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Intrusos

Título original: Intruders
Origen: España / EE.UU. / Inglaterra
Dirección: Juan Carlos Fresnadillo
Guión: Nicolás Casariego, Jaime Marques
Intérpretes: Clive Owen, Carice van Houten, Daniel Brühl, Pilar López de Ayala, Ella Purnell, Izán Corchero, Kerry Fox, Héctor Alterio, Adrian Rawlins, Michael Nardone, Mark Wingett, Peter O’Connor
Fotografía: Enrique Chediak
Montaje: Nacho Ruiz Capillas
Música: Roque Baños
Duración: 100 minutos
Año: 2011


5 puntos


MONSTRUOS INTERNOS

Por Cristian Ariel Mangini

(@cristian_mangi)

Intrusos, de Juan Carlos Fresnadillo, tiene uno de esos problemas que hacen que uno se lleve la palma a la cara cuando se revela el misterio que moviliza el relato. Decir esto suena un tanto simplista, pero no hay otra forma de explicar cómo la enorme estructura de naipes, un envase con una introducción cautivante y sombría, se viene abajo y nos hace reinterpretar la totalidad de la película para dejar a personajes y diálogos enteros como apenas una anécdota para un trauma no resuelto. Es así que con todas sus irregularidades a cuestas y con la incapacidad para conectar las dos tramas que dan forma al relato, Fresnadillo logra sin embargo demostrar su capacidad para generar climas y capitalizar una gran dirección con actuaciones solventes. Desafortunadamente, esta cáscara termina por resultar anecdótica cuando el monstruo resulta apenas humo y espejos.

El film arranca con un niño aterrado por una presencia que vuelve todas las noches con la finalidad de arrancar su rostro y tomar su forma, de acuerdo a un cuento infantil de terror que lo tiene como protagonista, Cara hueca. Tras varios ataques y visiones que se trasladan a pesadillas, vemos en paralelo cómo transcurre la vida de una joven familia de los suburbios, que se ve progresivamente invadida por las pesadillas de “Cara hueca” que asaltaban al niño que veíamos. Por supuesto, las dos historias en paralelo se van entrelazando y a pesar de que sus orígenes y escenarios varían y pueden desorientar al espectador (una trama, la del niño, se sitúa en Madrid, y la de Mía, la niña que se siente atacada por el mismo “Cara Hueca”, ocurre en Londres), lo cierto es que tras media hora encontraremos cuál es la conexión entre las dos historias y el resultado final es previsible, aunque no tanto el giro ridículo que termina saboteando a la narración en su conjunto por dos factores: el primero es el punto de vista, recurso que es apenas un engaño para no develar la naturaleza del monstruo; y el segundo consiste en ir dejando pistas falsas que resignificarían el montaje paralelo, aunque su utilización confusa termina atentando contra el suspenso del relato. El giro hace que, por ejemplo, toda una subtrama de exorcismo en Madrid que parecía tener potencial termine siendo una pieza inútil y olvidable en el conjunto narrativo.

Hablar de la destreza cinematográfica de Fresnadillo resulta innecesario teniendo en cuenta a la correcta secuela de Exterminio que dirigió en 2007, lejos de la ambición narrativa de Boyle pero con solvencia técnica y alguna que otra secuencia de acción memorable. Pero a diferencia de la solidez que manejaba para el horror de una película de zombies, donde el mal representado aparece de forma concreta y amenazante, aquí se mueve en un terreno incómodo, el del thriller psicológico, nunca alcanzando a capitalizar el suspenso que sí sabe generar a través de las imágenes. Tampoco rescatan este factor lo correcto que resulta el elenco actoral, en particular el trabajo de Clive Owen que se desplaza como pez en el agua con personajes neuróticos que ven su estabilidad invadida.

En definitiva, Intrusos es un film olvidable, que tiene unos primeros minutos cautivantes, pero cuyo interés va perdiéndose a medida que la incógnita va tomando forma y nos encontramos con una gran montaña de humo que no vale los casi 100 minutos que dura.

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