad y el éxito y que las cosas se sigan haciendo y que se hagan bien. Porque tal vez te llaman para trabajar en una empresa, y no te gusta mucho pero te dan un montón de plata. Entonces no importa tanto que no te guste. Lamentablemente, con plata no podemos tentar a los actores. A veces se gana más, a veces menos. El hecho de que estén todos tan enganchados es una alegría.

-¿Cómo ven el panorama del teatro musical acá? Tanto en el off como  en el comercial.  ¿Ven marcadas diferencias de calidad?

J.P.: Cuando uno considera los riesgos de producir algo, se encienden muchas alarmas. Las producciones comerciales son decisiones que tiene que ver con todas esas alarmas prendidas donde el balance entre lo artístico y lo comercial es delicado. Creo que estamos en un momento de mucha inteligencia por parte de productores. Lo que eligen poner, lo cuidan. Hablo del teatro comercial. Se lo vende bien, se lo presenta de manera linda, con calidad. Lo que está interesante es esa disyuntiva que tiene que ver con los nombres que son parte de un elenco, con la gente que pueden llegar a traer al teatro. Los polos entre el teatro musical comercial y el teatro musical independiente para mí están separados en ese sentido. Me parece que como autor y trabajador en teatro independiente hay que ser inteligente y asumir esas realidades para poder trabajar con más tranquilidad y confianza, sabiendo que esos polos están separados. Y que vos tenés que hacer un trabajo distinto y confiar en lo que proponés en el circuito off.  Siento que de base hay un chip que al menos yo activo a la hora de trabajar para no confundir las expectativas. Artísticamente, siento que está parejo. Los productores grandes no son descuidados a la hora de presentar un producto. Sunset Boulevard seguramente es de lo mejor que hay para ver técnicamente. Lo que lamento mucho como autor es la gran cantidad de gente que no sabe que hay autores que estamos trabajando cosas con un nivel de compromiso y criterio. Lo que me parece alarmante es que ni siquiera figuren en el panorama esos nombres. Este año Silvina Ajmat escribió una nota en La Nación sobre cómo se está trabajando en teatro musical acá en la Argentina. Es una linda nota. Es algo en lo que pienso mucho, porque necesito que podamos seguir trabajando felices y tranquilos y confiando en lo que tenemos para hacer. Entendiendo que si no hay cierto lugar, no tiene que ver con la falta de calidad o criterio artístico de lo que estamos trabajando.

I.O.: Creo que la gente que está haciendo teatro musical acá está cada vez más profesional y más en línea con un estándar internacional. Con Mamá está más chiquita, nos va re bien para lo que es el teatro off. Ahora hay un florecimiento de un montón de gente que baila re bien, canta re bien, actúa re bien, escribe muy bien y hace muy buena música para teatro musical. Por ejemplo, en La desgracia se animan a hacer música orquestal con viento, cuerda.

-Entiendo; ustedes hablan de una cuestión de criterio de realidad.

J.P.: Eso. Porque si hay una bandera que tengo, más que la de la autogestión, es la de la autoría, de escribir y generar material.

I.O.: Nos da alegría de que haya un circuito off y que funcione, que haya gente que venga a ver tu obra y a compartirla con vos. Podés ser una persona cualquiera y montar tu obra.  Ese circuito está muy desarrollado acá. En la mayoría de los países, tenés que conseguir un súper subsidio para montar tu obra. Acá no es fácil ser autor de teatro comercial. Pero es bastante fácil, si tenés la voluntad, poder estrenar. Hay una forma de producción a disposición.

J.P.: Respecto de lo que acaba de decir Oli de otros países, creo que es inevitable para los creativos de cualquier área del ámbito teatral dejar de hacer. A mí me entusiasma todo el teatro que hay en Buenos Aires. Me parece que es saludable darle un lugar a esa gente que está tratando de hacerse un camino al escribir.

I.O.: Volviendo a la Bienal, para mí eso es algo super rescatable del propósito de ese seminario, de ese premio. Que es generar obras escritas por gente de acá.

-¿Hay algo más que me quieran comentar?

J.P.: Que estamos agradecidos. Cada vez que charlamos con vos, tenemos la posibilidad de poner en palabras cosas que pensamos pero tal vez no tenemos la oportunidad de decir. Como dupla, estamos en un momento fructífero y creativo. Todo lo que estamos haciendo tiene que ver con teatro musical, que es algo que nos interesa mucho. Está empezando a pasar que nos llaman para eso, que cuando preguntan por autores de teatro musical, nuestros nombres aparecen. A él lo llaman para escribir porque vieron lo que él hacía. Que a mí me llamen y me digan: «Quiero que escribas la música y la letra de mi obra”, es el mejor llamado que puedo recibir.  Si me llama Ignacio, mejorPero si me llama alguien que no conozco, también atiendo el teléfono

I.O.: A mí este año es la primera vez que me pasó que me llamara para escribir alguien que no conozco, por recomendación.

J.P.: Y nos seguimos mucho también. A mí me encanta leer todo lo que él escribe para cualquier persona. Él también está en tema con lo que yo estoy escribiendo, y eso nos nutre. Él hace poco escribió algo que me parece hermoso. Me lo mandó, lo leí rápido, y me entusiasma poder leerlo. Le di una devolución por audio medio apresurada, pero me parece que es importante leerse, escucharse, acompañarse.

Comentarios

comentarios

Comments are closed.