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Cecilia Atán y Valeria Pivato: “Crecer es desafiar día a día nuestro destino”

Por Arzu Cevikalp

(especial para @funcinemamdq)

La novia del desierto es la historia de Teresa, una mujer de 54 años que trabaja como empleada doméstica en una casa de familia en Buenos Aires. Durante décadas se ha refugiado en la rutina de sus tareas, pero ahora, tras la decisión familiar de vender la casa y luego de años de servicio, queda a la deriva. Sin alternativas, acepta un nuevo trabajo en la provincia de San Juan. Poco amiga de los viajes deja atrás la ciudad y su pequeño mundo seguro, para entregarse sin sospecharlo, a la voluntad de lo imprevisible.

Esta emotiva historia es muy significativa y da lecciones de la vida. También nos toca el corazón vigorosamente. Sus directoras, Cecilia Atán y Valeria Pivato, destacaron durante esta charla los temas principales de su película y anticiparon que buscan seguir trabajando juntas como dupla creativa en próximos proyectos.

-Ustedes hicieron una película sobre una mujer inmigrante/extranjera que vivía una vida ordinaria y hemos visto las escenas en su punto de vista. ¿El amor es necesario para que una persona cambie diferentemente?
Es una historia que refiere al amor pero que también habla del destierro, de la necesidad obligada que tiene el personaje de tener que “trasplantarse”. Ese es un sentimiento que sin duda transitan aquellos que deben dejar su lugar de origen para empezar su vida en otro lado. Teresa abandona ese espacio que habitó durante tanto tiempo para entregarse a lo imprevisible y es ahí, donde el amor se cruza y la sorprende, para permitirle al personaje reencontrase con su deseo. El amor como pulsión instintiva de la vida es lo que hace que Teresa pueda ampliar su mirada y desafiar su destino.

-En la película algo captó mi atención: la duración era corta, generalmente las películas duran 90 minutos. ¿Cuál fue la razón?
Luego de un proceso de montaje intenso, entendimos que la duración perfecta que pedía la historia es la que tiene actualmente el film. En general ha sido un proceso de depuración, tanto el trabajo de guión, como de puesta, como de montaje, el que hemos llevado a cabo con el afán de rescatar lo verdaderamente vital para La novia del desierto. Cuando decidimos fracturar la línea de tiempo y adentrarnos en el juego del diálogo entre el presente y el pasado, unas pocas escenas tuvieron que salir del corte final porque se vaciaron de sentido, o porque reiteraban una idea que se construía de manera diferente en esta nueva estructura. Fue una decisión difícil, pero hoy a la distancia, creemos de lo más acertada.

-La película tiene un ritmo un poco lento. ¿La hicieron a sabiendas para que fuese minimalista y naturalista?
No sentimos que la película sea lenta, sino más bien que impone su propio tiempo, diferente a la urgencia del mundo actual. A partir de la premiere mundial en el Festival de Cannes, hemos tenido la oportunidad de mostrar nuestra película a muchos y diferentes públicos de países distintos, y uno de los piropos más lindos que hemos recibido durante ese proceso tiene que ver justamente con lo opuesto a lo que te pasó a vos: casi sin darse cuenta y de manera suave y sutil, la audiencia entra en el juego y se encuentra viajando con los dos personajes protagonistas, para no querer bajarse más de la historia, quedándose con ellos para compartir sus sensaciones y sentimientos, deseando que la travesía no acabe nunca.

-En la película Julio Alfredo Corbalán tenía un apodo extranjero que se llamaba “gringo”. ¿Querían simbolizar que él también era un extranjero como ella?
La idea de este sobrenombre surge de tres fuentes diferentes: la primera es la que lo relaciona al tipo de artículos que vende en su caravana, la mayoría de éstos son importados desde otros países. La segunda está ligada, sí, a su condición de hombre nómade, es alguien que siempre es visto como un extranjero, porque en realidad no pertenece a ningún otro lugar que la misma ruta. Y la tercera, más ligada a la forma, es que el actor que lo interpreta, como bien dice su personaje, “de gringo no tiene nada”, ya que su tipo físico es opuesto a lo que conocemos como gringo en Argentina.

-Esta historia fue una historia de descubrimiento interno, ¿verdad?
Creemos que absolutamente es una historia de descubrimiento interno, Teresa debe transitar un camino -literalmente el desierto- que no sabe a dónde la lleva, pero que al final del trayecto le permitirá comprobar que ha sido mucho más importante ese devenir que el destino en sí mismo, porque en el proceso logra descubrir un empoderamiento que existía en ella, pero estaba dormido.

-A juzgar por lo que pasa entre Teresa y el “gringo”, para ustedes ¿las personas de medianas edades pueden enamorarse como los jóvenes?
Cada caso seguramente es particular, pero indudablemente una de las cosas más motivadoras de enamorarse tiene que ver con la capacidad de sorpresa, de intriga y de atracción que se genera de buenas a primeras sobre esa persona nueva, desconocida hasta el momento, pero con la que uno siente que le gustaría pasar a otro tipo de intimidad. Justamente que Teresa y el “gringo” puedan encontrarse de la manera que lo hacen, habla de una frescura y una espontaneidad que no se asume como habitual para personas que estén llegando casi a sus 60 años.

-¿Según ustedes, las personas deben que desafiar al destino o sea deben aceptar la vida como si fuera?
Creemos que nuestra película toma posición clara en cuanto a esta dualidad. Acomodarse en aquello que nos toca es el camino más fácil y estamos convencidas de que parte de crecer y conocerse, tiene que ver con la necesidad de desafiar día a día nuestro destino.

-¿Creen en el destino o las casualidades?
En las dos cosas, no hay destino sin casualidad y es difícil también creer que las casualidades personales que cada uno debe enfrentar en su vida no han sido escritas en el destino personal de cada uno de nosotros. Si el destino es concebido como motor de búsqueda, creemos que es el mejor norte que una persona puede tener.

-¿Cómo fue trabajar con Paulina García? ¿Ella agregó algo de sí misma a la historia?
A Paulina le acercamos una primera versión de guión en el 2013 y enseguida se enamoró del proyecto y de su personaje. Desde entonces caminamos juntas en este hermoso viaje que es hacer una película. La interpretación de Paulina y el tiempo de trabajo compartido durante el proceso previo al rodaje hizo de Teresa un ser sutil, construido desde el cuerpo y el silencio. Aún hoy, cada vez que vemos la película, nos sorprende seguir encontrando detalles exquisitos de la construcción de su personaje. Paulina y Teresa se hicieron una durante el proceso, y creemos que justamente por eso la crítica internacional ha sabido valorar su trabajo.

-¿Qué piensan las personas que viven en el campo, es posible que esas personas sean más cálidas que las de las ciudades?
No necesariamente las personas que viven en el campo son más cálidas. Lo que sí creemos que aquellas personas que viven fuera de la ciudad tienen una relación diferente con la naturaleza, el espacio y su vínculo con el tiempo. Es justamente eso lo que los hace más proclives a interesarse por el otro, a escuchar y estar atento a esa persona que, por casualidad o destino, aparece frente a su puerta.

-Ustedes crearon una road movie con romance. ¿Qué opinan sobre ese género?
Las road movie en general están protagonizados por personas jóvenes. Justamente lo que nos parecía atractivo de nuestra propuesta en La novia del desierto era que este viaje iniciático les sucediera a personas con más de 50 años. Este ha sido un punto de partida crucial a la hora de empezar a dar forma al film, ya que elegir una edad de los personajes en donde la mayor cantidad de decisiones en su vida se supone que han sido tomadas, nos atraía muchísimo. De todos modos, no nos interesa ubicar a nuestro film en un género específico ya que la historia se alimenta y tiene diferentes mundos y matices que le otorgan una voz singular y única.

-¿Cuáles son sus road movies favoritas?
Paris, Texas
de Win Wenders es una de nuestras películas favoritas de viaje. También Thelma & Louise de Ridley Scott es una película destacada en este género. Pero creemos que, en todos los casos, el viaje es una excusa para que los directores podamos hablar de algún tema más. Justamente el gran desafío del uso de un género en el cine es aportar una nueva mirada sobre esa manera de contar historias.

-¿Qué pueden contar sobre sus próximos proyectos?
La idea es continuar trabajando como dupla creativa en nuestro próximo film. Estamos en el proceso de investigación y en él nos gustaría bucear en la relación de una madre y un hijo casi adultos, en los límites de sus lazos de amor y perdón a partir de una situación límite en la que ambos han estado implicados.

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