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Los deseos. Muerte y redención cumbiera

Buena


CUANDO NO NOS QUEDA MÁS QUE DESEAR

Por Rocío Rivera

(@funcinemamdq)

Lluvia, humedad, Buenos Aires. Noche, música y redención. De estos elementos que conforman nuestros días se trata Los deseos. Muerte y redención cumbiera, obra dirigida por la cordobesa Vero Barr y con dramaturgia de la sanjuanina Nadia Ethel Basanta Bracco, centrada en cuatro mujeres en una peluquería de barrio atravesadas por la música y por un acontecimiento que las cambiará para siempre.

La obra se inviste de pasión, por un devenir ritual que ayudará al cuarteto protagonista a sobrellevar un mal trago, a sostener deseos que nunca pensaron que se concretarían, pero que finalmente se hacen realidad. La espera, la ansiedad, la impaciencia y la acción las mueven por el desarrollo dramático, cada estado anímico atravesado por un elemento central que las une y las complementa: la cumbia. La música como un elixir que las posee, las envuelve en empoderamiento para concretar aquello que las unió: salir de la oscuridad de sus días para empezar de nuevo.

Las actuaciones son atinadas, utilizando el cuerpo tal como las bacantes griegas con movimientos bruscos y contorcidos, aparentando por momentos estar poseídas por la música embriagadora, lo cual les permite a las actrices desplazarse por el escenario ocupando cada espacio y aprovechando al máximo todos los elementos de la escena.

Asimismo, la escenografía es contundente, no es solamente una peluquería de barrio, es una peluquería de un barrio marginal, signada por los pasacalles y el culto a dioses paganos. Esto caracteriza también a los personajes: son mujeres arrabaleras, luchadoras y dispuestas a enfrentarse a lo que les espera por lo que una sola de ellas cometió. Un crimen las une en esta nueva etapa que se les abre, pero es un crimen que las libera de unas ataduras que no explicitan en escena pero que son obvias y que, gracias a la cumbia, podrán redimirse, salir adelante y salvarse. La música que interviene en la acción dramática es correcta y atinada a cada momento en donde se detiene el devenir escénico, además también ayuda a descontracturar la tensión del momento y a dejar en vilo al espectador, ya que no todo está dicho pero, sin embargo, todo se entiende.


Dramaturgia: Nadia Ethel Basanta Bracco Actúan: Matilde Campilongo, Florencia Colace, Patricia Rivero, Olivia Torrez Diseño de vestuario y escenografía: Julia Camejo Diseño de luces: Gustavo Dimas García Realización Visual: Johana Raño Figuerola Musicalización: Alberto Salamanco Asistencia de dirección: Jimena Morrone Dirección: Vero Barr Sala: El Ópalo Teatro (Junín 380, CABA) – Viernes a las 21:00.

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