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MAR DEL PLATA 2017: resumen de la competencia argentina de cortos

Por Matías Gelpi

(@matiasjgelpi)

La Competencia Argentina de Cortos suele ser una buena forma de acercarse a las tendencias actuales del universo audiovisual local o, por lo menos, nos permite saber qué les interesa contar a aquellos que no tiene presupuestos gigantes o que confían en la capacidad de las historias cortas y efectivas. En eso el corto cinematográfico se equipara con el cuento literario.

Este año la competencia fue pareja, los peores no son horribles y los mejores lo son por solidez, no porque su calidad sea excesivamente superior a la de los demás. Hay cortos de género: comedia, terror y animación, pero también quienes se vuelcan al drama, clásico género del gusto argentino.

A continuación, un resumen con un comentario sobre cada uno de los cortos participantes.

Motocross, de Francisco Chiapparo: uno de los pocos ejemplos de comedia lisa y llana dentro del paquete de cortos de la competencia, que trata sobre una actriz que prepara su español neutro para un casting de un programa sobre motocross. A pesar de las buenas intenciones, algunas buenas ideas, e incluso algunos buenos chistes, no termina de dar en el clavo básicamente porque le falta timing. Podemos discutir las actuaciones o los textos, pero en esencia lo que nunca llega es la exactitud en el tiempo cómico que es la clave de la comedia.

Y ahora elogiemos las películas, de Nicolás Zukerfeld: a través de su protagonista Lucas, un empleado de comercio que es en realidad crítico y productor, el film de Zukerfeld muestra las tareas humildes que construyen un film. En este caso el film que se construye es el que estamos viendo, un elogio a aquellas tareas. A partir de la mitad, un texto de Manny Farber se convierte en la banda de sonido que resignifica todo. No está mal pero la mirada innecesariamente naif, quizás paternalista, sobre el mundo de la producción audiovisual,  además del hecho de que esté rodado en fílmico (gesto snob que poco agrega al conjunto) diluyen un poco la buena impresión inicial.

Son, de Alejo Santos: es cierto que el cine argentino, en algún punto, tiene una deuda con el cine de género, pero no con el tipo de cine de género que propone este trabajo de Santos. Un apático relato de ciencia ficción, una voz en off en inglés que nos habla de un mundo que ya no existe, mientras vemos un cosmonauta caminar por la superficie de lo que parece ser Marte. Una especulación medio obvia deudora del horrible Kubrick de 2001, el aburrido Nolan de Interestellar y el infantil Denis Villeneuve de Blade Runner 2049.

¡No!, de Pedro Maccarone y Max Franco: un impecable plano secuencia, inspirado sin dudas en el prólogo de Halloween de Capenter, ¡No! es un desolador slasher filmado con gracia. Sin embargo, el abrupto mensaje final que resignifica todo lo que acabamos de ver no termina de amalgamarse y daña la experiencia de ver este corto. Obviamente que es necesario y urgente la visibilizar los femicidios que en Argentina son muchos y cada vez más, pero pegado así a los tumbos en los créditos del corto, queda raro y no agrega nada en ninguna dirección: ni en la calidad del corto, ni a la causa a la que pretende adherir.

Despechada, de Jazmín Stuart: contundente corto, bien actuado y sólidamente dirigido por Stuart. Una mujer observa desde un auto estacionado, intuimos que espera la llegada de alguien, probablemente un ex, dado el título. Hay un buen manejo de la tensión y la protagonista nos transmite muy bien su descarnada tristeza y su patetismo a prueba de balas. La resolución final es abrupta y un poco confusa, pero no deja de tener espectacularidad.

Doce clavos, de Paula Hernández: probablemente este sea el mejor corto de la competencia, y lo es porque no hay casi nada que reprocharle en ninguno de los niveles. La dirección es impecable, se nota que Hernández tiene claro desde el principio lo que quiere contar. Doce clavos trata el viejo tema de la infidelidad desde el viejo punto de vista de la amante y sin embargo hay un hallazgo de humanidad ahí. Es efectivo, está bien interpretado, es sensual, triste e hipnótico.

Pasión oriental, de Santiago Korovsky: es un caso parecido al de Motocross, el corto de Korovsky se esfuerza por ser una comedia sobre las relaciones modernas, uno de los temas favoritos de la comedia universal. No creo que tenga malos chistes, y de hecho tiene buenas ideas, pero al igual que el primer corto que analizamos falla en el ritmo, en el famoso timing. Aunque quizás Pasión oriental tenga algún momento de lucidez cómica que se puede rescatar.

Pixied, de Agostina Ravazzola y Gabriela Sorroza: gana en principio porque está hecho con la técnica de stop motion, que debe ser la técnica más hermosa y efectiva que nos brinda el abanico cinematográfico. Es tan hermosa que poco importa lo que nos cuenten con ella, aunque de todas maneras, aquí Ravazzola y Sorroza se esfuerzan porque su corto sea algo más que simpático y digamos que lo logran. Podemos discutir quizás la obviedad del mensaje pero no la calidad del conjunto.

En la sorprendente era de la comunicación, de Augusto González Polo: ya desde el título se nos mete en el tema de este corto, la era de la comunicación está llena de incomunicados, un tema tan actual como obvio. Lamentablemente la manera en la cual Gonzáles Polo decide hablarnos de tan gastado tema tampoco termina de funcionar, es una especie de collage de colores saturados y diálogos desfasados, una situación onírica confusa. Probablemente el corto más fallido de la competencia.

Miedo, de Juan Pablo Menchón: segundo corto de terror de la competencia que brilla por su premisa pero no por su ejecución. Miedo es sobre un niño que cree haber sido mordido por un vampiro y espera con estoicismo la transformación. Menchón filma con gracia y acumula imágenes bellas, pero la decisión de que todo el relato se apoye en la narración en off de los pensamientos del niño protagonista le resta más de lo que le agrega. El texto es bueno pero inverosímil (el niño habla como un adulto piensa que hablan los niños) y aunque esté bien interpretado, que todo el corto esté atravesado por dicha narración le quita efectividad.

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