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Fervor

Muy Buena


LOS LÍMITES DIFUSOS DE LA REALIDAD APARENTE

Por Rocío Rivera

(@funcinemamdq)

“(…) porque yo también estoy empezando a sentir una inmensa necesidad de convertirme en un salvaje y crear un nuevo mundo”.

Strindberg, Carta a Paul Gauguin, 1º de febrero de 1895.

Humo, sonidos ambientes y guturales, penumbras. Entramos a sala a ver Fervor y con esto nos encontramos. Un círculo mágico de la acción dramática fundado en arena y un fuera de escena visible al espectador que nos permite vislumbrar a los personajes dentro y fuera de su rol.

La historia se presenta y no se presenta. Entendemos que los personajes están varados en una isla, que hay una pareja que ya se conoce (los hermanos Bruno y Perla) y que hay un ser extraño, camuflado, indescifrable, misterioso, que revolotea a los dos hermanos. Los caracteres se muestran bien definidos, gracias a las pertinentes actuaciones: Bruno es pragmático, resolutivo, activo. Perla es soñadora, algo delirante, pasiva. Y por último … el personaje podríamos decir “sublime”, siguiendo los caracteres del teatro simbolista, pero no en el sentido de un sublime que no se ve en escena, sino uno que se ve, pero no se descifra, que habilita las múltiples interpretaciones de los espectadores. Se abre el juego a los comentarios subjetivos porque, como se dijo anteriormente, Fervor presenta y no presenta, muestra y no muestra, aclara y no aclara al mismo tiempo, lo que deviene al espectador en un rol más que activo, recibiendo lo que en escena se desarrolla para terminar de definirlo en su propia interpretación.

La acción dramática se sostiene casi exclusivamente por el trabajo actoral. El uso del cuerpo como soporte de la historia es uno de los puntos más interesantes de la obra y uno de los elemento que más la aleja del realismo teatral argentino. Cuerpos generando sonidos, corporeidades que se tocan, que generan figuras, que manipulan instrumentos para generar la musicalización de la acción y la creación de los diferentes clímax dramáticos, cuerpos que se exigen físicamente, cuerpos que ejecutan la fuerza, cuerpos que reposan, cuerpos estáticos. El cuerpo y su impronta escénica fundacional al hecho teatral recobra toda su fuerza en esta obra, habilitando el juego con lo performático del aquí y ahora del teatro. La música y la escenografía, minimalistas y minimizadas al máximo, solo se entienden en la obra como un soporte más de la acción, pero no del todo relevante, a diferencia de la luz que, como buena materia artística ligada al simbolismo, nos habilita espacios, nos presenta personajes y momentos, y crea las atmósferas pertinentes a cada momento de la historia.

Se habla de crisis, de huida, de ensueños, de alucinaciones, ¿realidad o ficción? La obra se aleja del naturalismo y realismo siempre reinante en el teatro argentino desde sus inicios, para adentrarse a una estética más simbolista, donde todo se encuentra en clave abierta, para generar la toma de posición del espectador en su actividad interpretativa.

Fervor es un interesante ejercicio de expectación teatral, fruto de un trabajo colectivo del trío actoral, que se desenvuelven como dramaturgos, directores y productores de la obra.


Dramaturgia: Verónica Bustos, Aimé Lezcano, Andrés Pabón Koch Actúan: Verónica Bustos, Aimé Lezcano, Andrés Pabón Koch Escenografía: Marcelo Martins Diseño de luces: Iván Nirich Música original: Diego Lozano Fotografía: Andrea Di Muccio Diseño gráfico: Paul Caballero Colaboración artística y asistencia técnica: Lucía Pedrón Dirección y producción: Compañía Fervor Duración: 70 minutos Sala: El Excéntrico de la 18° (Lerma 420, CABA) – Domingos a las 19:00. Hasta el 29 de julio.

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