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MAR DEL PLATA 2017: Competencia Internacional – Día 6


Primas, de Laura Bari / 7 puntos


“Yo peleo con una sonrisa”, dice Rocío cuando le piden que ponga cara de guerrera para una producción fotográfica. Es una frase dicha al pasar, pero que simboliza mucho de su forma de enfrentarse no sólo a la vida, sino a la tragedia que tuvo que atravesar: de adolescente fue violada y quemada por su atacante, y sobrevivió con lesiones en el cuerpo que funcionan como signo de alerta sobre esa violencia machista que es moneda corriente en la sociedad argentina. El documental de Bari la cruza con Aldana, su prima, y otra víctima de abuso sexual, en este caso de su progenitor. Ambas se terminaron vinculando con el arte, forma de exorcizar los horrores padecidos. Pero, a diferencia de otros films (ficciones o documentales) que buscan un poco el paternalismo sobre la víctima, aquí tenemos a dos protagonistas que tienen su modo particular de continuar, que son conscientes del horror y tienen las palabras justas para definirlo, y que sin embargo avanzan sin necesitar la aprobación del otro. Hay relatos orales terribles y, por parte de Rocío, una entrega totalmente corporal a un film que trabaja nuestras consciencias de una forma directa y sin pudores. Que a las cosas, por terribles que sean, la única forma de hacerles frente es exponiéndolas. Eso lo entiende la directora, sin perder cierta amabilidad en la puesta en escena. Mex Faliero


Invisible, de Pablo Giorgelli / 6 puntos


En su nueva película, Giorgelli (Las acacias) aborda el drama de una adolescente que vive con una madre depresiva y queda embarazada. Lo que hace el film es seguir a su protagonista obsesivamente, con una cámara que se pone a su nivel y registra ese período de tiempo en el que no sabe qué decisión tomar, porque básicamente su cuerpo (como toda mujer en Argentina) no le pertenece, y las instituciones deciden por ella, por acción u omisión. Invisible apuesta por la sustracción de emociones y por la ausencia de sentimentalismos o efectismos, el registro es cercano, palpable, doloroso, real. Hay, de fondo, una mirada a una patria que busca sentido a través de los símbolos, pero que se olvida de los individuos, que son al fin de cuentas quienes deberían poder construir ese sentido desde su libertad. El problema con la película es que no logra pasar de cierto esquema narrativo, donde las emociones son condicionadas por la forma. Por suerte, la presencia de Mora Arenillas rompe con la previsibilidad y le aporta la tensión que a la película le falta por momentos. Hay una largo plano secuencia que la tiene como protagonista, donde es su expresividad corporal la que determina los tiempos y el agobio se siente de este lado de la pantalla. Mex Faliero

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