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Martín Petrucci: “Ser director me moviliza todo lo que he aprendido en otras disciplinas”

Por Rodrigo Seijas

(@funcinemamdq)

martin_petrucciMartín Petrucci ha trabajado como actor y músico en Estados Unidos y México, pero también es el guionista y director del cortometraje Cuando el naranjo despierte, realizado y estrenado en la Argentina durante el 2014. Su relato se centra en Ángel, un niño de 14 años que vive en un pequeño a 200 kilómetros de Buenos Aires y debe trabajar en un campo de naranjos para aportar al sustento de su familia, hasta que decide huir de esa asfixiante existencia rumbo a la gran ciudad para perseguir su gran sueño: ser jugador de fútbol. El corto cosechó ocho premios a lo largo de su tránsito por una treintena de festivales internacionales y fue seleccionado por el INCAA como una de las obras destacadas de su catálogo del 2015. A partir de la repercusión obtenida, se realizará una adaptación al largometraje para continuar la historia del protagonista, que se rodará en el 2018.

El cineasta charló con FUNCINEMA sobre su forma de trabajo; las diferencias que ve en los métodos del cine argentino respecto al estadounidense y el mexicano; el proceso del rodaje del corto; y los desafíos que ve en la adaptación al cortometraje, entre otros temas.

-Siendo actor, músico y director, ¿Cómo balanceás todas estas inclinaciones? ¿Sentís que se fusionan en tus diferentes trabajos?
Totalmente, todo tiene que ver. En una escena aparece un ritmo, lo que esté pasando lleva una cadencia, eso es música. La gran partitura que uno escribe, es un guión. Ser director me moviliza todo el tiempo lo que he aprendido en otras disciplinas.

-Vos has trabajado en la industria norteamericana y mexicana. ¿Qué diferencias y/o similitudes ves con las formas y métodos del cine argentino? ¿Creés que en la Argentina se puede decir que hay una “industria”?
En EE.UU. hay una disciplina establecida donde todas las producciones tienen el mismo librito. En Argentina puede pasar que una producción se maneje muy diferente a otra, entonces llegar a conclusiones es más difícil. Sí te diría que en México sucede lo mismo, la diferencia existe cuando se asocian con EE.UU. En Argentina yo he escuchado en universidades donde les enseñan a los estudiantes a odiar al actor, tomándolo como un mal necesario. De esa raíz surgen muchas cosas, es largo el tema, pero desemboca en las grandes ligas.

Para que podamos tener una industria, en el cine argentino deberíamos tener una mente más amplia y menos egoísta, a veces no es lo que tenés sino cultural. No puede ser que siempre existan las mismas familias gobernando los pocos caminos que se trazan. Por eso hay una generación que busca nuevos actores, nuevos directores…pero falta mucho para que eso crezca.

-¿Cómo surgió la idea para el corto? ¿Qué desafíos implicó el abordar la infancia desde el contexto rural y con el fútbol como espacio de escape?
Un día visité el pueblo, me encontraba llevando ropa y otras cosas a familias de ahí. La cuestión es que quedé en contacto con varias de ellas y los visité nuevamente. Entre charla y charla, me puse a hablar con los niños de ahí. Mi pregunta fue: ¿Cuál es tu sueño? A lo que varios de ellos dijeron: jugador de fútbol. Recorriendo con la mirada el campo infinito que se veía y el sonido de algunos pájaros, decidí escribir. Sentí que les debía algo, sentí que podía ayudarlos desde ese lugar, con el reconocimiento a su historia, al estar tan marginados, sumergidos en una extrema pobreza. Pudieron ser parte de la película.

-¿Cómo fue el trabajo con los actores, en especial con el protagonista?
Trabajar con chicos siempre es complejo. Tenía el elenco y me faltaba el protagonista. Entre la búsqueda apareció Luciano Gómez (13) y fue muy lindo trabajar con él. Los actores trabajaron en forma intensiva, ensayamos mucho antes de ir al pueblo. Yo soy una persona que escucha al actor: siempre quiero ver qué imagina, qué lo movilizó del personaje. El protagonista no era actor, fue su primer trabajo. Hicimos cursos de preparación y le di tiempo y mucha charla de apoyo. Fue difícil, muy duro para él. De mi parte tenía que centrarme en un juego y alivianarle el drama para que pueda transitarlo, sino puede anularse y lo pierdo. También trabajé con chicos originarios del pueblo y fue fascinante. Me encargué de que nuestro actor se incorpore con los chicos de ahí, y así fue, todo fluyó. El rodaje fue inolvidable.

-¿Cómo ha sido la recepción para con el corto, no solo por parte de los jurados sino también por parte del público?
Muy variado, en general muy bien. Pasan cosas diferentes porque hay un final abierto por ejemplo y eso produce preguntas. Aprendo con lo que le sucede a la gente.

-¿Por qué crees que tu corto tiene la capacidad para convertirse en un largo? ¿Qué elementos pensás explorar de manera más profunda en un relato de mayor metraje?
Porque hay mucho para contar, hay personajes claves que quedaron sin relato, sin espacio en el corto. El pueblo tiene un potencial dramático infinito. Hay mucha más investigación local y la historia tomó un rumbo. Es realmente una historia fascinante, sobre todo emotiva.

Los elementos que deseo explorar son la relación de Ángel y su padre, la madre y su pasado; la escuela en el pueblo (¿Cuándo van? ¿Cómo van?); el trabajo en lo duros inviernos (¿Quién es el capaz? ¿Cómo vive?). Y mucho más, por supuesto definiendo la estética de la película, su forma. Del corto al largo la historia ha crecido mucho, estoy feliz.

-¿Cómo va a ser el proceso de producción de aquí en adelante para el proyecto de largo? ¿Cuáles son los principales desafíos?
Es lo mismo que el corto pero con más gente, el proceso no cambia. El guión firme, los actores a ensayar y la producción organizada en el plan de rodaje para llevar a cabo la película. La única diferencia fue el proceso del guión, porque el largo llevó mucha más investigación y búsqueda.

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