No estás en la home
Funcinema

Kill command

Título original: Idem
Origen: Inglaterra
Dirección: Steven Gómez
Guión: Steven Gómez
Intérpretes: Vanessa Kirby, David Ajala, Mike Noble, Bentley Kalu, Tom McKay, Kelly Gough, Osi Okerafor, Damian Kell, Tim Ahern, Deborah Rosan, Thure Lindhardt
Fotografía: Simon Dennis
Montaje: Celeste Bothwick, Alex Mackie
Música: Stephen Hilton
Duración: 99 minutos
Año: 2016


6 puntos


MARCAS DE FABRICA

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

Al igual que con subgéneros como el deportivo o el de escuelas secundarias, Hollywood ha desarrollado un molde narrativo y estético para los relatos bélicos, especialmente para esa vertiente que podríamos definir como “misión de unidad militar en la que todo sale inesperadamente mal”. Es un molde que incluso ha servido como base para películas que introducen otras miradas genéricas, como podrían ser Aliens y Depredador, por citar un par de ejemplos emblemáticos. Kill command, aún siendo una producción británica, no deja de ser un reproductor de estas marcas de fábrica.

El film escrito y dirigido por Steven Gómez está situado en un futuro cercano donde las máquinas tienen un rol cada vez más decisivo en las guerras en las que se mete la humanidad. En ese contexto, una unidad de Marines es enviada a una remota isla de entrenamiento para probar las capacidades de los prototipos de combate más recientes. Con ellos va una mujer (Vanessa Kirby, la verdadera protagonista de la película) que porta dentro de su cuerpo mejoras tecnológicas que le permiten rastrear las máquinas y establecer contacto con ellas, y que tiene más de una razón oculta en que los testeos salgan bien. Pero no, pronto queda claro que todo ha salido mal, que esas máquinas que deberían ser dóciles han desarrollado una agenda propia, con lo que los Marines se convertirán en blanco y deberán hacer lo posible por sobrevivir. En resumen: la tesis temática de la saga Terminator (la tecnología volviéndose en contra del humano creador) trasladada a un escenario puramente bélico.

Lo cierto es que Kill command, con sus varios desniveles, va construyendo una progresiva tensión, sostenida no sólo en la acumulación de indicios hostiles por parte de las máquinas, sino también en esos solitarios bosques que van transitando los protagonistas, que dejan entrever que la agresión puede venir de cualquier lado. Por otro lado, a Gómez le interesa mucho más el diseño espacial y estético, lo mismo que la acción, y por eso los personajes que compone su film no pasan del estereotipo y los lugares comunes esperables, lo cual conspira en unos cuantos pasajes contra la capacidad del relato para capturar la atención del espectador. De hecho, queda bastante en evidencia que hay una deuda importante con el imaginario creado por videojuegos como Call of duty.

Aún con sus fallas narrativas, la superficialidad de sus personajes y una resolución final un tanto torpe, Kill command no deja de ser un film que cumple a su modo con lo prometido: un enfrentamiento básico, casi elemental, donde la supervivencia se consigue a los tiros.

Comentarios

comentarios

Comments are closed.