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MARFICI 2017: La jeune fille sans mains brilló en la apertura

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Con la sala del Melany llena, comenzó oficialmente anoche la 13a edición del Mar del Plata Festival Internacional de Cine Independiente (MARFICI), que contó en su ceremonia de apertura con las palabras del intendente Carlos Arroyo y el productor general del certamen Pablo Jacobo, además de la proyección de la muy interesante película animada francesa La jeune fille sans mains de Sébastien Laudenbach.

Si bien la ceremonia fue muy concurrida, a lo largo de toda la jornada el MARFICI contó con una buena respuesta del público, lo cual fue destacado por Jacobo, quien agradeció esa participación.

Para el productor, que se presentó como “la cara visible de un grupo muy grande de personas” que trabajan en el Festival, esta edición cuenta con materiales de altísima calidad. E invitó a la gente a animarse a enfrentarse a una propuesta fílmica que se sale de lo que habitualmente se ve en las salas de exhibición comercial.

Por su parte, el intendente celebró al MARFICI como “lo más grande que se ha hecho” en la ciudad “con esfuerzo privado sin participación de intereses espurios y ni siquiera del Estado”. Y deseó poder apoyar más adelante y manera decidida al Festival.

La ceremonia, concreta y precisa, había contado anteriormente con un video institucional donde se hizo un repaso por la amplia programación del MARFICI a lo largo de la semana.

Ya a la hora del cine, la película elegida para abrir oficialmente el Festival no podía ser más atractiva: La jeune fille sans mains de Sébastien Laudenbach es la adaptación de un relato no tan conocido de los hermanos Grimm, centrado en la experiencia de una joven que forma parte de un pacto fáustico. Su padre, un campesino de clase baja, la entrega a cambio de riqueza a un demonio que adopta diversas formas. En primera instancia, sobresale en el film la técnica de animación a partir de acuarelas y un trabajo refinado con la forma. Pero luego aparecen en primer plano esas perversidades típicas de los relatos clásicos, donde la sexualidad y el cuerpo se convierten en un espacio de transgresión sólo disimulado por el poder de la metáfora.

La jeune fille sans mains es además una película que merodea el melodrama, pero al que la tarea de contención por parte del director la acerca más a la tragedia romántica. Si el film puede ser presa por momentos de cierta solemnidad y pretenciosidad, tal vez el mayor acierto de Laudenbach es el de aferrarse al arco dramático que aporta el cuento para que su propuesta no se pierda en una experimentación tan abstracta como autoindulgente.

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