No estás en la home
Funcinema

MAR DEL PLATA 2016: mini-críticas de Fancinema

Cada año, cada festival que cubrimos, las mini-críticas del staff se vuelven un material invalorable para los espectadores: una orientación sobre qué ver y qué no ver en el Festival de Cine de Mar del Plata. Aquí, nuestra mirada sobre la 31ª edición (138 películas reseñadas).


ULTIMAS EN AGREGARSE


Below her mouth, de April Mullen / 6 puntos


below Esta historia de amor homosexual lésbico se expone sin caer en un drama demasiado profundo. Tratado de forma ligera y adulta, propone bellas secuencias videocliperas, ardiente erotismo -a veces excesivo- y una femineidad que se desprende a lo largo del film y de cómo este fue creado por un equipo íntegro de  mujeres, 50 para ser más específica. Según su directora, para que la historia pueda desarrollarse con total naturalidad entre las protagonistas y un plantel técnico profesional idóneo. El relato nos cuenta cómo Jasmin, una editora de moda para una revista exitosa vive con su prometido pero conoce a la “varonil techista” Dallas y, lo que parecía un affaire se torna en una obsesión. Así nace un film intimista, de deseo, exploración e identidad más cercano a la sensualidad pop desprendida en 50 sombras de Grey que a una narración comprometida. La sensualidad en la desnudez de los cuerpos protagónicos parece ser el lenguaje principal del film que juega a ser artístico y sentido a la vez. Below her mouth resulta atrevida, radical y atractiva y poco importa lo que el público quiera analizar de ella, ciñéndose a la exhibición de vidas exitosas pero no felices. Rosana López


Cuatreros, de Albertina Carri / 6 puntos


El principal inconveniente de Cuatreros es que lo que se ve como película en sí es menor a todo lo que se pueda explicar, aclarar, comentar, discutir sobre ella. No hay nada de malo en esto, a fin de cuentas el cine es un arte que invita al debate y a la reflexión, pero si se toma en cuenta lo que vemos, no es más que la reiteración de un procedimiento que consiste básicamente en una potente y omnipresente voz en off acompañada de imágenes de archivos cuya finalidad es construir un tejido irónico de ideas. En reiteradas oportunidades la pantalla se divide y el espectador es sacudido por un vendaval verbal que interpela y no da respiro. La propuesta, en este aspecto, es arriesgada en la medida en que hay que estar dispuesto a seguir el viaje acerca de una película que quiso ser y no pudo, para regresar una vez más a la dolorosa historia privada de Carri y que justamente pide ser reescrita siempre para no olvidar. El origen es una investigación acerca de Isidro Velázquez, una especie de gaucho rebelde del cual ya se habían ocupado otros con proyectos que nunca terminaron de prosperar. El tema es que las dificultades encontradas en el proceso derivaron en un film que analiza, desde una perspectiva netamente personal y política, la historia del país y las formas de violencia institucional fundadas en la represión en todas sus formas. Los textos que se escuchan oscilan entre momentos de potencia ensayística y cuestiones de índole privada pero no dejan un solo intersticio para la indiferencia. Cuatreros es una película para seguir en el tiempo y dejar que respire para poder ser evaluada una vez más. Guillermo Colantonio


Eat that question: Frank Zappa in his own words, de Thorsten Schütte / 7 puntos


Zappa es un genio y todo el mundo parece tenerlo en claro. El tema es que como suele ocurrir con esta clase de músicos muchos huyen con la excusa de que es difícil o que no responde al convencional concepto que tenemos de melodía o de canción. El documental, si bien toca esta cuestión, devela un aspecto más del artista que contribuye a una visión más integral: su pensamiento político y contestatario de la corrección en todas sus formas. Y no hablamos del tipo que hace un culto al reviente como parte del negocio del rock ni que se ajusta a las modas, sino de quien escapa a toda norma. Mientras todos estaban inmersos en el sueño hippie, Zappa pensaba en un formato de disco donde la fusión de estilos y de géneros era totalmente innovadora para la época. Sus intervenciones en programas de televisión y sus discusiones en el mismísimo Senado no tienen desperdicio, así como la demolición del sueño americano, de la política intervencionista, en las declaraciones que hace o en las mismas letras de canciones como Bobby Brown. Pocas veces obra y pensamiento son caras de una misma moneda. Hay que proponer en las escuelas que se lean a tipos como Zappa y el mundo será otro. Guillermo Colantonio


How I fell in love with Eva Ras, de André Gil Mata / 6 puntos


howUno de los objetivos de todo documentalista es rescatar para la pantalla personas que se convierten en personajes cuando salen del anonimato y son puestos dramáticamente en el contexto de la sala oscura. Sena tiene setenta años y la particularidad que marca su vida es que vive en una cabina de proyección en Sarajevo. Allí se consagra a las tareas domésticas y recibe esporádicas visitas que apenas quiebran la rutina. Mientras tanto, como si de música funcional se tratara, se pasan películas del pasado yugoslavo, algunas de ellas protagonizadas por Eva Ras. Las imágenes luminosas del fílmico con sus planos generales y coloridos contrastan con el aspecto sombrío de los interiores que capta una cámara siempre fija. Los fragmentos escogidos narran elípticamente la historia de Sena y de un país del cual quedan retazos. El problema del documental (compartido por gran parte del género en la actualidad) es un innecesario estiramiento del cual se rescatan principalmente bellísimas imágenes de un cine que aún hay que descubrir. Guillermo Colantonio


L´adolescent, de Pierre León / 7 puntos


La retrospectiva que acompañó al director en su visita al Festival incluyó este largometraje en su formato original 35 mm, adaptación de su coterráneo Fiódor Dostoievski. Con el realizador como padre del protagonista, este drama cuenta en primera persona el torbellino de emociones que recorre a un joven luego de inesperados reencuentros y enterarse que su madre está gravemente enferma. El cóctel de elementos teatrales para la puesta en escena cierra de manera ideal con un guión sólido, música épica y buenas actuaciones. París es el telón de fondo para la incomprensión de un adolescente tipo dueño de un carisma y una inteligencia fuera de lo común (hay ciertas vueltas autobiográficas que le agregan un plusvalor a la obra original). Se destaca que, a excepción de L´adolescent, la mayoría de las películas de León se encuentran libres y gratuitas en su canal de Vimeo en un acto de nobleza y altruismo poco habitual. Federico Bruno


La Mort de Louis XIV, de Albert Serra / 8 puntos


Serra, esteta como pocos, construye un réquiem y la muerte opera en un doble sentido. Es la del personaje histórico en cuestión pero también la de ese enorme rey de la pantalla llamado Jean-Pierre Léaud. Su exquisita composición de la agonía de Luis XIV en medio de la atmósfera decadente que impregna el film opera como un contraste inmediato con aquel chico corriendo por la playa hacia el final de Los 400 golpes de Truffaut. Por ende, hay una dimensión emotiva presente en el imaginario de todo cinéfilo al ver ese cuerpo gastado por el paso del tiempo y que ahora se consagra a interpretar al poderoso monarca en sus últimos momentos. Lo vemos descansar, padecemos su dolor, acompañamos los estados febriles y observamos sus miradas como si siguiéramos los versos en un poema. La película se sostiene sobre los pilares del silencio y de los parsimoniosos movimientos de quienes rodean al rey, con predominio de planos de conjunto y primeros planos que otorgan a cada momento un sentido pictórico, no en su acepción de decorado, sino de cuadros vivientes. La propuesta de Serra es sensorial, es el cine en su estado más material, allí donde reina la belleza. Guillermo Colantonio


Le cancre, de Paul Vecchiali / 6 puntos


Con el protagónico de su director, que ofrece un papel notable, conoceremos otra historia donde alguien busca a su amor de la juventud, pero con la singularidad en este caso que el enamorado es un viejo canchero que no deja de preguntar por la hermana de su esposa, recientemente fallecida. En el medio de la cruzada el protagonista encuentra más tiempo para hablar con su hijo donde descubre parte de sus intereses y sensaciones, hasta ese entonces desconocidos. Cuando se entera de su homosexualidad le da un síncope. Veremos pasar una catarata de buenos chistes, sin golpes bajos ni segundas lecturas. Una película con mucho ritmo, poesía y trabajo actoral (aunque Vecchiali se robe la mayoría de los aplausos). Deja una interesante conclusión en relación a cómo una mujer amada puede tener elementos de todas las que han pasado por nuestra vida. Acá el todo que representa Marguerite no es sólo más que la suma de las partes, sino que es el motor de la vida de Rodolphe. Federico Bruno


Life, animated, de Roger Ross Williams / 7 puntos


lifeEl periodista ganador del Premio Pulitzer Ron Suskind escribió un libro de contenido personalísimo que se transformó en best-seller: La vida animada: una historia de compañeros, héroes y autismo. Contenido personalísimo porque se trata ni más ni menos que de su propia historia familiar, atravesada por la dureza del trastorno que aqueja a su hijo desde su infancia temprana. Este libro inspiró la película Life, animated acerca de su hijo Owen, diagnosticado con autismo regresivo a los tres años, y el modo en el cual los padres de Owen y su hermano acompañaron y sostuvieron al joven en diversos grupos de apoyo y procesos terapéuticos. A los tres años, los padres de Owen detectaron con gran preocupación que su hijo había perdido capacidades adquiridas, entre ellas la habilidad de comunicarse. Durante años, Owen no pronunció palabra a sus padres, que se adentraron en el conocimiento de los trastornos del espectro autista hasta prácticamente convertirse en especialistas a fin de promover una mejoría en la calidad de vida y salubridad de su hijo. Fue a través de las películas familiares de Disney, cuyo visionado reportaba gran placer a Owen, que lograron comunicarse con él. La familia Suskind realiza un acompañamiento amoroso de su hijo, al tiempo que promueve sus anhelos de independencia y procura prepararlo para vérselas con una realidad que no dista del mundo de fantasía en el que Owen se siente tan confortable y seguro. Parte del gran valor de la película reside en el tono vital que tiñe la trama, cuyo foco radica más en los logros de Owen que en sus limitaciones. Es este tono pujante y esperanzador el que dota de una insospechada luminosidad a esta rareza de película. Paola Jarast


O homem que matou John Wayne, de Diogo Oliveira y Bruno Laet / 5 puntos


Este documental intenta una mirada sobre la obra de Ruy Guerra, realizador brasileño nacido en Mozambique que es uno de los referentes del Cinema Novo: especie de Nouvelle Vague brasileña con un claro componente político y social. O homen que matou a John Wayne tiene como eje una entrevista a Guerra, donde despliega conceptos bastante claros acerca de lo que piensa del cine, del arte en general y de la relación de estos con la realidad. El problema es que el documental, a pesar de incluir escenas de películas y algunas dramatizaciones que ejemplifican los conceptos del director, no logra despegar nunca del tono de homenaje museístico barato. Se incluyen por ahí un antiguo testimonio de García Márquez sobre el viejísimo tema del artista comprometido, además de palabras entretenidas de Chico Buarque y un encuentro geriátrico con el gran Werner Herzog. Aún así el documental nunca termina de cobrar verdadera relevancia. Así como presenta las cosas, O homen… da la sensación que poco queda para rescatar del cine de Guerra para la posteridad más allá de un recuerdo más o menos bonito, y sabemos que esto no puede ser del todo cierto. Matías Gelpi


Oscuro animal, de Felipe Guerrero / 6 puntos


De rigurosa composición formal y de tono coral, la película de Guerrero se centra en tres mujeres que se escapan del infierno de la guerra en el que viven para huir hacia Bogotá. Cada historia aparece signada por todas las formas posibles de violencia y la manera que elige el director para expresar el dolor y la impotencia es el silencio. No hay palabras que sirvan para dar cabal cuenta de lo que implica ser víctimas en un contexto donde el abuso es moneda corriente, por eso no hay un solo diálogo en el film. En todo caso, los ambientes mostrados son la principal evidencia de la degradación y en cada objeto, cada lugar, la miseria asoma. La no intervención de la cámara más allá de su valor descriptivo/expresivo genera un doble efecto. Por un lado, y en un sentido positivo, otorga el tiempo necesario para captar los gestos, las miradas y seguir con detenimiento el derrotero de las protagonistas; por el otro, se planta como un gesto ya estandarizado de gran parte del cine actual mediante la búsqueda del encuadre perfecto como una forma de apaciguar el fuerte contenido del material abordado. En esta decisión la película pierde vida, intensidad, preocupada más por una cierta tendencia al esteticismo, que se transforma en un problema cuando los temas requieren una visión más sanguínea. Guillermo Colantonio


Terror 5, de Sebastián Rotstein y Federico Rotstein / 2 puntos


Esta película hace recordar a El muerto cuenta su historia (Fabián Forte, 2016) porque ambas forman parte de esa tendencia del cine de terror argentino autista, que no dialoga con el cine de terror contemporáneo ni tampoco con el pasado, y que tiene esa factura grotesca un poco artificial desde la puesta en escena hasta las actuaciones. Pero el caso del film de los hermanos Rotstein es un poco peor, nos proponen una antología de historias interconectadas que es un ejemplo de mal guión, y peor montaje paralelo. Hay historias que se abandonan y otras que siguen hasta el final sin razón aparente, y todas, absolutamente todas (esto debe ser una especie de récord), tienen un final abrupto y arbitrario; en eso es comparable a la sobrevalorada Relatos salvajes (Damián Szifron, 2014). Terror 5 además subestima el género, nada de lo que vemos parece tener anclaje emotivo por cierta manera de contar historias, o por ciertos autores, y sin embargo parece querer referenciar al cine snuff por ejemplo, aunque siempre se acerca desde el cinismo. Es curioso porque además ninguna de las criaturas que aparecen en el film es capaz de generar empatía, incluso es probable que deseemos la muerte de todos los personajes, víctimas y verdugos. Pero no nos confundamos, en realidad lo que queremos es que termine esta película. Matías Gelpi


Your name, de Makoto Shinkai / 9 puntos


Si no conocen a este director japonés al que de repente, injustamente, se le ha colmado de etiquetas que lo declaran “el próximo Miyazaki”, esta película es un buen punto de arranque. Y uno dice esto recomendando un film que combina viajes en el tiempo, intercambio de cuerpos, búsqueda existencial de la identidad y, en definitiva, amor. Esta mezcla barroca de registros, yendo incluso de la comedia al drama más intenso, puede parecer inaccesible o estar condenada a ser un mejunje donde los personajes se diluyen rápidamente. Pero no es así, Shinkai habla de sus personajes con el mismo amor genuino con el que se construye el vínculo de Mitsuha y Taki a lo largo de la tragedia que también los une. La introducción puede confundir por su tono ligero, pero el film no tarda en mostrar ese marco de sensibilidad que atraviesa la obra de un director que en la magistral 5 centímetros por segundo ya había reflexionado sobre la ausencia, la soledad y los tragos amargos del amor. Y lo hace desde el lirismo de imágenes que recorren cielos sombríos y atardeceres cálidos, con una paleta cargada de emociones y la melancólica banda sonora. No, no es el próximo Miyazaki, Shinkai ya es un nombre propio. Cristian Ariel Mangini


YA PUBLICADAS


1974, de Victor Dryere / 5 puntos


1974Una película ambientada en la década del 70, filmada en Súper 8, que muestra la vida de una pareja mexicana que estrena casa en un idílico entorno de bosque y montaña. A medida que comienzan a sucederse hechos extraños, la mujer parecerá quedar poseída por ángeles que están relacionados con su pasado familiar. Siguiendo el estilo del found footage (películas encontradas, que sirven para reconstruir una historia) el personaje masculino y su mejor amigo filmarán todo lo que va ocurriendo en la casa: el uso arbitrario de los ángulos de cámara, la obsesión por el registro constante, la emparentan más con un film actual que algo hecho en 1974. La utilización de un sonido cargado para manipular al espectador no ayuda mucho. Por la mitad, los reiterados climas de suspenso que aportan información comienzan a aburrir. Le puedo rescatar una buena emulación de texturas y efectos que nos hacen creer que estamos viendo un material en un formato fílmico casero, pero no alcanza para que lo que vemos interese. Gabriel Piquet


Abortion, de Masao Adachi / 7 puntos


abortionLa película trabaja un tema controversial como el aborto con una estrategia muy audaz. Se utiliza la figura de un médico con algunos problemas psicológicos para poder mencionar los interrogantes sociales que provoca la interrupción del embarazo. No hay una postura moral definida ya que en su discurso oscilan las ideas. Pero sí es posible ver cómo se muestra la hipocresía de una sociedad que rechaza la medida pero que la usa de todas maneras. El plan científico del médico, que roza lo macabro, sirve como excusa para poder mencionar lo antes dicho. Por eso la película denota una gran inteligencia por parte del director. El discurso de un “loco” es visto como el de una persona que no tiene que suficiente raciocinio para poder tener injerencia. Es por eso que se puede jugar con la idea de que nada de lo que dice es serio. Este personaje le permite a la película hablar de un tema que podría haber causado grandes problemas. La parodia, asimismo, le sirve como estrategia para poder explayar un tema que desde lo social permanece como tabú. También le da lugar a hablar del sexo sin que sea visto de una manera inapropiada por la época. Melody San Luis


Amateur, de Sebastián Perillo / 6 puntos


amateurEs saludable que una película de género integre la competencia nacional y que se sostenga desde una solidez narrativa/técnica que la acerque al público más allá de ciertas poses festivaleras. En este sentido, Amateur se planta sin temor al ridículo y cuenta una historia de intriga psicológica que alterna buenos momentos y otros al borde del disparate. El inconveniente tal vez pase por una desmesurada necesidad de incorporar citas a variados films, algunos de ellos de culto, y establecer un sistema de referencias constantes que dan como resultado un cocktail más cercano al ombliguismo cinéfilo que a otra cosa, en desmedro de un tono que la película no parece encontrar. Al comienzo, en un programa de TV digno de Alex de la Iglesia, un médium chanta intenta comunicarse con el espíritu de Hitchcock y no lo logra. Es una buena señal la de dejarlo descansar, dado que el maestro del suspenso nunca hubiera utilizado escenas de sexo que recuerdan a cierta estética pornosoft acompañadas de sintetizadores al palo. Esta es sólo una de las tantas citas entre las que aparecen, Sangre de vírgenes, La muerte camina en la lluvia, Los muchachos de antes no usaban arsénico, Psicosis y Bajos instintos. Es como si al director le urgiera compartir con amigos sus placeres bajo la premisa de construir una historia para meter todo junto. La parte más floja del film transcurre en la reiteración argumental de arquetipos vistos muchas veces y en el trazo grueso de chistes fáciles aunque esto se compensa con hallazgos en la composición de algunos personajes como el del detective o la encargada de cuidar el depósito de videos en el estudio. Al final, quedará la incertidumbre sobre si tomar esto en serio o en broma. Esa indecisión puede ser el fundamento mismo del film. Guillermo Colantonio


Aquarius, de Kleber Mendonça Filho / 10 puntos


aquarisClara, una refinada crítica de música retirada, vive en el Aquarius, un elegante aunque ya añejo edificio de la ciudad costera de Recife, al noroeste de Brasil. Allí crió a sus hijos junto a su marido hasta la muerte de éste. Cuando una empresa constructora inescrupulosa se dispone a comprar su departamento luego de haber comprado el resto de los departamentos del edificio, la calma cotidianeidad de Clara se verá puesta en jaque. Sus tres hijos son hoy adultos jóvenes preocupados por una madre que envejece en un edificio solitario. Pero también quisieran beneficiarse de la generosa suma de dinero con la que la empresa pretende seducir a su estoica madre. A partir de allí se establecerá un conflicto entre esta mujer y sus deseos por no vender un espacio que es a la vez portador de vivencias y raíces, sus hijos y la propia empresa, que progresivamente irá tomando acciones cada vez más inmorales a fin de lograr torcer su voluntad. Un film poderoso sobre el arraigo al hogar y la conservación de la historia personal, sostenido en la solvencia actoral de una visceral Sonia Braga. Paola Jarast


A quiet passion, de Terence Davies / 7 puntos


El cine burdamente llamado “de época” se le da muy bien al británico Davies y así lo demostró el año pasado con la dramática Sunset song. Esta vez deja la dura vida de campo pero nuevamente se centra en el protagónico femenino desde la biografía de la famosa poetiza norteamericana Emily Dickinson. Con una atmósfera de clase acomodada dentro del contexto adulto y familiar de Dickinson durante la Guerra de Secesión de EE.UU., Davies cuenta lo brillante y ácida de esta mujer adelantada para su época. Una figura femenina apasionada por las letras y la crítica social en un mundo donde esas virtudes no le correspondían a una “dama”. El film presenta pocas locaciones donde prepondera su casa paterna y única morada. Al principio los diálogos parecen acartonados y tensos como si de recitar estrofas se tratase. Pero luego la película introduce muy bien pasajes con humor e ironía propia del mundo de Emily -sorpendentemente interpretado por Cinthia Nixon, “la colo” de Sex and the city-. A la vez su círculo social se va cerrando tanto que genera un clima intimista de sufrimiento pero disfrutable para el espectador. Davies logra una visión delicada y soberbia dentro de un universo cinematográfico cada vez más comercial que carece de esa exquisitez poética necesaria. Rosana López


Arroz con leche, de Carlos Schlieper / 7 puntos


Esta película forma parte la era dorada de la screwball comedy nacional, caracterizada por intérpretes que seguían el ritmo del subgénero con notable solidez, sin la necesidad de la etiqueta de capo-cómicos que ostentaba, por ejemplo, Luis Sandrini. No casualmente, sin embargo, Schlieper tiene entre sus primeras colaboraciones ser encuadre en Peluquería de señoras (1941), emblemática película con Sandrini que pudo verse en la edición 30ª del Festival. La premisa es sencilla porque el motor que lleva la trama es, como en la mayoría de la obra de Schlieper, el impulso de una mujer, en este caso interpretada por María Esther Podestá. Habiendo plantado ya a numerosos novios al borde del altar la joven hija de un médico decide buscar pareja en Bariloche, pero para hacerlo simula estar casada y con dos hijos, niños con los cuales se tomó una foto aleatoriamente. Tras inventar una historia, luego comprenderá que esto le traerá consecuencias y encontrará el amor de forma inesperada. De ritmo trepidante y con un guión cuidado al que sin embargo se le nota un desgaste en el desenlace, se trata de una comedia que, más allá del marco conservador propio de la época, tiene un amor innegable por lo femenino. Cristian Ariel Mangini


Asalto al cielo, de Francesco Munzi / 8 puntos


asaltoEs notable el trabajo de Munzi en la selección de materiales para dar forma a un documental compuesto íntegramente por archivos. El asunto pasa por reflejar el campo de tensiones que se produjo a partir de las variadas posiciones de la izquierda extraparlamentaria en Italia durante los setenta. Claro está, el montaje provoca algunos efectos dignos de ser comentados y rescatados. El primero tiene que ver con la fuerza que transmiten esas imágenes vistas hoy a la distancia, sobre todo para pensar en qué se ha convertido el mundo. Hay dos o tres momentos en los que la intervención de la música acompaña movimientos, manifestaciones y gestos, la luz ilumina los cuerpos, como si de una coreografía se tratase, de manera tal que es inevitable rendirse a la melancolía por una época de ideales sostenidos enérgicamente para enfrentar al fascismo. No hay una voluntad por mirar a la distancia sino de meterse en la lógica discursiva de los enfrentamientos, de materializar esas zonas del pasado como si uno las estuviera experimentando en carne propia. “Asaltar el cielo” es una expresión vinculada con “tomar las calles”, el lugar de confrontación real de facciones de diversa índole cuya representación parece es sintomática frente a la actual convocatoria por redes sociales digitada mediáticamente. Y no es que Munzi caiga en la estricta caracterización de que todo pasado fue mejor. Allí también están las dudas y las contradicciones de ciertos actos y los testimonios de quienes, a pesar de ejercer la política como modo de combate, no pueden escapar a la reflexión que nace de ver el cuerpo del “otro” sin vida, de encontrar en definitiva una justificación válida ante la muerte (nótese al respecto el testimonio de un estudiante en un programa de radio al respecto). El carácter especulativo se transfiere también al espectador en la medida en que aparecen fundidos en negro con carteles que invitan a “apagar el proyector” y pensar lo que se ve. La secuencia final con los cuerpos desnudos proclamando la libertad excede la naturaleza documental de archivo y es de una belleza singular. Guillermo Colantonio


Austerlitz, de Sergei Loznitsa / 8 puntos


austerlitzLoznitsa instala la cámara como si fuera una mosca en la pared en los campos de concentración nazis y observa a miles de turistas que transitan el lugar. Los planos son fijos y hay un tiempo prolongado para mirar, lapso en el que frente a la transparencia de lo que vemos se nublan progresivamente los pensamientos, sobre todo cuando la tragedia que ocurrió en ese lugar se transforma en un cúmulo de selfies y personas voraces por registrar postales para la foto familiar. Es interesante al respecto el efecto alienante que provoca la multitud caminando como si fuera por un shopping: nadie se conmueve un segundo, todos repiten itinerarios y rituales sin el menor gesto de consideración. En un momento un guía turístico explica que en unos palos colgaban a las víctimas para que los prisioneros escucharan sus gritos de dolor. Inmediatamente el grupo se retira a otro sector y una pareja permanece. El marido se pone para la foto en el lugar de la tortura y levanta sus brazos en pose. Ese gesto condensa la bestialidad implícita en todo el film. No obstante, no todo pasa por la vista. Diversos sonidos atraviesan la pantalla al borde de la saturación y entre ellos se destacan los de teléfonos y aparatos de traducción. En el lugar donde debería reinar el silencio, las máquinas suplen cualquier atisbo de emoción, de respeto por el dolor. La farsa ha llegado para quedarse en el Siglo XXI. Guillermo Colantonio


Bepo, de Marcelo Galvez / 6 puntos


Producción argentina sobre la vida de los crotos que atraviesan el paisaje pampeano entre trenes de carga, changas, mujeres y las ganas siempre latentes de volver a casa, teniendo como personaje principal a Bepo. La película desarrolla en forma correcta la historia de este individuo durante los años 30, en los cuales varios hombres cansados del trabajo bajo el mando de patrón, decidieron seguir las vías ferroviarias para ir moviéndose de pueblo en pueblo y conseguir empleos temporarios que les permitan seguir subsistiendo. Lamentablemente el film tiene una narración homogénea, sin momentos de quiebre que lo lleven a otro nivel o que produzcan algún tipo de emoción en el espectador. Sin embargo, este amesetamiento narrativo no termina cansando en un film que acierta en exhibir una temática poco explotada en nuestro cine. Brian Macchi


Binaria, de Carolina Rímini y Gustavo Galuppo/ 7 puntos


Rímini y Galuppo vuelven sobre la modalidad del ensayo visual que tan buenos resultados les diera en Pequeño diccionario ilustrado de la electricidad a partir de una inteligente y sólida combinatoria de imágenes y textos. El núcleo argumentativo en este caso consiste en demostrar de qué modo  la lógica patriarcal y capitalista ha manipulado las ideas de lo masculino y lo femenino en función de sus intereses, fundamentalmente relegando a la mujer a un segundo plano dentro del esquema binario. Los archivos elegidos de diversa procedencia audiovisual son sorprendentes y si hay un signo que caracteriza el enfoque es su contundencia, operatoria que no sólo se justifica históricamente sino que surge como sacudida a tanta mente inerte y prejuiciosa ante los hechos aberrantes que tiñen la actualidad. En este sentido, más allá de la argumentación en sí, hay una necesaria voluntad política que apunta a desenmascarar los actos y las palabras de una maquinaria nefasta. Se destaca la habilidad en la forma en que los directores hacen interactuar las fuentes y la manera en que construyen progresivamente el principal bloque de opinión, con el riesgo asumido de que la densidad de ciertos textos teóricos leídos en off pueda dispersar la atención y/o la captación del espectador. No obstante, intuyo, es parte de la intencionalidad del film. Una: construir una especie de memoria ordenador que dispara citas, sentencias, imágenes, acorde a los tiempos donde la velocidad de la información es una marca ineludible, como si fuera un juego en torno a lo inaprensible. Otra: no rendirse ni dejar de discutir y pensar sobre la violencia, real y simbólica, de género. Guillermo Colantonio


Blanco o negro, de Matías Rispau / 5 puntos


blancoBarroca y ambiciosa son dos palabras que nos van a venir inmediatamente a la mente tras ver la segunda película de Rispau. Tomando como influencia al cine de venganza, particularmente el tono oriental que bien supo cultivar Park Chan-Wook al balancear la introspección con el cine de acción más violento, el film toma también elementos del noir y los pone a rodar en el conurbano bonaerense. Los giros que atraviesa la trama y la yuxtaposición de los soliloquios que demuestran las tensiones internas del personaje a la hora de ejecutar la venganza, representados a través de la imagen con el blanco y negro, dan por momentos frescura a un relato que sin embargo se distiende y le quedan grandes las poco más de dos horas. Por otro lado, el peso de las influencias llevan al film peligrosamente al kitsch, en particular en el caso del protagonista, que tiene largas reflexiones existenciales y rompe el verosímil al decir sentencias que lo alejan del registro suburbano que sí tiene el resto del film. Lo mismo algunas arbitrariedades del guión que puede llevar a cuestionar el móvil de los personajes. A pesar de esto la energía que destila y su cuota de originalidad lo hacen un film atendible. Cristian Ariel Mangini


Blue Velvet revisited, de Peter Braatz / 5 puntos


Documental demasiado abstracto y experimental que cuaja con la perfecta personalidad de aire friki pero cool del experto David Lynch sobre uno de sus films más sofisticados, Blue velvet. No es la oportunidad para ver información neta sobre el bacsktage de este excéntrico film sino, por el contario, una suerte de experiencia onírica de sus días de filmación. Un torbellino de sensaciones, fotografías y grabaciones en Súper 8 hacia un hombre involucrado de lleno en su arte. Un niño dentro de un hombre que juega a la perfección con el oficio y plasma sus deseos y pesadillas más profundas. Un tipo técnicamente obsesionado con lo que produce y eso demuestra cierta grandeza y calidad en su filmografía. Esta revisión es, a la vez, un diario continúo de rodaje con un joven y ordinario Kyle McLachlan cuyo personaje queda hipnotizado por el misterioso entorno a la sensual y enigmática Isabella Rosselini. Esa última sin dudas la joya del film. Un diario también de todo el equipo de personas que conformaron la impecable tarea de realizar una obra de autor sensible y perturbadora a la vez donde se combina la dualidad de lo cotidiano con lo posiblemente siniestro. Sin embargo, este documento no le hace honor, volviéndose densa y poco rigurosa. Rosana López


Capitán fantástico, de Matt Ross / 7 puntos


capitanEn la senda del cine indie freak que masificó Little Miss Sunshine, Ross nos pone ante otro grupo familiar corrido de la sociedad y lo considerado normal, integrado en este caso por un padre, sus seis hijos y una madre que acaba de suicidarse. Pero aquí ese frikismo en verdad está relacionado con un dogmatismo impartido por el padre, en el que se suceden debates sobre el marxismo, el leninismo o el trotskismo, e insultos varios de un grupo de púberes contra el sistema, las instituciones y las corporaciones: está claro, para el estilo de vida norteamericano lo que hace Ben con sus niños es absolutamente freak y un poco escandaloso. El hombre vive con sus hijos en medio de la naturaleza, les enseña a cazar, los instruye por fuera del ámbito educativo formal y celebra el día de Noam Chomsky. Como en muchas de estas películas norteamericanas, la clave no está tanto en el recorrido de los personajes sino más bien en la forma en que al final llegan a algún tipo de consenso, en el caso de lo que lo haya. Y Capitán fantástico es de ese tipo de películas. Pero hay un par de elementos de los que Ross se vale para que ese acomodamiento final no suene forzado o una rendición: en primera instancia la película tiene un tono de cuento de hadas que la hace un poco inverosímil y, por eso, disfrutable; y en segunda, está Viggo Mortensen, ese actor que aporta además de talento una alta dosis de insania y rugosidad. Capitán fantástico es sobre un padre y sobre cómo sus métodos pueden afectar a sus hijos. Más allá de algunas canchereadas y de un tramo final que emblandece bastante las acciones, no deja de ser satisfactorio que los personajes sean respetados y terminen triunfando dentro de su propia lógica. Mex Faliero


Cinema Novo, de Eryk Rocha/ 7 puntos


El director es hijo del gran Glauber Rocha. Esto implica una ventaja: poder acceder a materiales inéditos pertenecientes al círculo íntimo de familiares y amigos generacionales. Pero también un riesgo: construir una visión parcializada de los fundamentos, los alcances y el desarrollo de uno de los movimientos cinematográficos más importantes del Siglo XX. Si bien ambas operatorias están en la película, hay que destacar el acercamiento poético y ensayístico sostenido pura y exclusivamente con imágenes de las cintas que marcaron una época increíble. En este sentido, Rocha tiene muy en claro que la mejor manera de mostrarlo es con la materialidad misma de los retazos de celuloide que pueblan la pantalla antes que con un enfoque didáctico y convencional. Los cientos de fragmentos utilizados y los testimonios son más que suficientes para conocer cuáles fueron los principios estéticos e ideológicos que signaron a un grupo de compañeros con inquietudes diferentes a lo que se venía filmando en el país y en Latinoamérica, y con un espíritu de libertad transmitido al inicio con personajes corriendo, una forma de tragarse las calles con la cámara. También están las influencias y la manera en que fueron asimiladas por los principales exponentes: Humberto Mauro, la Nouvelle Vague, el Realismo Soviético y el Neorrealismo. Y sobre todo filmar y montar como procesos indisociables de la discusión sobre el compromiso del cineasta con la realidad. Puede que hacia el final se resienta el desarrollo por la misma reiteración del mecanismo de montaje pero la fuerza de las imágenes es un sostén más que suficiente. Claro está, queda la pregunta para el espectador, que no está puesta explícitamente en la película: ¿qué quedó de todo aquello, qué pasó en el medio? Guillermo Colantonio


Cilaos, de Camilo Restrepo / 6 puntos


cilaosEl corto de Restrepo tiene un argumento sin que ello signifique demasiado. Hay una promesa y la búsqueda de un padre al que nunca se ha conocido. La estética parece retro, en el registro de la blacksplotation, y el acercamiento es experimental, sobre todo en lo que hace a la materia sonora del film, acompañado por cantos rituales que marcan la comunicación entre el mundo tangible y un más allá. La protagonista es la cantante reunionesa Christine Salem que pasará unos minutos en trance en busca de sus raíces. Cilaos es un acercamiento personal a un sistema de creencias  y una puesta en escena sobre la muerte como destino. El tema es entrar o no en la atmósfera que propone. Guillermo Colantonio


Closed vagina, de Masao Adachi / 6 puntos


Es difícil hablar con términos precisos de una película proyectada en pésimas condiciones. No es justo para el realizador ni para el espectador. Sin embargo, debe haber prevalecido el criterio de “peor es nada” con tal de que se conozca la obra del realizador japonés poco conocido por estos lares. Si es así, valgan algunas consideraciones sobre el film visto. Lo primero es el concepto anticipado en el título y referido con una breve explicación al inicio; luego, la historia terrible de una mujer y una operación. Ahora, la particularidad es que nada de esto es presentado dentro de un esquema convencional sino a través del registro experimental, caótico, de imágenes fragmentadas, propio de los avatares del underground. El resultado está lejos del placer y bien cerca de la necesidad de fechar este tipo de producciones para saber el contexto político en el que se forjaron. De todos modos, queda el gesto revulsivo de varias escenas que, pese a las dificultades técnicas arriba mencionadas, están provistas de una fuerza poética. Habrá que evaluar la película en el marco de la retrospectiva. Guillermo Colantonio


Cortos súper 8 especiales, de Mario Piazza / 7 puntos


Un recorrido por la producción de cortos de Piazza nos acerca a distintos estilos. Es interesante ver el cambio de enfoque que tienen estos film que abarcan desde 1976 a 1983. Al primero podemos verlo con procedimientos más precarios e incluso con un contenido más liviano. Ya en Sueño para un oficinista se puede apreciar una búsqueda más delicada en sintonía con cada uno de los momentos dados. Se lleva a cabo asimismo una búsqueda más metafórica y significativa. A su vez, en estos primeros cortos vemos un juego interesante en los créditos. Aparecen todos aquellos que participaron mostrándose de forma distendida y payasesca. La última de las proyecciones tiene quizás un impacto mucho mayor que las anteriores. Desde el formato documental toma el carácter de denuncia informando sobre los menores de edad que viven en la calle y el proyecto de un hombre, “Papa gringo”, para ayudarlos. Pero desde lo visual también hay una gran diferencia. El montaje se desarrolla de una manera mucho más prolija. Al mismo tiempo, el sonido se da de forma armónica. Melody San Luis


David Lynch: the art life, de Jon Nguyen, Olivia Neergaard-Holm / 7 puntos


No es mucho más lo que aporta este documental sobre el arte y la vida de David Lynch a lo ya conocido. En todo caso sí se pueden rescatar dos marcos de enunciación que parecen ser sus señas particulares. Una consiste en el acercamiento a su intimidad creativa vinculada con sus pinturas. Lo vemos sentado con su clásica estampa y cigarrillo en mano hablando del particular método que emplea, capaz de encontrar relieves y texturas a partir de la fusión con insectos o alimentos en estado de descomposición. En un momento, un hallazgo por cierto, su pequeña hija Lula corretea alrededor y entonces se produce el claroscuro humano: la inocencia de la niña y la pesadilla de la América profunda encarnada en el particular director. Si hablamos de  un hombre de contrastes, ese instante encarna desde la mirada de los realizadores, un ejemplo elocuente y poético. El otro marco lo constituye una puesta en escena al estilo radial donde Lynch relata frente a un micrófono anécdotas personales. La evocación es la excusa para construir atmósferas y expresar a través de las palabras la combinatoria de visiones y alucinaciones que han poblado sus películas. Se trata de una especie de memoria privada signada por la peculiar voz del cineasta en la que se destacan, fundamentalmente, aspectos de la infancia y en la que no faltan además algunos videos caseros. En definitiva, un modesto ejercicio concebido desde la admiración pero que al ser contado en primera persona gana en el terreno de la emoción. Guillermo Colantonio


De Palma, de Noah Baumbach y Jake Paltrow / 8 puntos


Con Brian De Palma se cumple algo que uno supone: quien sabe narrar cinematográficamente, debería saber contar oralmente; es más, tiene que saber contarse a sí mismo como nadie. Y el director de Los intocables es uno de los más grandes narradores que ha tenido la historia del cine, regenerador de ideas ajenas (todas de Hitchcock) y a la vez inventor de códigos propios, por lo que escucharlo casi dos horas hablando de su vida y su carrera frente a cámara debería ser fascinante. Y lo es: De Palma, así se llama el film de Baumbach y Paltrow, es un repaso por toda la filmografía del director, desde sus producciones experimentales de los comienzos hasta su última película hasta la actualidad, Passion, con un contrapunto muy bien editado de imágenes de sus films. Es él y sólo él, sus interlocutores se suponen pero nunca se hacen presentes, ni siquiera desde la voz en off. Y los directores lo tienen claro: lo que queremos los cinéfilos, y muy especialmente quienes adoramos al maestreo, es escucharlo con la sabiduría intacta, explicando sus decisiones de puesta en escena, congraciándose en el éxito pero también siendo durísimo en los fracasos. Lo que surge de estos 110 minutos de vibrante diálogo es la demostración de aquello que imaginábamos: en Brian De Palma está el realizador fabuloso, el tipo que no puede más que vivir dentro del cine, el fanático de sus propios maestros, el crítico del sistema, el outsider, el provocador perverso, el laburante del séptimo arte y el tipo autoconsciente que sabe que su mejor tiempo ya pasó. Y muy pero muy intensamente, el niño: De Palma parece mantenerse en un sagrado espacio de adolescencia combativa, se ríe con risa irritante, y lo hace de sus fechorías y villanías de director déspota y tipo contestatario. Una joyita. Mex Faliero


Des nouvelles de la planete Mars, de Dominik Moll / 7 puntos


nouvellesPhilippe Mars tiene 49 años, es divorciado, tiene dos hijos a los que cuidará por unos días mientras su ex hace un trabajo en Bélgica. En la empresa en donde trabaja le harán vigilar a un compañero que luego de un ataque psicótico le corta una oreja. El compañero escapará de un psiquiátrico para pedirle a Philippe que lo esconda en su departamento por un tiempo. El director muestra un grupo de personajes totalmente queribles, cada uno con sus problemas, que irán dándole una personalidad extraña a esta comedia que funciona por la sinceridad de muchos de sus diálogos (padre e hijo hablando de relaciones sexuales, luego que el primero descubra un mensaje en el teléfono del segundo). Nuevamente en una película de Moll la llegada de alguien por fuera del entorno familiar será el motor para que se trastoque todo lo que sucede en ese ámbito. En el suspenso como en la comedia, Moll demuestra que es uno de los directores más interesantes de la actualidad. Gabriel Piquet


Deux dames sérieuses, de Pierre León / 5 puntos


La película es una adaptación de la novela homónima de Jane Bowles de 1943 y se presenta como una particular incursión al universo del deseo femenino a partir de la historia de dos mujeres dispuestas a realizar un viaje. La singularidad pasa por la brechtiana elección de la puesta en escena y la utilización de lienzos pintados para establecer los decorados. Más cercano a un trabajo de teatro filmado y sin despegarse del lastre literario, los escasos momentos de humor no alcanzan para remediar el tedio y el divorcio emocional con el espectador. Filmado prácticamente con cámara fija desde una posición frontal, la mayoría del tiempo a la altura de la butaca, y provisto de un estatismo para pocos, el film ofrece la pantalla como un cuadro  que los personajes atraviesan como marionetas. Y si bien las reminiscencias al absurdo son notorias no deja de imponerse más un ejercicio intelectual cuando no arrogante. Guillermo Colantonio


Doctor Strange: hechicero supremo, de Scott Derrickson / 7 puntos


strange2Hay que reconocer a esta altura que el universo cinematográfico de Marvel es una de las cosas más fascinantes que ha dado la historia del cine: una serie de películas para nada homogéneas, muy diferentes en tono y registro, pero que vistas en conjunto fluyen con una lógica absoluta. Otra cosa: con Doctor Strange, además, vuelven a mostrar la facilidad que tienen para instalar nuevos personajes sin derribar los viejos mitos pero con la seguridad de que esto les da combustible para seguir rizando el rizo de citas, referencias, cruces y demás por un tiempo que, ahora mismo, parece indeterminado. La base del éxito de estas películas (que es comercial, pero también muchas veces artístico) es la fuerte conexión que logran con el espectador a partir de una decisión fundamental: el casting es siempre excelente, y ningún otro actor parece capacitado para llevar adelante el superhéroe de ocasión. Aquí tenemos además un elenco (Benedict Cumberbatch, Chiwetel Ejiofor, Tilda Swinton, Mads Mikkelsen) que podría estar haciendo cine de autor europeo, pero sin embargo se divierten disfrazándose de hechiceros, magos, villanos o héroes ridículos. Doctor Strange supera además el reto de la solemnidad de lo espiritual, le busca un giro interesante a la construcción de esta suerte de anti-héroe existencialista, es muy bella visalmente, y usa los escenarios tridimensionales con la creatividad y la originalidad que Nolan nunca tuvo en El origen. Y, claro, la comedia; siempre el humor como elemento indispensable en esta saga gigantesca que está construyendo Marvel. Mex Faliero


Downhill, de Patricio Valladares / 2 puntos


El BMX sobre terrenos extremos es sólo una excusa para presentar un film pésimamente actuado y con una mezcolanza increíble de grandes clásicos del género. El chileno Valladares es reconocido en su tierra por un puñado de films de horror en su haber y una remake de su propia cinta en versión americana. Como Nicolás López (Aftershock) busca posicionarse en la fiebre mercantil del terror yanqui. Por ello utiliza actores americanos en su locación andina. Los bosques son aprovechados para mostrar la belleza y el misterio que guarda el lugar y como para compensar lo acortando de las interpretaciones. La historia nos cuenta cómo Joe, estrella en BMX, se retira del deporte tras el accidente mortal de su amigo. Pero al tiempo es tentado a realizar junto a su novia una exhibición en las montañas sureñas. Así se embarcan en la tranquilidad de la naturaleza hasta que encuentran a un hombre moribundo y un grupo de “lugareños” que persiguen a la pareja. La típica survival se repite al estilo Wolf creek combinado con momentos “monstruosos” de La cosa o Alien y un poco de la camarita de Blair witch, pero sin sacar provecho. La falta de originalidad es recurrente y fastidiosa. En conclusión, una película evitable. Rosana López


El aprendiz, de Tomás de Leone / 5 puntos


aprendizLa película tiene como escenario la ciudad costera de Necochea, y sigue los días de Pablo, un aprendiz de cocina que cuida de su madre alcohólica mientras intenta una relación con una chica y se dedica hacer trabajos sucios o pequeños robos con sus amigos, comandados por un tipo de apellido Parodi. El film transmite bien la idea de ciudad gris en donde no pasa nada fuera de la temporada veraniega, pero se pierde en algunas subtramas que no terminan de estar bien definidas (la adicción de la madre). El protagonista (Nahuel Viale) está bien como ese muchacho contenido que guarda rabia y está por explotar en cualquier momento, pero los diálogos de algunos secundarios son bastante flojos y el personaje de Parodi, por ejemplo, cae en el estereotipo del piola/matón de cierto cine policial argentino. Una película que tiene buenas intenciones, pero se queda sólo en eso. Gabriel Piquet


El auge del humano, de Eduardo Williams / 7 puntos


Primer largometraje de Williams que presenta diferentes personajes en distintos instantes de su vida donde la tecnología tiene mucho que ver. Esta extraña pero cautivadora producción refleja la vinculación de los jóvenes con Internet, cómo su vida se mueve alrededor de la web, reconociendo que esto no sólo ocurre en nuestro país sino que es una circunstancia que se repite en otras latitudes. Quizás estos elementos son mostrados de manera solapada y sutil, dentro de la vivencia de cada joven y de su actualidad. Allí, el director decide presentar a cada uno en su ambiente, ya no hablamos de actores sino de personas comunes y corrientes de las que se muestra a su familia, sus amigos y su entorno. Como si fuera un reality en el cual seguimos al protagonista moverse de aquí para allá, la poca iluminación de los ambientes contrasta con las luminosas pantallas de celulares y computadoras. Las brillantes transiciones entre las historias y una destacada labor en el seguimiento de los personajes hacen que el trabajo de dirección sea lo más preciso de este film no apto para todos los paladares. Brian Macchi


El caballo de hierro, de John Ford / 10 puntos


Es cierto, probablemente no estemos ante la mejor película de John Ford, 3 bad men es mejor dentro de su producción en el periodo mudo, y Más corazón que odio es mejor que las dos anteriores y hasta quizás sea la mejor de la historia. Lo que estamos festejando en esta crítica es la manera en que se pudo ver esta película en el Festival. Es decir, en una copia 35mm. restaurada y con música en vivo interpretada por la Orquesta Sinfónica de Mar del plata. El resultado de esta ejecución es demoledor, una cruza de pasado y presente única. La precisión de la orquesta y la calidad de la imagen superan cualquier expectativa. Dicho esto, señalemos que el film de Ford es de aquellos en los que se explota la épica norteamericana sin culpas. Esos hombres blancos que aparecen eran unos visionarios y también traidores, grandes hombres vistos desde la perspectiva de los pequeños. Ford muestra también el enemigo, el nativo, que se aferra con fiereza a una tierra que le será arrebatada. Nunca la victoria del progreso norteamericano será más rotunda y nunca la historia será más clara. De hecho, tan profundo está fijado ese momento histórico en el inconsciente colectivo estadounidense, que la película comienza con un texto que dice que está basada con rigurosidad en hechos verídicos, lo cual es extraño, porque el cine contemporáneo es temeroso y ya no se jacta de ese tipo de cosas. Pero el concepto de historia ha cambiado y también el impacto posible de una película en su público. A pesar de la distancia en tiempo y espacio, la nostalgia aquí es inevitable. Matías Gelpi


El cómplice de las sombras, de Joseph Losey / 8 puntos


compliceEl Festival tiene refugios, recovecos de lujo en los cuales uno se encierra y se conecta con el aliento primigenio que motivó esta pasión. Aparecen como antídotos frente a tanto discurso unificado de competencia u ombliguismo exacerbado. Hay una sección que es un lujo donde se exhiben excelentes copias en 35 mm de películas con estética noir que no necesariamente forman parte del canon, todas ellas presentadas de manera excelente. El film de Losey es uno de los títulos programados y nos coloca ante la clásica estructura de la historia de infidelidad y dinero que conduce a la tragedia, sin embargo, dos o tres pinceladas personales la destacan más allá de los reconocibles rasgos genéricos. Al comienzo, una original secuencia de apertura es utilizada para los créditos: una mujer ante la ventana, la cámara que asume la posición de un espectador voyeur hasta el momento que advierte la presencia de alguien merodeando, cierra la persiana y allí se imprimen los créditos. En 1951 Losey ya se adelanta a ciertos procedimientos que serán utilizados por monstruos de la talla de Carpenter o De Palma. Luego, la construcción de un personaje imposible de asimilar al que, además de pertenecer a la ley y no tener escrúpulos, se lo delinea como un psicópata de aquellos a través de sutiles gestos y actos cotidianos mínimos. Por último, la notable secuencia final que contrasta con el resto de la película, en el paisaje de Calico, con una casa abandonada que confirma la genialidad del director artístico. Indudablemente este panorama de desencanto del estilo de vida americano, entre otros motivos, le valió al director la conocida persecución de brujas del momento. Y por supuesto la valentía para no delatar a sus colegas. Guillermo Colantonio


El Cristo ciego, de Christopher Murray / 7 puntos


Hay una idea que sobrevuela el desierto mientras vemos el peregrinaje de Michael, el Cristo trasandino que busca realizar el milagro de curar la pierna maltrecha de su amigo de la infancia, pero que también se busca así mismo. La idea es que el escurridizo Dios necesita ciertas condiciones materiales para llegar a ser percibido por los hombres, estas incluyen la humildad, la necesidad, el silencio, el desierto, o mejor, el vacío. El viaje que propone Murray incluye cierto interés antropológico, cierta denuncia social sobre la miseria existente en el Chile profundo, pero nunca desvía su atención de la experiencia religiosa que lleva adelante el protagonista. El hecho de que la mayoría de los personajes sean interpretados por actores no profesionales le agrega verosimilitud a este acercamiento a aquellos que buscan acercarse al absoluto vacío que sólo parece llenar la fe. El tono evangélico general y la gran interpretación de Michael Silva son los principales sostenes del film, incluso cuando patina sobre ciertas repeticiones o cuando su ritmo tranquilo entra en algún declive. Murray nos deja entrever finalmente que ciertas experiencias no están del todo vedadas para nosotros los ateos más cínicos del mundo. Matías Gelpi


El futuro perfecto, de Nele Wohlatz / 4 puntos


Con evidentes referencias autobiográficas, la directora alemana cuenta desde la mirada del foráneo cómo se vinculan un grupo de orientales en la comunidad argentina. Xiaobin que hace de ella misma, es la desconocida que en 65 minutos intentará hablar español, conseguir trabajo y hasta enamorarse. Aún con algunas escenas bien logradas, el guión tiene grandes abismos y una premisa muy confusa. Lo más rescatable es la puesta en escena muy bien pensada para acentuar la sensación de incomprensión y desconcierto en el espectador; predominan los colores planos y las figuras orgánicas. Hay algo en la construcción narrativa de El futuro perfecto que remite a los cuentos de Elige tu propia aventura, en este caso podremos ver un muestrario de decisiones que la protagonista deberá tomar relacionadas a un destino amoroso impuesto por mandato familiar ante otro librado al azar. En esos viejos libros sabíamos que cada palabra estaba puesta por algo y la victoria o el fracaso serían siempre significativos, en cambio aquí encontramos a una divagante con tantos problemas que no nos moviliza ni siquiera para ayudarla. Con una temática similar, fuera de competencia y menos presupuesto pudimos ver en este festival Mi último fracaso que tiene lo que le faltó a la ópera prima de Wohlatz: corazón y un mejor desarrollo. Federico Bruno


El hombre que supo perder, de Stuart Heisler / 8 puntos


elhombreEsta adaptación de la novela de Dashiell Hammet, La llave de cristal, es un representante cabal del film noir pero también una película de gángsters. Contiene todos los elementos fascinantes de este género que siempre se las arregla para mutar y estar vigente, ya sea en el cine, en la literatura o en la realidad. Porque siempre hay material para una historia que tenga como fundamento la desilusión que nos provoca este mundo corrupto. Heisler no nos da respiro, la catarata de sucesos que construyen el argumento de El hombre que supo perder nos hunde sin tregua en lo profundo de los bajos fondos, donde el crimen es la única posibilidad, y el cinismo un mecanismo vital. Y el cinismo aquí es Ed Beaumont, un matón y mano derecha de un político en ascenso que maneja todos los hilos de la trama y atraviesa a los golpes todas las capas sociales para lograr sus objetivos que son un poco difusos, porque en el fondo sabemos que difícilmente sepa vivir de otra manera. Beaumont es interpretado por un actor fundamental del género como es Alan Ladd, una presencia comparable, salvando las distancias, con el querido y contemporáneo Jon Hamm por esa capacidad de transmitir elegancia, seducción y un poco de maldad al mismo tiempo. Según el canon, El hombre que supo perder es un fundamental en la historia del cine negro;  puede ser, lo que podemos afirmar desde aquí es que tiene el aura de película indispensable. Matías Gelpi


El monstruo en la piedra, de Ignasi Duarte / 7 puntos


Apenas comienza la película vemos el cuerpo gastado del escritor Alberto Laiseca y escuchamos las reglas de juego que el director transmite: un ejercicio de interpelación donde las preguntas surjan de las propias creaciones del autor. Claro está, si la cosa funciona no es por la voz de ordenador que surge fuera de campo sino por la manera en que responde un vampírico Laiseca mientras fuma y toma sus vasos de cerveza. Hay una manera en que articula las respuestas que lo conectan, con sus pausas incluidas y sus repeticiones, en una cadencia poética. Pero además está el contenido de lo que dice, despojado de trascendencia, teñido de ironía, siempre al límite entre la seriedad y el desparpajo, una confusión que se genera por el rostro impávido que pone. Y también está la mirada. Ya la habíamos notado en los cuentos que dramatizaba por una señal televisiva, esa manera de clavar los ojos y que representa tal vez el momento en el que debemos aguzar los oídos. Por ende, la dimensión gestual del escritor es un tema en sí del documental. Hay dos partes diferenciadas apenas por leves cambios en el marco y en la postura del personaje en cuestión cuya transición se expresa con una canción balbuceada de algún viejo romance sevillano. La vuelta es la sombra de la ida: todo se torna más sombrío y críptico, como si de un trance se tratara. Las respuestas cortas y contundentes, ligeras y con dosis de humor ceden el lugar a un cierre donde el juego, incluso, se torna peligroso. Guillermo Colantonio


El puño de hierro, de Gabriel García Moreno / 8 puntos


Esta película muda de 1927 tiene el valor agregado de haber sobrevivido muchas décadas, salvada por la Filmoteca de la Universidad Autónoma de México previo paso por las manos de un joven Aurelio de los Reyes que la guardó. La película tiene algunas lagunas argumentales porque faltan rollos, pero la restauración es muy buena y la calidad digital hace que valga la pena verla. Al comienzo, un doctor en una plaza adoctrina sobre el mal uso de las drogas, se ven imágenes de malformaciones reales de niños y adultos que se adjudican a el uso de esas sustancias (podrían ser parte del film Freaks de Tod Browning). Inmediatamente conocemos a los otros personajes, bandido/mayordomo, amante/prostituta del antro para adictos, joven de una hacienda y un niño detective con pipa incluida, dos malos bien recargados, el “buitre” y el “tieso” que manejan el antro y un joven al que inician en las drogas que trata de ser salvado por su novia. Muchos personajes en pantalla, elementos del western, de aventuras (la banda del “murciélago”), drama con escenas que mantienen su fuerza (primeros planos de jeringas inyectándose, morfina y heroína) la hacen entretenida y material indispensable para ver cómo se trataba el tema en la época. Gabriel Piquet


El sacrificio de Nehuén Puyelli, de José Celestino Campusano / 8 puntos


el-sacrificioAl alejarse del paisaje suburbano de Buenos Aires Campusano logra en este film algo que muy pocos cineastas nacionales han sabido profundizar desde la ficción: hablar de las desigualdades sociales regionales en el sur, particularmente en Bariloche, donde conviven los pueblos originarios con familias acaudaladas que hacen de la discriminación y la explotación una moneda corriente. El racismo, la homofobia y la desigualdad económica se encuentran en este relato con un intenso drama carcelario que se aleja de los clichés, con un tono humano que sorprende. En el film se yuxtaponen las dos facetas con singular riesgo narrativo, entrelazando la historia de Nehuén (y lo que ocurre, de donde viene) con el drama carcelario en una prisión donde conviven aquellos a punto de cumplir con su condena y que, por lo tanto, no quieren demasiados problemas hasta que eso ocurra. Cualquiera creería que el amplio abanico de temáticas y el riesgo narrativo podrían vulnerar de algún modo el relato, pero la forma en que este mosaico se va descubriendo y su resolución demuestran un guión sólido más allá de algún diálogo donde el verosímil flaquea. Cristian Ariel Mangini


El silencio, de Arturo Castro Godoy / 7 puntos


elsilencioUn joven oriundo de Santa Fe que vive con su madre y un padrastro se entera que su novia está embarazada. Entonces, toma la decisión de irse a Los Espejos, una ciudad en donde piensa que se encuentra su padre. A la película le cuesta mucho arrancar, aunque se ve desde el arranque una buena intención en retratar el universo de los adolescentes. A partir de la escapada del protagonista en busca de su padre, aparece lo mejor del film. Castro Godoy nos sumerge de a poco en el microcosmos de los personajes de Tomás del Porto y Alberto Ajaka, quienes poco a poco se van conociendo a través de un vínculo laboral. Como en otras del Festival, esta película toma la ausencia del padre y la posterior búsqueda de los protagonistas, aunque no siempre con los mismos resultados. Por la puesta en escena y algunos pasajes hay en El silencio bastante del cine de los hermanos Dardenne. Gabriel Piquet


En busca del muñeco perdido, de Facundo Baigorri y Hernán Biasotti  / 3 puntos


Las productoras Tangram Cine y Jueves de Trapos se fusionan para una comedia bizarra con una pequeña cuota de ciencia ficción. Es conocido y forma parte del folklore en La Plata -hogar de los realizadores- construir muñecos gigantes para quemarlos al recibir el nuevo año, y mediante esta consigna conoceremos a algunas banditas de chicos que se reúnen por ese fin. El robo a la escultura de “los suplentes” dispara una catarata de situaciones desopilantes que aún en su gran abanico de chistes, trucos y guiños a la cultura pop termina repitiendo fórmulas o exprimiendo situaciones no tan bien logradas. Algunos famosos se involucran con estos actores independientes (fogueados en Youtube) como héroes y villanos de la aventura. Es destacable el esfuerzo logrado en el color y la animación aunque en lo insólito de las escenas quizás hubiese funcionado mejor usar el estilo Capusotto y mover la utilería con una soga, que se vea esa soga y si se necesita que se vea también el que mueve la soga. Buen intento por innovar en la acartonada comedia argentina pero con grandes pasos en falso. En lo kitsch se puede llegar a asemejar a un conjunto de episodios de Cualca, pero sin la notoriedad de sus personajes y una matriz comercial que se potencia en las individualidades… De por ejemplo Julián Lucero que hace aquí una breve aparición como técnico de un equipo de fútbol. Federico Bruno


Ensayo de despedida, de Macarena Albalustri / 8 puntos


Documental argentino autorreferencial en donde la propia directora a partir de la muerte de su gata, se da cuenta que no ha asumido el fallecimiento de un familiar muy cercano, llevándola a explorar y conjeturar sobre cómo deben ser las despedidas. Un trabajo muy personal donde Albalustri expone su vida en pantalla pero que mediante su acertado tratamiento, logra transmitir que esa historia puede ser la de cualquiera. Sin apelar al golpe bajo ni al sentimentalismo cursi y barato, el film aborda el difícil proceso de asumir la muerte de un ser querido de manera adulta y sensible, en un producto fresco donde la espontaneidad es la base para su éxito. Brian Macchi


Era el cielo, de Marco Dutra / 9 puntos


Producción que vincula a la Argentina, Brasil y Uruguay en diferentes aspectos, y en la cual un hombre que regresa a su casa antes del horario habitual observa cómo dos individuos violan a su esposa. Superado por la situación y por la cantidad de miedos que lo habitan, Mario no atina a hacer nada, sólo recorre la casa buscando excusas para no actuar. Pero la culpa y la vergüenza lo carcomen provocando que inicie una búsqueda de estos hombres para obtener venganza. Estos son los primeros instantes de un film que no da tregua, que interpela constantemente al espectador sobre qué hacer y qué decir. Los silencios, las miradas, la voz en off expresando pensamientos van creando un clima de angustia y tensión creciente a cada minuto. Las brillantes actuaciones de Leonardo Sbaraglia y Carolina Dieckmann se suman a la dirección que construye un sobresaliente thriller que nunca decae, sino que va creciendo hasta el plano final, donde no se traiciona sino que reafirma todo lo dicho anteriormente. Brian Macchi


Espejuelos oscuros, de Jessica Rodríguez / 5 puntos


Una mujer ciega y vulnerable recibe a un par de policías que la inquieren por la fuga de un peligroso maleante que ronda por allí. Tras atosigarlos con información, logra que se vayan, pero cuando cierra la puerta vemos que el prófugo se encuentra ahí, amenazando su vida. Sin que lo sepamos esta introducción funciona como una sinécdoque efectiva de lo que veremos después en el film: el relato como un elemento de distracción para ocultar lo que realmente está sucediendo y el juego con la aparente vulnerabilidad de los personajes. Sobre todo porque lo que aparenta ser un Las mil y una noches con una Sherezade ciega llamada Esperanza que aletarga el momento de su violación -en lugar de su muerte- con historias, termina siendo un relato macabro con elementos góticos, atravesando la historia de Cuba. Uno de los problemas más serios que tiene el film se sitúa en la forma en que se construye este vínculo, ya que a lo largo del desarrollo el verosímil flaquea y las historias que se yuxtaponen no despiertan el mismo interés, siendo como cortometrajes irregulares, en particular el último (aunque el primero de los relatos alcanza una intensidad y violencia inesperada), que es el que preanuncia el final de forma contundente. Cristian Ariel Mangini


Free fire, de Ben Wheatley / 5 puntos


Wheatley, una de las figuras que se encuentra entre las nuevas voces del cine británico, toma en esta ocasión elementos del neo noir y la comedia negra para entregar esta irregular Free fire. La historia es sencilla: un grupo de maleantes va a comprar armas, surge un inconveniente y lo que podría haber sido una transacción pacifica termina siendo un tiroteo y una lucha por la supervivencia. El cine de Wheatley se caracteriza por su capacidad para subvertir géneros, por momentos con la capacidad enciclopédica de explotar sus códigos visuales y narrativos desde una nueva perspectiva, condimentado con ese sarcasmo tan brit y un subtexto que tiene la crítica social que se puede adivinar en Kill list o Turistas. Pero con Free fire se nota una vacuidad narrativa que termina agotando entre tanto oneliner ingenioso, además de algunas secuencias de acción sumamente ocurrentes que se diluyen en una trama compacta a la que le sobran minutos y que, por ello, termina resultando previsible. Es en ese momento que uno extraña el vigor narrativo que Wheatley tenía en Kill list, aunque es innegable su destreza técnica y la energía de figuras como Brie Larson o Sharlto Copley para sobrellevar el ritmo del film. Cristian Ariel Mangini


Fritz Lang, de Gordian Maugg / 8 puntos


fritzlangInteresante film ficcional sobre la persona tras el gran director austríaco de origen judío que fue Fritz Lang, con obras tales como Los nibelungos (1924) y la adelantada en ciencia ficción Metrópolis (1927). En esta oportunidad se centra en lo que significó el pasaje del cine mudo al sonoro y la profunda investigación detectivesca que Lang haría para M, el vampiro de Dusseldorf sobre el asesino serial Peter Kurten. Su obsesión en el caso y la libertad en el acceso de información que la policía le brindaba y hasta varios encuentros con el implicado, hicieron que Lang produzca junto a su esposa uno de los mejores guiones llevados a la gran pantalla. Obra que fue considerada como una de las más importantes del cine alemán y elogiado por el nazismo. Pero también en Fritz Lang encontramos una suerte de introspección que refleja su niñez; su paso como soldado por la Primera Guerra Mundial; sus mujeres y la elegancia de su cine en el contexto de los 30′ antes de su irremediable exilio a Estados Unidos. El biopic poco convencional pero extremadamente interesante es también acompañado con la armonía de pasajes visuales de su filmografía que gestan una continuidad delicada y natural a la película. Rosana López


Fuga de la Patagonia, de Javier Zevallos y Francisco D’Eufemia / 6 puntos


No está nada mal que el cine argentino empiece a pensar la historia del país desde las herramientas que brinda el género de aventuras, y la historia del Perito Moreno y su fuga tras ser condenado a muerte por los mapuches (quienes sospechaban que era un espía al servicio del gobierno nacional) es un buen punto de partida. El arranque es estupendo, por la forma en que se traza rápidamente el paisaje agreste y hostil de la Patagonia de 1879, con una fotografía impecable y un manejo extremadamente fluido de la cámara. En esos primeros momentos, prevalece la inquietud y la incertidumbre. Sin embargo, luego la película cae en un pozo, sin acertar a encontrar el dinamismo necesario, perdiéndose en las remarcaciones discursivas a través de los diálogos y con un par de personajes que quedan en el camino. Recién en los minutos finales el film encuentra lo que necesita: la fisicidad, la violencia de los enfrentamientos a todo o nada y un productivo contacto con el western, con un trabajo sobre el espacio y lo corporal atrapante. Fuga de la Patagonia evidencia los problemas que arrastra el cine argentino para dialogar desde el presente con momentos problemáticos de nuestra historia, como la Conquista del Desierto, pero también deja entrever que es en la acción donde surge la respuesta más radical y compleja. Y que, claro, el cine de aventuras es posible y necesario en la Argentina. Rodrigo Seijas


Gimme danger, de Jim Jarmusch / 10 puntos


gimmeAlguien que decide hacer un documental sobre “la mejor banda de todos los tiempos” debería ser implacable, Jarmusch lo es. El relato que hace del ascenso de Iggy and The Stooges es riguroso, lineal y año por año, con dos bisagras significativas 1969 y 1970 -hitazos- que son la debilidad del director, los que se terminan llevando más minutos y anécdotas. El collage que arma Jarmusch es envidiable: material de archivo impresionante, notable selección musical y unas animaciones graciosísimas que recrean escenas evocativas que hasta ese momento no habían salido de la memoria de Iggy Pop y compañía. Tanto el fracaso como la muerte son los fantasmas de esta historia que muestra con ritmo de canción punk a una banda legendaria con un frontman que parece haber encontrado la pócima de la eterna juventud y lucidez infinita. Párrafo aparte se llevan la sociedad con David Bowie, algunas definiciones categóricas (Bob Dylan cantaba algo así como blah blah blah, Andy Warhol me propuso transformar en música las noticias del diario, etcétera) y las confesiones sobre el consumo de drogas. Gimme danger es un rockumental redondo, para recomendárselo a cualquiera en cualquier momento. Lo único que no estuvo a la altura fue el subtitulado de la proyección. Federico Bruno


Headshot, de Kimo Stamboel, Timo Tjahjanto / 7 puntos


Por su persistencia en la voluptuosidad de las escenas de asesinatos puede confundirse en un principio con un film desprolijo. Pero en realidad la hipérbole es el lugar de juego que se elige para esta película. Esta persistencia en la exageración presenta una ironía que no por eso lo vuelve menos serio sino que profundiza las escenas otorgándole la propia subjetividad de los personajes. Es por esta razón que la inverosimilitud de las muertes toma sentido y se vuelve un verosímil propio del film. La música funciona como un factor importante. La impronta de las escenas es acentuada por la melodía que las acompaña y por momentos representa a los personajes. Es una película recomendable para aquellos fanáticos de las artes marciales, aunque también explora el suspenso y el amor. En este sentido, es interesante cómo se conjuga una suerte de comparación entre la fuerza física y la fuerza espiritual que se puede ejercer. De esta manera, una mujer que puede parecer  indefensa resulta una fuerte luchadora. San Luis Melody EN CONTRA // Headshot, de Kimo Stamboel y Timo Tjahjanto / 3 puntos Nada tiene que ver que buena parte del cine de acción asiático sea plenamente escenas de acción o cualquier disciplina de combate cuerpo a cuerpo. A veces entre tanta piña y patada voladora hacen falta un poco de buenas actuaciones y de trama bien desarrollada, que esta película indonesia no parece ofrecer. Y claro está que el film es la hermana bastarda de la entretenida La redrada (2011) -donde un grupo de SWAT penetraba un edificio de asesinos y narcotraficantes- que comparte a su mismo actor Iko Uwais. Ahora Uwais  pierde la memoria por una grave lesión en la cabeza y es encontrado por una preciosa y joven doctora. En paralelo un preso de máxima seguridad escapa dejando una torre de cadáveres a su paso. La recuperación del primero traerá más violencia gratuita y sangre cuando el ex presidiario y su patota mafiosa comiencen a perseguir y amenazar a todos los que quieran ayudarlo. Bien por las coreografías de acción y algunas escenas que rozan el gore, pero eso no es suficiente con una historia que flojea y ni siquiera propone como Yakuza Apocalypse (2015) de Takashi Miike un territorio fantástico más atractivo. Headshot demuestra la decadencia del género con una narración ilógica llena de estupidez y cursilería. Rosana López


Hermia & Helena, de Matías Piñeiro / 7 puntos


Piñeiro contó, durante la presentación de la función de prensa de Hermia & Helena en el Festival, que este es el cuarto de una  serie de films que se proponen explorar los roles femeninos shakesperianos. Aunque lo cierto es que la figura de Shakespeare atraviesa casi de manera obsesiva  todo el conjunto desde adentro hacia afuera y también por los costados. La excusa es el viaje becado de Camila (interpretada por la cómplice shakesperiana de Piñeiro Agustina Muñoz) a Nueva York para estudiar en un instituto donde lleva adelante un proyecto de traducción de Sueño de una noche de verano. La película está dividida en actos y saltos temporales que deconstruyen  la historia de Camila, cuyo viaje se va resinificando ante nuestra mirada a medida que avanza el metraje. Piñeiro nunca pierde el eje femenino de su propuesta y la necesaria constante tensión con el universo masculino, pero tampoco se olvida del ritmo y la búsqueda estética, su película fluye amablemente y luce bella al momento de retratar espacios íntimos dentro del caos neoyorquino por ejemplo. Si hay algo que reprochar quizás sea el dialogo constante con Shakespeare (su figura, su literatura, sus reminiscencias) con el cual Piñeiro somete a Hermia & Helena, esa pesadez parece quitarle un poco de vuelo, o mejor dicho, frescura. Aún así el resultado final sigue siendo bueno. Matías Gelpi


Hermosos perdedores pop, de Agustín Arévalo / 7 puntos


La historia de la música siempre tiene esas bandas de las que se habla más de lo que se las escucha. Oriundo de Temperley, este grupo sólo grabó un casete en los 90 y se separaron para volver en 2012: ahí hicieron seis canciones con la mayoría de los integrantes originales, para luego terminar su nuevo disco hace muy poco. El registro del documental muestra material en VHS desde cuando los hermanos líderes del grupo son chicos, pasando por el único show que tienen grabado. Todo esto contado como si fuera un fanzine audiovisual. Las letras remiten a lo barrial en algunos casos, pero con una sensibilidad y toques musicales que no tienen nada que ver con el denominado rock chabón. Entre los entrevistados hay personas famosas y desconocidos para el público mainstream que los alaban por igual. Emular los inter-títulos de viejos VHS para presentar a los protagonistas da una idea de los 90’s, de cosas que se fueron y no volverán aunque se intente rearmarlas. Como decía Luca Prodan, este tema (en este caso película) es para todos nosotros que de alguna u otra forma somos unos “perdedores hermosos”. Gabriel Piquet


Jesús, de Fernándo Guzzoni / 6 puntos


El film de Guzzoni se sumerge en la crudeza e intensidad de las imágenes para basarse en un caso real desde la perspectiva del Jesús que da nombre a la película, un joven que vive con su padre y que en sus tiempos libres se dedica a bailar K-Pop. Por supuesto, las cosas no son tan simples si se tiene en cuenta que el caso real en el que está basado es el asesinato de Daniel Zamudio en el 2012, que conmocionó a la opinión pública en Chile. El director no se guarda nada al mostrar la vida en los márgenes de este grupo de jóvenes entre la violencia, el sexo y las drogas, a veces abusando del paneo para mostrar y poner en evidencia lo que sucede. Este es el problema de gran parte del film: no siempre esta puesta tiene una función narrativa que sea cohesiva en el guión, haciéndonos preguntar qué espacio hay allí para el shock antes que por ser solvente en contar la historia. Esto se puede subrayar en la secuencia más violenta de la película, cuya extensión es incontable y aparece por momentos aislada por la sordidez que alcanza. Astutamente Guzzoni hace del nombre del film un detalle que se comprende en el desenlace al hacer la analogía con el nombre bíblico. Cristian Ariel Mangini


Kékszakállú, de Gastón Solnicki / 4 puntos


La figura femenina domina la escena de la misma forma que la simetría de los planos que destacan una arquitectura amenazante, acechante. De ello no hay dudas al observar este film de Solnicki, aunque toda esta puesta en escena fragmentaria, colmada de interrupciones y que deposita toda su confianza en la intuición a la que puede dar forma la opera de Bela Bartok (El castillo de Barbazul) que describe el subtexto del film, termina cayendo en la autoindulgencia intelectual al llevar a un largo metraje de la película a ser piezas aisladas cuya correlación en la edición parece más una arbitrariedad que el fruto del trabajo sin un guion establecido. Al depositar toda su fuerza en lo no-dicho y lo que se intuye desde el tema musical que da un marco al film, el resultado es ambiguo y confuso, aunque ineludiblemente lineal para estar volcado enteramente a las sensaciones que pueda despertar la trama. Esto no quita la delicadeza de algunos segmentos y la belleza fotográfica de algunas secuencias -un buen caso es el plano final-, pero el contrapeso de una dirección confusa que desde la racionalidad más absoluta se pretende espontánea hace caer sus buenas intenciones. Cristian Ariel Mangini


La flor, de Mariano Llinás / 3 puntos


la-florEl nuevo “experimento” de Llinás empezó a develarse en el marco de la función sorpresa habitual de todos los festivales y una gira federal del film. En esta instancia conocimos los dos primeros episodios: el primero es una tediosa seguidilla de intrigas con giros sobrenaturales y un anclaje en la cultura precolombina, que no llega a hacerle ni sombra al segundo que cuenta la tortuosa relación de dos cantantes pop inmersos en una trama policial (y tampoco es gran cosa). Lejos del etnocentrismo porteño las locaciones se alternan entre el interior del país hasta Mar del Plata, donde transcurre parte de la segunda historia, pero ambas carecen de solidez argumentativa y visual. Lo más destacable son las actuaciones que refuerzan la multiplicidad de planos, aunque a veces irrita ver sólo sus caras tanto tiempo. El director abre el paraguas cuando avisa que alguna de estas seis historias no tendrá un final, quizás sean éstas que conocimos pero ya no me voy a enterar por mí si lo son o no. Lejos queda del Llinás que talló algunos pasajes de Historias extraordinarias con sus propias manos y sudor a éste que parece tener un norte bastante difuso en un proyecto que no terminó de filmar y deseamos que mejore. ¿Novedades de lo que será una trilogía? Dicen que el año que viene. Federico Bruno


La idea de un lago, de Milagros Mumenthaler / 9 puntos


idea-lagoTras ganar en la edición 2011 cinco premios con su ópera prima Abrir puertas y ventanas, la directora argentina realiza una película inspirada libremente en Pozo de aire, un libro de fotografía y poemas de Guadalupe Gaona. Este relato sensible atraviesa distintas etapas de la vida de Inés (Carla Crespo), una fotógrafa que está a punto de ser madre por primera vez y ha dejado a su pareja (Juan Barberini). A medida que el embarazo avanza, Inés repasa su infancia, al tiempo que confecciona un libro autobiográfico de imágenes y poemas. Mumenthaler presenta esos recuerdos de infancia a modo de pasajes oníricos que bien podrían ser productos de la fantasía infantil. Los vínculos de Inés con su madre, su hermano menor, y sobre todo la ausencia del padre de ambos (desaparecido en marzo de 1977) cobrarán un nuevo significado ante la inminencia de que la propia joven devenga madre ella misma. De su padre Inés sólo conserva una foto junto a ella en la casa familiar de veraneo. Justamente esta idea de limitar la figura de su padre sólo a un recuerdo personal es lo que hace que La idea de un lago deje de lado el aspecto político-ideológico de la desaparición de su padre. Al abordar el relato desde la mirada de una niña, no hay una noción ni del momento histórico, sólo una chica intentando entender la ausencia para ella inexplicable de su padre. En medio de esos recuerdos y percepciones, la película también ensaya la posibilidad de una recuperación a partir por un lado de una aceptación de la pérdida y también de una apuesta al futuro. La idea de un lago es en suma una película paradójica y fascinante: adulta sin dejar de ser lúdica, melancólica sin dejar de ser optimista, triste sí, pero también esperanzada. Paola Jarast


La justicia injusta, de Cy Enfield / 10 puntos


justiciaBasada en un hecho real ocurrido en California, la película nos muestra a un hombre casado que tiene un pequeño hijo y que al no tener trabajo en una conflictiva EE.UU de post-guerra, acepta ser chofer de un gángster algo sicótico (un joven Lloyd Bridges). Primero serán sólo robos, para luego arriesgarse a realizar un secuestro. Como algunos de los grandes film del período, esta película se puede catalogar de maldita, ya que su director pasó a formar parte de las conocidas listas negras del macartismo y se fue de su país. El personaje de Frank Lovejoy está de última y eso lo lleva a meterse en un mundo que le trae cambios pero sólo a corto plazo. La carga de conciencia es uno de los detonantes para que su carrera delictiva se detenga, el otro personaje importante es el de Richard Carlson que nos muestra el lado más efectista del periodismo, agitando la mano dura desde su diario amarillista. Los últimos minutos tienen una crudeza que, vista hoy en día, parece que hubiera sido filmada ayer. Otra de esas historias en que la tolerancia de los ciudadanos no queda bien parada, pero bien se sabe que el pueblo siempre tiene la razón. Gabriel Piquet


La reconquista, de Jonás Trueba / 9 puntos


Dos treintañeros (Olmo y Manuela, interpretados por Francesco Carril e Itsaso Arana) que fueron novios en su adolescencia se reencuentran (la propuesta es de Manuela durante una visita a España con motivo de las fiestas) en el transcurso de una trasnoche madrileña. Durante esa noche revisarán su pasado, en parte con ayuda de la relectura de las cartas que se escribieron más de una década atrás y que ambos han conservado. También conservan vívidamente en su memoria la historia compartida, atesorada por ambos. Entre charlas cómplices y un concierto del padre de Manuela (a cargo del cantautor Rafael Berrio, responsable de bellísimas canciones que más de una vez se escuchan enteras), Olmo y Manuela empiezan no sólo a recordar sino también a revivir los sentimientos de su adolescencia. Si bien la atracción y el afecto entre ambos perdura, Olmo acaba de mudarse con su novia, junto a quien anhela ser padre en un futuro próximo. A partir de una historia de amor frustrada, Trueba hace gala de varias situaciones humorísticas muy logradas, así como de una estructura narrativa impredecible que, promediando el metraje, comienza a mezclar pasado con presente. El resultado es una película tierna y querible, que posee la suficiente confianza en su material como para hacernos escuchar canciones enteras. Pero La reconquista también es otra cosa: una película que dialoga con el tema de las elecciones vitales y las renuncias que estas implican. En este sentido, la escena del trayecto de regreso a casa de Olmo en moto es un ejemplo muy representativo de esto. Allí vemos a Olmo alejarse cada vez más de su primer amor mientras suena de fondo una preciosa canción de Berrio. Olmo se está alejando no sólo de un amor de adolescencia, sino también de una posibilidad de vida a la que renunció. Paola Jarast


La última tarde, de Joel Calero / 6 puntos


Laura y Ramón se encuentran después de 19 años en un juzgado para terminar sus papeles de divorcio. Eso servirá como puntapié para que tengan una tarde solos en las que tocarán diversos temas relacionados con su pasado. La película tiene una estructura muy similar a la trilogía de Richard Linklater, largos planos secuencias con diálogos en los que los dos personajes comentan un pasado en sendero luminoso, su actualidad laboral, sus pensamientos sobre algunos temas políticos y sociales, pero sobre todo un amor inconcluso que sigue latente. Los dos actores están muy bien sosteniendo los textos, algunos con bajadas de línea explicita que remarcan mucho la ideología, el hombre sigue siendo de izquierda, la mujer más aburguesada que ya abandonó la lucha política, ambos caen en algunos estereotipos. Hay un giro al final que se ve venir desde la mitad, queda forzado, y se pasa factura de un hecho trágico del pasado que los relaciona a los dos. La película logra ser entretenida por la puesta en escena que emula al director norteamericano antes mencionado, y las actuaciones de los dos actores que mantienen sus registros sin caer en la intensidad. Gabriel Piquet


La virgen de la tierra, de Nicolás Bratosevich / 8 puntos


Este documental de producción argentina toma como punto de partida el toreo de la vincha que se realiza en Casabindo, un pueblo en medio de la puna jujeña, para analizar la situación de los pueblos originarios por esa zona del país. Con una gran utilización de registros audiovisuales y una acertada selección de entrevistas, el film exhibe la vida de los nativos de esos territorios desde el momento de la llegada de los españoles, pasando por la posterior formación del gobierno local hasta la situación durante estos días. Allí se ve cómo ha sido un pueblo castigado, que no sólo ha sufrido por los atropellos de los europeos sino que los gobernantes argentinos también han abusado de sus territorios, que los lleva a seguir luchando hoy en día para que les reconozcan sus derechos. Son tan claros y potentes los testimonios e imágenes que se presentan que no dejan la menor duda sobre esta situación que viven los pobladores de la zona, que a pesar de haber sido tan castigados mantienen las creencias católicas que se les impusieron y siguen celebrando las fiestas tradicionales patrias que les enseñaron en las escuelas provinciales. Brian Macchi


La mirada del colibrí, de Pablo Leónidas Nísenson / 7 puntos


lamiradaDocumental de factura argentina donde se presenta a Francisco Javier de Amorrortu, un hombre que ha dedicado sus últimos 20 años a luchar por defender los humedales que rodean al Río Luján. Aquí se exhibirán los diferentes estudios que ha hecho sobre el tema, como también las denuncias y presentaciones judiciales, originados sólo por una motivación personal, siendo un autodidacta en la temática geológica y ambiental. El buen trabajo de edición permite que el complicado discurso que posee Francisco, que utiliza demasiados tecnicismos para el público común, pueda ser comprendido, sumándole imágenes y testimonios que enriquecen aún más el interesante mensaje que pretende transmitir este hombre, que plantea un cambio de paradigma a nivel científico de cómo deben tomarse los humedales y a partir de allí, replantear la visión ambiental para entender que este mundo es nuestro hogar y debemos cuidarlo como un miembro más de él, no como si fuésemos sus dueños. Brian Macchi


La siesta del tigre, de Maximiliano Schonfeld / 7 puntos


Desde un estilo difícil de encasillar este film funciona muy bien en la producción de sensaciones sobre los espectadores. La trama se desliza y se pierde, porque aún teniendo una, queda tapada por la preponderancia de los sentidos. Para esto la fotografía toma un lugar primordial captando lo inconmensurable del paisaje de la selva entrerriana. Junto con esto es posible apreciar los sonidos propios de la naturaleza. Esta combinación logra poner el foco en la apreciación del lugar. A la vez, estas estrategias promueven un espacio intimista que logra que estos personajes tan particulares puedan resaltar. Los diálogos no son tantos. Sin embargo, la profundidad de las pequeñas y simples conversaciones resuena ante la combinación con los sonidos propios del lugar. Este film no explora grandes cosas a simple vista. La búsqueda pasa por la complejidad en la simplicidad. Por esta razón cada uno de los personajes logra trasmitir su sencillez y sus aprendizajes. Melody San Luis


Las lindas, de Melisa Liebenthal / 6 puntos


las-lindasLa película de Liebenthal asume la modalidad de un diario autorreflexivo. Para ello recurre al descentramiento, a un movimiento enunciativo cuya impersonal voz suple al cuerpo ausente. Lo que vemos son archivos personales, materiales que se inscriben dentro de un universo donde parece ya no haber cabida para los recuerdos mentales, en tanto y en cuanto se materializan en fotos, videos caseros y eventualmente en palabras. La directora examina el funcionamiento de la memoria y para ello funde su cuerpo con la cámara, lo corre de los lugares del centro discursivo y lo transforma en una prótesis del aparato que registra. Esta dialéctica entre subjetividad y tecnología es la apuesta más fuerte de Las lindas, apropiarse de los archivos privados para interrogarlos y al mismo tiempo convertir el procedimiento en el tema de la película: un cuerpo que se desdibuja y se afirma en imágenes del pasado, para volver a borrarse y así sucesivamente. “Las lindas” del grupo de jóvenes que integran el círculo hablan como son y la cámara no sólo es interlocutora sino la amiga que ha compartido gran parte de su vida con ellas. En esa aparente falta de planificación la espontaneidad reina y los diálogos se transforman en un confesionario de living, con silencios, olvidos, frases a medio terminar y cierta banalidad que jamás es disimulada. Si hay algo que tiene el film es honestidad, pues nunca resigna ese lugar de enunciación donde se muestra sin tapujos un modo de pensar colectivo siempre al límite entre el disfrute y la irritación. Y cuando la extimidad se vuelve sospechosa como recurso y parece autocelebrarse, aflora la ironía en el análisis crítico de la propia vida y de la forma en que los demás miran a todos aquellos que no siguen un mandato social. Tal vez, lo que haga más ruido es la exposición escolarizada sobre determinados temas y la artesanal composición que, da la impresión, obedece más a un trabajo de tesis universitaria que a una película terminada. Guillermo Colantonio


Le Parc, de Demian Manivel / 7 puntos


Otra película con jóvenes protagonistas; otra película partida en dos. El título anticipa el predominio del espacio ante todo. Hay una pareja y un encuentro en un bello parque. Ellos hablan, juegan, se desplazan, como si transitaran el interior de un cuadro. Los movimientos son siempre internos dado que Manivel deja la cámara fija y los personajes atraviesan los bordes para dejar el edénico lugar ante nuestra mirada. El verano y el entorno edénicose hace sentir a través de la luminosidad frontal con que se observa todo de forma descontracturada. Algunos intercambios verbales en torno a Freud, la mente y la hipnosis preparan un terreno donde la ambigüedad reinará paralelamente a la llegada de la tarde y a un giro inesperado como insólito. Entonces, el carácter edénico del parque se transforma en una iconografía propia de los cuentos de hadas y de terror, aún con el riesgo a caer en el disparate. Se trata de una invitación a una experiencia sensorial con un manejo de la intriga y de la espera cuyos efectos, por lo menos, no dan lugar a la indiferencia. Guillermo Colantonio


Lo and behold, reveries of the connected world, de Werner Herzog / 7 puntos


loandbeholdHerzog continúa buscando poesía. Su mirada siempre es de asombro y este se manifiesta en la voz en off que utiliza magistralmente en el documental. Aquí el tema pasa por indagar acerca de los orígenes y evolución de Internet y su impacto en la humanidad. Con un registro más didáctico y cercano al informe televisivo que en otros trabajos, abundan más los reportajes que las imágenes recreadas o puestas en cuestión, práctica dominante en su última etapa. No obstante están esos signos particulares en la forma en que articula su acercamiento a los personajes con los que interactúa, ya sea a través de un encuadre que enrarece la situación o a partir de testimonios que se vuelven desopilantes por su misma extravagancia. Del primer procedimiento hay un ejemplo notorio: una familia cuenta la desgracia sufrida a raíz de un accidente mortal de auto y la viralización de una parte del cuerpo de su hija por las redes. El hecho es terrible pero la distancia se logra con una puesta en escena en la que se ve una mesa con platos llenos de donas (¡!) y todos mirando a cámara en posición frontal como si fueran muñecos. Del segundo, se destaca una vez más la exposición de un científico mientras anota fórmulas interminables en el pizarrón; su estiramiento temporal provoca el pasaje de la atención a la risa. Un Herzog menor, pero Herzog al fin. Guillermo Colantonio


Los crímenes del clan Manson, de Tom Gries / 6 puntos


Nos podemos aventurar, y decir que la película de Tom Gries es una no-ficción policial con aires lejanos a JFK de Oliver Stone, por su manera obsesiva de querer abarcar todas las aristas judiciales de la cuestión, y por querer convertir a un Fiscal es una especie de héroe mítico del sistema norteamericano. Aunque la verdad es que estaríamos exagerando. Lo cierto es que estamos ante un largo film televisivo (por su origen y por su estética), basado en la rigurosidad el libro del fiscal Vincent Bugliosi quien logró la condena de Manson y los implicados directos de los crímenes Tate-Labianca. Lo interesante es ver cómo el director utiliza los recursos y los recursos técnicos propios de la década de los 70 para construir un film que tiene una tendencia innata al aburrimiento. Gries no duda en acudir a cierto amarillismos gore, a un tono exagerado de las actuaciones y a personajes unidimensionales y a un maniqueísmo a prueba de balas. Por momentos parece que estamos ante un film de explotación que luego luce como una enclenque dramatización de un documental barato de History Channel. Aún así de alguna manera el conjunto parece tener sentido y causar el efecto que busca. Los crímenes del clan Manson es un film inquieto que exhala sin prejuicios el espíritu de una década; lo más recomendable finalmente es prestarle atención a la amenazante reflexión final con plano congelado incluido que es una obra de arte. Matías Gelpi


Los decentes, de Lukas Valenta Rinner / 7 puntos


La película de Valenta Rinner es una anomalía, que amaga con transitar caminos ya habituales en el cine independiente (e incluso mainstream) argentino, pero luego va para otro lado. Todo empieza con una mucama que entra a trabajar en un country. Su hallazgo fortuito justo al lado de su lugar de trabajo de una comunidad nudista dispara al relato para el lugar de la comedia. También para el del descubrimiento y el autodescubrimiento, de la posibilidad del placer, el deseo y la experimentación. Finalmente, hay otro giro que coloca al film en el lugar del disparate, pero de un disparate chocante, que sacude las perspectivas del espectador y que hasta constituye un posicionamiento ideológico bastante radical. Se le podrán cuestionar a Los decentes ciertas remarcaciones innecesarias y un estiramiento de algunos pasajes, pero su narrativa es potente -la progresión de los acontecimientos está manejada pausada y sabiamente- y sus logros formales (el trabajo con el encuadre de los cuerpos y espacios, lo mismo que con la banda sonora, es impecable) van de la mano con sus ambiciones. Entre su ópera prima, Parabellum, y este film, Valenta Rinner ya ha construido una mirada propia que vale la pena tener en cuenta. Rodrigo Seijas


Los ganadores, de Néstor Frenkel / 5 puntos


Hay un plano que resume buena parte de los problemas del nuevo film de Frenkel. Allí se le pide a un hombre que pose frente a cámara, sonriendo. El plano podría haber durado apenas unos segundos, pero en vez de eso se estira mucho más, evidenciando el grotesco de la situación y ridiculizando al hombre. La única meta para eso parece ser causar la risa en el espectador, a costa del sujeto que se ve en pantalla, quien no tiene chance de defenderse. Hay muchos ejemplos más de similar tenor en este documental que hace foco en los particulares rituales de las entregas de premios: todo está construido en base a una mirada distanciada y hasta paternalista, donde el montaje -muy hábil, por cierto- está configurado para exhibir el patetismo de los protagonistas. Y es una pena, porque ese distanciamiento, paternalismo y sarcasmo impiden que ese micromundo que encuentra Frenkel termine de expresarse en toda su dimensión y complejidad. De hecho, hay un interrogante que flota a lo largo de todo el metraje, relacionado con las motivaciones y pulsiones detrás de la necesidad imperiosa de reconocer y ser reconocido. Los ganadores es una película diseñada para un público que mira cómodamente y con un dejo de superioridad lo que ve en pantalla, y que termina ofreciendo respuestas demasiado facilistas. Rodrigo Seijas

A FAVOR // Los ganadores, de Néstor Frenkel / 8 puntos
Una voz en off narra cómo el personaje de uno de los documentales anteriores del director (Amateur) tenía varios premios, es el puntapié inicial para meterse en el universo de esta película. Toda una investigación por Internet descubriendo varios eventos en los que diferentes personajes del ámbito de la radio y la TV de cable de diferentes ciudades compiten por premios que de nombrarlos causarían gracia. Frenkel sigue a uno de estos personajes y su mundo relacionado con el armado de uno de estos eventos en los que se entregan premios. Siempre al límite logrando dividir aguas, muestra cómo esta gente necesita ser premiada, y toda la farsa que eso conlleva. Incómoda, parece burlona, el retrato de este entorno daría de comer a varias temporadas de una sitcom gracias a lo patético de algunas situaciones. La manipulación de las imágenes nos llevan a grandes gags involuntarios (el personaje principal olvidándose una cosa en su auto, yendo a buscarla mientras trasmite su programa en vivo desde la radio sin importar lo que sale al aire). También hay caprichos: un plano al comienzo que sostiene la mirada de un personaje, está de más. Pero Los ganadores genera varios momentos de comedia que lo llevan invariablemente a uno a la risa: como diría el slogan de un político “yo ya gané”. Gabriel Piquet


Los globos, de Mariano González / 5 puntos


La ópera prima de González -también protagonista y guionista- tiene a simple vista un gran conflicto, pleno de matices, para poder desarrollar: un hombre bastante retraído, dedicado a fabricar globos, cuyo pequeño mundo se agranda de golpe a partir del fallecimiento de su esposa y el dilema que plantea el hacerse cargo de su hijo o entregárselo a otra familia que le garantice una mejor vida. El gran problema es que durante más de la mitad de su metraje (poco más de una hora) gira en el vacío, sin acertar a darle un marco preciso y sensible que permita empatizar con las disyuntivas que atraviesan al protagonista. Recién cuando el personaje del niño empieza a tener una mayor presencia dentro de la trama y los eventos que se suceden, es cuando el film adquiere una mayor carnadura. Sin embargo, ya es demasiado tarde, la conexión con el espectador no termina de entablarse y en el medio quedan varias subtramas y personajes sueltos, como meras apariciones. La sensación final es contradictoria: por un lado pareciera que la película ameritaba apenas un cortometraje, por otro que había mucho más en lo que profundizar, lo que implicaba un metraje bastante más largo. En cualquiera de los casos, lo que queda es un film fallido. Rodrigo Seijas


Los modernos, de Mauro Sarser y Marcela Mata / 6 puntos


Si hay algo que se le puede reconocer a la ópera prima de Sarser y Mata es su ambición, que ya se puede intuir en su duración: casi 140 minutos. También que los cineastas uruguayos gozan de unas cuantas herramientas narrativas bien afiladas para llevar adelante el relato, que nunca aburre e incluso pasa volando. Lo cierto es que en la película pasa de todo, empezando por una pareja que entra en crisis y termina separándose, aunque cuestiones laborales y azares personales llevarán a que sigan cruzándose, con lo que ese vínculo nunca termina de romperse. En el medio surgirán nuevos personajes -incluida una pareja amiga, con sus propios dilemas- y se dispararán otros conflictos, que transitan temas como el lesbianismo, el aborto, la paternidad y las metas laborales. Todo ese combo va acomodándose de a poco, balanceando el drama y el humor a partir de actuaciones fuertemente apoyadas en lo discursivo, con un uso sumamente particular de la banda sonora y la fotografía en blanco y negro. Esa apuesta formal consigue grandes momentos pero no puede escapar a unos cuantos pasajes en los que se nota cuando menos forzada. Sin embargo, lo peor está en los minutos finales, donde la serie de conflictos, que venían cimentándose pausadamente y sin golpes bajos, se resuelven a las apuradas y con unas cuantas arbitrariedades. La sensación es que Sarser y Mata tienen la capacidad para hacer un gran film en el futuro, pero que aquí las piezas no terminaron de acomodarse. Igualmente, entregan una película que los pone en el mapa del cine latinoamericano. Rodrigo Seijas


Los nadie, de Juan Sebastián Mesa / 7 puntos


los-nadieEl comienzo de la película cae como una maza encima de la cabeza: música al palo, cámara inquieta y dificultades para acceder a una fonética propia de la jerga de adolescentes que sobreviven en Medellín como pueden. Su forma de resistir pasa por conservar ciertos rituales, por el arte callejero, la amistad y la posibilidad de un viaje que parece una utopía. “Revolución mental” pintan con aerosol en las paredes y es la actitud punk la que los mantiene vivos en un sistema de exclusión y de marginalidad. El título está sacado de un poema de Galeano del cual Mesa toma su principal inspiración en la descripción del grupo social que rescata, para salvarlo en las imágenes en tanto y en cuanto les concede visibilidad y voz; también recuerda a Los olvidados de Buñuel. Sin embargo, a diferencia de este notable film, la elección del blanco y negro parece un recurso siempre al borde de la estetización de la miseria, ese peligroso signo que, pese a la belleza visual, hace vendible al cine latinoamericano al resto del mundo. Pero también el título adelanta la idea de no-mensaje, de no-historia, en todo caso lo que vemos son retazos de un modo de vida sin moralina, que transcurre como el presente mismo. Y si bien los actores no son profesionales, una decisión que refuerza la verosimilitud de lo que se cuenta, el mundo de los adultos no escapa de la tipificación. No obstante, pese a sus imperfecciones, la película se mantiene potente con su espíritu punk y sus rincones suburbanos como crítica a una Medellín de postal. Un aire saludable para el cine colombiano. Guillermo Colantonio


Los sentidos, de Marcelo Burd / 7 puntos


lossentidosNuestro país parece estar repleto de historias y espacios donde el acto de educar trasciende los parámetros convencionales y constituye un desafío a lo establecido y hasta una pequeña épica. En este caso, el recorte está establecido en Olacapato, una pequeña localidad salteña, donde un matrimonio de maestros no sólo educa a 45 niños, sino que se ocupa de un montón de aspectos más de sus vidas, como la educación y la alimentación. La puesta de Burd se acerca lo justo y necesario a los eventos, dejando que sean las personas frente a la cámara las que esencialmente construyan los ejes de conflicto, los rituales, los vínculos y finalmente toda una visión sobre el deber del docente en la Argentina de hoy. En consecuencia, Los sentidos también se constituye en una declaración de principios sobre la ausencia de las instituciones estatales y cómo son los individuos los que cargan con responsabilidades que parecen superarlos pero que al final los definen. En un país donde los gobernantes sólo parecen conducirse a través de la demagogia y el doble discurso, no viene mal que desde el cine se sostengan unos cuantos principios éticos, apoyándose precisamente en quienes los ejercen. Rodrigo Seijas


Lumiéres D´eté, de Jean Gabriel Périot / 9 puntos


La belleza de esta película está dada por un oxímoron, la triste alegría. Da comienzo con mucha fortaleza y no pierde la intensidad, aunque sí va cambiando los recursos que utiliza a lo largo de la proyección. En la primera escena, la entrevistada dice que hablar como sobreviviente de lo que pasó Hiroshima es luchar. Justamente el film muestra la lucha para sobrellevar la muerte con vida. Esto se desarrolla de manera sutil y delicada. Un día en Hiroshima es suficiente para trasmitir cómo un pueblo no olvida. La música es un factor de gran importancia. Desde la melodía se completa una ambientación que es dada por una hermosa fotografía y diálogos precisos. La película trabaja muy bien el plano metafórico dado que se explaya sobre la historia del lugar y la Segunda Guerra Mundial sin ser del todo explícita. Los actores se conjugan muy bien con la armonía de los demás elementos y dan lugar a que se produzca empatía con el público. Por otro lado, es importante resaltar cómo deja huecos que el mismo espectador debe pensar o imaginar. Melody San Luis


Madraza, de Hernán Aguilar / 6 puntos


madrazaLuego de que asesinen a su marido, una mujer comienza a matar, primero accidentalmente, luego por dinero, ocupando el lugar de asesino a sueldo que le quitó a su primera víctima. Un policía que se enamora de la mujer sin saber lo que hace, será el encargado de la investigación. Madraza tiene dos registros, el primero sigue los lineamientos del cine policial entrando en ese subgénero del hitman o asesino por encargo, el otro registro es el de la comedia, muchos de los elementos tradicionales del primer registro serán trastocados en el segundo. A la película le cuesta arrancar, algunas actuaciones están estereotipadas con diálogos que parecen anunciar lo peor, y es ahí, cuando el personaje de Gustavo Garzón comienza a frecuentar a la madraza del título (gran actuación de la paraguaya Loren Acuña) que la película logra sus mejores momentos, regalándonos grandes pasajes de comedia. De ahí en más, una vez entendido el juego que el director propone, la película se vuelve un hallazgo interesante. Gabriel Piquet


Manda huevos, de Diego Galán / 4 puntos


mandaDocumental sobre la metamorfosis de la figura masculina en distintas etapas del cine español, a pesar de la trabajosa edición de montaje y edición cuesta encontrarle ritmo y sentido al mismo. Compila cerca de 100 películas de principios del siglo veinte hasta estos tiempos, sin muchas pretensiones y una locución que de la noche a la mañana desaparece. Nos lleva y trae en una línea de tiempo confusa desde los temas más trillados a los más sensibles. Es una montaña rusa a punto de descarrilar. Como pudimos adivinarlo, el umbral más grande lo fija la Guerra Civil que reprimió muchísimas expresiones artísticas y el cine no fue la excepción. Se contraponen en ese sentido distintas concepciones acerca del dictador Franco, la tauromaquia, el exilio, la religión, el sexo, el turismo, el machismo, el trabajo y la corrupción. La selección de archivo es bastante buena y el criterio de prevalecer el humor sobre todas las cosas salva varios momentos el despiste. En resumidas cuentas, si alguna vez nos acordamos de Manda huevos será porque nos hizo llegar a alguna otra película, escena o director que nos estábamos perdiendo. Federico Bruno


Mañana a esta hora, de Lina Rodríguez / 7 puntos


Este drama intimista compuesto de pequeños mosaicos de la vida de una familia de clase media alta colombiana tiene en su directora a una narradora con una sensibilidad exquisita, más allá de que se puedan achacar irregularidades sobre el conjunto. Los paneos, que recorren lentamente los rostros en primeros planos, fluyen con diálogos que suenan tan naturales como los silencios, haciendo al espectador un testigo privilegiado de lo que ocurre con los habitantes de esa casa. El relato recorre las crisis familiares en medio de la rutina que sobrellevan, haciendo de los pequeños actos un documento de las satisfacciones y las tragedias desde una humanidad cotidiana. Para esto cuenta con interpretaciones que se complementan de forma compacta, contando la historia sin exacerbaciones y privilegiando las sensaciones antes que explicando lo que ocurre con los personajes. Algunos segmentos pueden resultar densos y la búsqueda estética no siempre es cohesiva al ver los fragmentos en su conjunto, pero no deja de ser una saludable sorpresa. Cristian Ariel Mangini


Martirio, de Vincent Carelli, Ernesto De Carvalho y Tita / 6 puntos


El reclamo de los pueblos originarios tiene voz mediante el film. Con una gran recopilación de archivo es posible acceder a las controversias que presenta Brasil. La película hace posible que se visibilice el derecho de permanencia de estos pobladores sobre las tierras en las que vivieron ellos y sus ancestros. Se accede de esta forma a visualizar los hábitos que llevaban a cabo en el lugar. Vemos la tierra, de esta manera, como un modo de vida tanto de supervivencia física como espiritual. Paralelo a esto se explora todo el entramado de negocios que se llevan adelante desde los ruralistas y políticos para poder tomar posesión de las tierras. En este sentido, es interesante ver cómo la voz de los pueblos originarios es silenciada y aún peor desacreditada. Por esta razón, Martirio representa gran valor informativo. Conforma la voz que es necesario que se escuche. Sin embargo, es posible que la gran cantidad de archivo sin una minuciosa selección haga perder el eje. El poco dinamismo del documental puede atentar sobre el mismo haciendo que no sea tan efectiva la búsqueda de dar a luz al reclamo de los pueblos originarios. Es una lástima que un tema tan interesante se pierda por la forma en la que se comunica. Melody San Luis


Mi mamá Lora, de Martin Musarra / 6 puntos


Es el cumpleaños número 11 de Juana y su entorno familiar le esconde algo, le quieren contar pero no tienen la oportunidad. La niña quiere irse de campamento, su madre se niega a firmar el permiso, su padre lo hace y se va por unos días; la madre finalmente acepta y cuando firma, el secreto familiar se devela. Los integrantes de la familia pueden convertirse en animales: su mamá ahora es una lora y Juana tendrá que lograr que cambie su forma en 72 horas si no quedará así para siempre. Este cuento o leyenda que parece venir del litoral le da a la película un toque original, el personaje principal y algunos niños hablan con tonada, mostrando otra imagen que no es tan común en el cine argentino más arraigado en Buenos Aires. El film tiene un arranque bastante interesante pero en el nudo se vuelve lento y algunos personajes sobre-explican mucho (el malo de la película, por así denominarlo) restando la fluidez que este tipo de cine infantil necesita. Llegando al final se vuelve a encarrilar y logra entretener y hacer funcionar algunos chistes. Vale la pena rescatar el jugarse por hacer cine infantil, en un mercado que no tiene una mirada muy puesta en ese público. Gabriel Piquet


Mi último fracaso, de Cecilia Kang / 7 puntos


Esta ópera prima pretende contar a partir de la propia historia de su directora parte de la cotidianeidad de los coreanos en Argentina. La historia -literalmente- empieza en Corea y termina en Buenos Aires, lo más interesante es que el descubrimiento de lo desconocido (en especial de parte del espectador) se nos revela al mismo tiempo que la sensibilidad de su principal protagonista. Termina siendo su espejo. Lo universal se sobrepone a lo singular: tiene más peso específico el amor, el machismo y el sufrimiento que rodea a este linaje sobre sus hábitos domésticos o los palitos que usan para almorzar. Con un minúsculo presupuesto, Kang entrega una película sencilla que aún así no escatima en poesía, risas y emoción. El uso de la cámara subjetiva y la irrupción del equipo técnico en algunas escenas le quita la solemnidad necesaria para que no sea tildado como otro documental cosmopolita. Sería imposible obviar la aparición estelar de los mexicanos del trío Los Panchos que aportan la canción del final, romanticismo y como si fuera poco el título del film. Federico Bruno


Mifune: last samurai, de Steven Okazaki / 6 puntos


mifuneCada año, el Festival de Mar del Plata nos trae de esos documentales centrados en personalidades cinematográficas fuertemente icónicas que, aún sin un gran vuelo formal, capturan nuestra atención y se convierten en experiencias placenteras. De hecho, es una especie de subgénero prácticamente indestructible. Okazaki hace la fácil, porque sabe que con eso le alcanza: ayudado por la voz en off (un tanto monocorde) de Keanu Reeves, va contando la vida de ese mito absoluto del cine japonés llamado Toshirô Mifune, partiendo desde su infancia hasta su ascenso a la fama, para culminar con el ocaso de su carrera, su vejez y fallecimiento. En el medio, asistimos a un retrato básico pero útil de lo que fue el cine mudo japonés, la tradición de films del género chanbara y la era dorada del cine nipón luego de la Segunda Guerra Mundial. También contamos con los aportes testimoniales de compañeros de trabajo de Mifune como Haruo Nakajima y Koji Yakusho, y testimonios de cineastas como Steven Spielberg y Martin Scorsese. Pero lo más jugoso (y hasta conmovedor) pasa por la descripción de la relación personal y laboral entre Mifune y Akira Kurosawa, que nos dejó dieciséis películas y que no estuvo exenta de algunos enigmas. Allí la película es didáctica pero también pudorosa, y jamás saca conclusiones apresuradas e innecesarias. Con sus límites formales, Okazaki igual humaniza al ícono y a partir de ese gesto lo enriquece. Rodrigo Seijas


Moana: un mar de aventuras, de Ron Clements y John Musker / 8 puntos


Al igual que Marvel, Disney sigue contando la misma historia de siempre, pero se las arregla para repensar, reformular y reescribir sus propias estructuras, para así renovarse sin dejar de ser fiel a sus propias tradiciones. Acá Clements y Musker (los mismos de La sirenita, Alladin y La princesa y el sapo, entre otras) toman elementos de la cultura maorí y las tribus de la antigua Polinesia, para plantear una travesía donde una joven, acompañada a regañadientes por un semidiós (estupendo Dwayne Johnson en la voz), busca salvar al mundo de una progresiva destrucción. Hay una buena dosis de autoconciencia y el relato explicita en variados pasajes las mecánicas de este tipo de cuentos, pero no para renegar de ellas, sino para reafirmarlas, indagando en razones para creer en esos imaginarios. Pero, principalmente, hay un despliegue maravilloso en todos los posibles niveles audiovisuales: Moana es un film que respira cine, desde la creación de escenarios y situaciones avasallantes en los colores y formas desplegados, hasta un compendio de canciones destinadas a permanecer en la memoria. Aún con sus fallas narrativas y ciertos vínculos entre los personajes que no terminan de solidificarse apropiadamente, estamos ante una película que profundiza con inteligencia y sensibilidad en discursos familiares, culturales y mitológicos, siempre con una perspectiva femenina. En los últimos tiempos, Disney es mujer. Rodrigo Seijas


Moonlight, de Barry Jenkins / 9 puntos


Lo interesante de Jenkins tal vez no reside en qué cuenta sino en el cómo cuenta un relato cargado de sensibilidad y duro a la vez. Y ya lo ha demostrado tiempo atrás con su Medicina para la melancolía (2008). Por allí pasa el canal que nutre a Moonlight y genera una montaña rusa de climas y emociones desde postura y movimientos de cámara hasta la inclusión acertada de una precisa banda sonora que acompaña fielmente a la imagen. La historia se centra en los distintos períodos de vida de Chiron, un joven afroamericano que vive en los barrios bajos de Miami. Un personaje cerrado, triste y solitario que se debate entre las adicciones de su madre y el bullying de sus compañeros de colegio. ¿Cómo encontrar amor en un mundo que excluye su presencia? ¿Y cuál es la identidad genuina de ese ser que no expresa? O tal vez sí, sin decir nada o poco algo está emergiendo de la cruda vida del protagonista. Basada en la novela de Tarell McCraney es un proyecto ambicioso, bien llevado gracias a la calidad actoral que con soberbia destreza retratan la infancia, adolescencia y madurez de Chiron. Jenkins logra rápida conexión con el espectador en un drama que sólo crece y crece a lo largo de su excelente narración. Rosana López


Monger, de Jeff Zorrilla / 8 puntos


Zorrilla, quien ya tiene una larga trayectoria trabajando el formato Súper 8, aborda el universo del turismo sexual en Buenos Aires y hace la más difícil y arriesgada: tomar el punto de vista del hombre, seguirlo y dejar casi en fuera de campo a las mujeres. El recorte es específico pero bien representativo: un guía sexual llegado a la Argentina desde Texas; una especie de youtuber que quiere superar la marca de 400 mujeres con las que se acostó; y un hombre que quiere quedarse con la custodia del hijo que tuvo con una prostituta. Es decir, lo que prevalece es la mirada del macho, del cliente, del creador de la oferta a partir de la demanda, del que tiene el poder porque tiene la guita y que hace apología de esa posición. Poco a poco, lo que se va revelando y delatando es que detrás de esa superficie de prepotencia y pedantería, de discurso machista, misógino, sexista y objetual, lo que queda es la soledad y fragilidad masculina, la necesidad de afecto enmascarada en el raid sexual. El realizador jamás juzga a los personajes, porque ellos se juzgan solos, no sólo en sus acciones, sino incluso en cómo hablan de sí mismos. En el medio, se intuye una feminidad que establece un vínculo de retroalimentación con esa masculinidad que bordea lo horroroso. Un documental que es también un retrato brutal del capitalismo, de cómo el placer o el deseo más íntimo se convierten fácilmente en mercancía. Rodrigo Seijas


Neruda, de Pablo Larraín / 5 puntos


nerudaLa base del film es el diálogo, no entre las palabras que cruzan los personajes sino entre los mismos personajes. Al Neruda (Luis Gnecco) perseguido por la obsesión de Oscar Peluchonneau (Gael García Bernal) los une el vínculo de depredador y presa, en los términos poéticos y existenciales que puede llegar a plantear Julio Cortázar en El perseguidor. Esto da lugar a un film que más allá de sus virtudes técnicas no logra salir airosa del mejunje de géneros que terminan sumergiendo la historia, a menudo balanceándonos al thriller histórico con sus realemas de la época en que transcurren los hechos, para luego tornarse de un lirismo agobiante en su desenlace de western. Este mismo lirismo es recurrente en la persecución de Oscar, cuyo tono reflexivo en una asfixiante voz en off por momentos nos hace olvidar lo que vemos en el encuadre. Son estos monólogos, que a menudo se valen de expresiones poéticas un tanto crípticas, los que llevan al film a la risibilidad porque su tono de reflexión desvirtúa el rigor de thriller que por momentos maneja con holgura. Esto sin mencionar las dificultades al entregar un cierre donde el diálogo que mencionamos aparece subrayado hasta el hartazgo, abandonando toda sutileza. Cristian Ariel Mangini


No money, no future, de Lee Dong-woo / 5 puntos


¿Existe algo más extremo que un documental sobre un grupo punk coreano del momento? Nada se compara con una suerte de diario de gira de un par de bandas de jóvenes músicos autogestionados. Lo que significa viajar al extranjero, buscar popularidad y sostener económicamente ese ritmo de vida queda plasmado a lo largo del film. Las noches de alcohol, la amistad y mucha música de sonido ensordecedor son presentadas por Dong-woo, director y miembro de la agrupación punk Scumraid. Como contenido No money, no future poco ofrece, como expresión retrata una forma de vida contada de forma liviana y sin profundización alguna. Con atrapante fotografía, el documental no llega a proponer una narración interesante. Parece surgir de un capricho personal y animarse con una exhibición aceptada por festivales de cine que se atreven a este tipo under pero vacío de significación. Con una duración de 100 minutos -algo inconcebible de aguantar- tampoco hace honor al movimiento que surgió a finales de los 70′ en Inglaterra y que luego se expandió por el mundo. Ese legado cultural con lemas anarquistas y posturas políticas bien fundamentadas. En fin, el punk no está muerto, pero para cualquier melómano No money, no future es un cadáver andante con el mayor de los respetos a los zombies. Rosana López


No sabés con quién estás hablando, de Demian Rugna / 7 puntos


Juan es un joven que volantea para un mafioso llamado “El Gitano”, pero decide tirar algunos paquetes con volantes para evitar seguir trabajando: claro, es alertado por sus compañeros que será apretado por el mafioso si no encuentra lo que tiró y vuelve a sus tareas. Y en la búsqueda, conocerá a Romano, un personaje que le cambiará la vida (en todo sentido) asociándose para lograr sus sueños. Germán de Silva y Martín Tchira, los protagonistas, son los encargados de crear una dupla con química para los diálogos, ayudados por varios actores secundarios que funcionan muy bien. A medida que avanza la película comienzan aparecer referencias cinéfilas que le dan unos giros ingeniosos (el monstruo es uno de esos grandes momentos). Un universo original para un panorama de la comedia argentina que de a poco se afianza y logra salir del chiste televisivo al que nos tenían acostumbrados hasta hace algunos años. Gabriel Piquet


No te olvides de mí, de Fernando Ramondo / 7 puntos


Film argentino que narra el viaje de un hombre solitario que en su recorrido recoge a dos hermanos que van a buscar a su padre, llevando a que las circunstancias que viven formen un lazo afectivo que los una para siempre. Más que una road-movie, esta producción es un western local, apelando al desarraigo, al poco respeto de lo establecido y al vínculo de grupo como elementos base de la ficción. Una destacada labor de dirección con hermosos y artísticos planos, donde Ramondo no sólo se centra en la cuestión estética sino que “escolta” a los protagonistas haciéndolos lucir más aún. También sobresale una bella fotografía y el trabajo de Leo Sbaraglia, medido y preciso, que desde su rol se pone al frente y lleva adelante esta correcta producción, que sin sobresalir es honesta y noble con lo que quiere contar. Demasiado para estos tiempos. Brian Macchi


Nunca vas a estar solo, de Alex Anwandter / 7 puntos


El film narra una historia fuerte, de alto impacto emocional, aunque los desbordes sentimentales están contenidos y la procesión va por dentro. Está centrada en la relación de un padre y un hijo gay. Después de que éste es salvajemente golpeado por un grupo de jóvenes homofóbicos, Juan,  agente retirado de una fábrica de maniquíes, luchará entre pagar los gastos de su hijo o intentar ser socio de la empresa. Andwanter trabaja el vínculo familiar alternadamente y transfiriendo las actividades de cada uno a su personalidad. El padre es frío y estático como los maniquíes con los que ha convivido toda su vida en contraposición al deseo del hijo, manifestado en sus encierros para travestirse y cantar algunos boleros. Los actos privados instauran una brecha insalvable sostenida en el secreto y en la vergüenza por no ser aceptados como tales. Hay una doble imposibilidad que la película entrelaza: la social y la económica. A ambos personajes se los come el sistema y no pueden dar “el gran salto” que los saque de sus máscaras de resignación (el padre) y de contención sexual (el hijo). La mirada sobre un Chile que no se conoce es la principal virtud de la película; la ciudad nunca pasa de una mirada gris, somnolienta, producto de una realidad opresada por la rutina y las dificultades diarias. El país aparenta estar recluido en esos interiores oscuros y exteriores de amenaza latente. La violencia, más allá de lo explícito, se manifiesta psicológica y verbalmente. El padre, que reitera el discurso homofóbico social, dice que su labor consiste en evitar que los maniquíes salgan fallados, metonimia de la condición sexual de Pablo, al cual nunca aceptaría como gay. De todos modos, la historia toma un giro atendible desde el momento en que la filiación paterna y la necesidad económica se unen ambiguamente para que el padre inicie una cruzada en busca de justicia. Hay que pagar las cirugías y como consecuencia, hay que enfrentar a un aparato burocrático letal. ¿Qué lo motiva a conseguir ese propósito? La respuesta no nos es dada y constituye un signo inteligente porque Juan, si bien empieza a explorar el mundo de su hijo, nunca termina por aceptarlo. La hipocresía social contribuye a encubrir. En esta dirección, Anwandter parece querer despertarnos. Y no está mal. Guillermo Colantonio


Oncle Vania, de Pierre Léon / 6 puntos


El universo de Chejov aparece ilustrado fielmente en esta copia restaurada que se vio dentro de la retrospectiva dedicada al autor (con algunos inconvenientes de luz visibles). Si bien los temas del autor ruso se encuentran representados en esa combinatoria fascinante de nostalgia y humor solapado, la película nunca se resigna a perder ciertas convenciones teatrales en las que el recitado de los diálogos y el estatismo de la puesta en escena atentan contra la dinámica cinematográfica. Hay, por supuesto, una búsqueda de carácter pictórico en la construcción de los planos, un buen manejo del ritmo en los intercambios verbales para dar cuenta de los matices existenciales de cada personaje y hasta algunos irresistibles acordes de canciones populares, pero la sensación es que son los textos en definitiva los que sostienen el film por sobre las imágenes y que la frialdad como pauta para el distanciamiento del espectador exacerba cierto tufillo académico. Me quedo, en todo caso, con un bonito plano de la luna para cerrar uno de los actos, acaso uno de los escasos momentos puros de cine. Guillermo Colantonio


Operación Avalancha, de Matt Johnson / 7 puntos


operacionEscrita, dirigida e interpretada por Johnson, es la enésima película cuyo tema es la supuesta conspiración del gobierno norteamericana para simular la llegada del hombre a la luna, y así ganarle la carrera espacial a los rusos en el punto más alto de la Guerra Fría. La teoría es conocida, y al darse cuenta de que sería imposible llevar a un hombre a la luna antes del fin de la década del 60 como lo había prometido JFK, la Nasa y la CIA (con la pericia técnica de Stanley Kubrick) montan la farsa y filman una película que el público en general toma como hecho histórico verídico. Johnson nutre de este mito conspirativo a su película que es una especie de prodigio técnico. Utilizando texturas del fílmico en cámaras caseras de la época y una estética muy popular en el cine de terror barato contemporáneo como es el found footage se cuenta cómo un grupo de agentes de la CIA de bajo nivel, a los cuales se les asigna la misión de descubrir a un espía que opera internamente en la Nasa, termina convirtiéndose en el núcleo fundamental de la conspiración que monta una de las mentiras más grandes de la historia del Siglo XX, fundamento además del aparato narrativo que sostiene la idiosincrasia norteamericana. Es una lástima que hacia la mitad Operación Avalancha va perdiendo la comicidad para adentrarse en una zona más oscura, pero la pericia de Johnson para sentir el pulso narrativo indicado y su virtuosismo a la hora de filmar la única gran secuencia de acción que tiene su película compensan al final la perdida de alegría. Matías Gelpi


Orange sunshine, de William Kirkley / 7 puntos


Frente a todo pronóstico de estar parado ante un documental que hace apología a los años mozos del LSD, el film en cuestión habla de la misión de un grupo de jóvenes llamado la “Hermandad del Amor eterno”. Muchachos idealistas que a través de la producción de pastillas psicoactivas buscaban cambiar el mundo para vivir en paz y armonía. Esos chicos ya adultos mayores no se arrepienten en absoluto de lo vivido. Relatan cómo fue fundar ese movimiento sin propósitos de enriquecimiento o poder alguno. Algo sorprendente en un mundo actual donde las drogas son prohibidas y motor gestor de un narcotráfico salvaje. Pero no lo era en aquel entonces para John y Carol, una pareja que junto a un grupo de amigos dejaron su vida tradicional para cambiar la percepción sociocultural, y sí que lo hicieron. El contexto de los 60′ en EE.UU. les sirvió a este clan para introducir todo tipo de drogas y comercializarlas pero existía un amor divino por gestar en escala los “caramelos” anaranjados, furor en festivales y ciudades surferas del momento. Contada en formato 8mm entretiene con interesantes testimonios y recreaciones ficcionales. A través de una filosofía de vida que les traería muchos enemigos políticos y persecuciones donde se ponían en juego sus cabezas y la de sus seres queridos. Rosana López


Paradise, de Andrei Konchalovsky / 5 puntos


paradiseEsta película tiene, en el mejor de los casos, todo aquello que puede hacer defendible a una cantidad enorme de films: una fotografía impecable en blanco y negro, buenas actuaciones, oficio en la dirección, momentos de impacto emotivo, entre otras cualidades que cuadran dentro de lo políticamente correcto en los cánones del buen gusto. El problema es que la suma de esas cualidades inmersas en un contexto visto infinidad de veces termina siendo una ilustración más del horror del holocausto con una estética asimilable que, en el peor de los casos (es hora de decirlo), parece una actualización, más de cincuenta años después, del famoso artículo de Rivette sobre el travelling de Kapo, la ya famosa y citada película de Pontecorvo. Y lo que es peor, con mensaje. Una mujer rusa de clase aristocrática, un joven oficial nazi y un policía colaboracionista son los protagonistas de este drama donde quedan igualados por un doble y cuestionable procedimiento. Pese a sus diferencias ideológicas, los tres ven trastocadas sus identidades a partir de decisiones que los podrán en riesgo (visto una y mil veces); por otro lado, más allá de la historia en sí ambientada en los campos, con sus imágenes bellamente encuadradas de personajes transitando ese infierno e iluminadas con claroscuros para apaciguar la violencia, sin los movimientos abruptos de una cámara que mira con elegancia, se alternan tramos donde los tres involucrados confiesan ante una autoridad fuera de campo que los interpela. Por momentos, los testimonios parecen sacados de archivos documentales, aunque hacia el final (el peor segmento del film) sabremos otra cosa. Con reminiscencias a series al estilo de Holocausto y films como La lista de Schlinder, Paradise atrasa unos cuantos años en su tratamiento. Guillermo Colantonio


Paterson, de Jim Jarmusch / 8 puntos


Paterson es el nombre del protagonista, un chofer de colectivos que vive con su novia y un perro muy particular, y también del pueblo que habitan,  exponente de la América profunda en New Jersey. Su vida transcurre entre la rutina laboral, hogareña y los intersticios que le sirven para anotar poemas en su libreta de apuntes. Con estos escasos elementos el director construye una historia cuyo tono homenajea a una tierra de escritores inspirados. Cuando las imágenes muestran la monotonía de la ciudad se ve que no puede haber otra cosa que enfrentarla con literatura y con esas imperdibles conversaciones que los personajes mantienen en un espíritu de camaradería que no da lugar a la clásica mirada de buenos y de malos. Si hay algo que poseen las criaturas de Jarmusch es humanidad, nobleza y sensibilidad. De allí que el ritmo de la película siga una especie de cadencia poética y conserve una sobriedad que no da lugar a exabruptos emocionales. Todo aparece en su justa medida. Paterson trabaja y desea que las horas pasen para poder escribir y estar con su novia, anclada en pequeños sueños de grandeza gastronómicos y musicales. Es un sujeto perceptivo, capaz de asombrarse por las constantes duplicidades que la realidad del lugar le ofrece (nótese la galería de personajes idénticos, una influencia acaso de la fotógrafa Diane Arbus)  y de crear sus versos mientras maneja. Al mismo tiempo, cada aporte sonoro de los pasajeros en el colectivo favorecerá su propio universo de interpretación. Por otro lado, la lógica minimalista de la repetición de los días y de los actos siempre agrega casi imperceptiblemente signos que se suman para dar paso a variaciones dentro de una misma melodía narrativa. Pero hay algo más: la visibilidad del mundo del trabajo y la posibilidad de conectarlo con la poesía, una visión que muchos cineastas del presente serían incapaces de relacionar con sus jóvenes insatisfechos y conflictuados del Siglo XXI. Guillermo Colantonio People that are not me, de Hadas ben Aroya / 6 puntos


Peligro, de Robert Parrish / 8 puntos


Si algo destaca al film negro de Parrish es el humor y el sarcasmo que salen de sus diálogos filosos. William Bowers escribe magníficamente y eso se advierte en los intercambios verbales donde los personajes parecen tener navajas en vez de lengua. Rocky es un ex convicto que pretende demostrar su inocencia. Con esa línea argumental, la película mantiene un ritmo de reloj pero a la vez devela un mundo donde la moral parece un juego de chicos. En este sentido, no hay descanso. O alguien te espía o te roba la billetera o te mata a tiros por la espalda. La vida es eso y las decisiones se toman rápido, a todo o nada. El toque singular de Bowers se destaca sobre todo en un personaje hecho a su medida (parece que al guionista le gustaba empinar el codo), un borrachín cuya debilidad por una rubia le causará más de un problema. El universo moral de la película parece abierto hacia el abismo en una sociedad donde el dinero maneja voluntades como autómatas. Guillermo Colantonio


People that are not me, de Hadas ben Aroya / 6 puntos


“No hay cura para el amor” cantaba Leonard Cohen (una pérdida reciente irreparable para el mundo de las canciones) y ciertamente podría aplicarse a la protagonista de esta ópera prima israelí, una joven que busca desesperadamente volver con su ex novio mientras vive los días en su departamento y sale a ver qué pasa con otros hombres, entre ellos, un joven intelectual sardónico cuya destreza en el habla no se condice con el plano sexual. La película, como ocurre con gran parte del cine contemporáneo, parece partida en dos. Joy transita lo cotidiano de manera bipolar y el comienzo lo muestra: una habitación, una laptop y un llamado desesperado; luego del encierro, la música y un paseo luminoso por las calles para encontrar amigos, gente del mismo palo. En esa contraposición topográfica y anímica se desarrolla el primer tramo, sin prejuicios ni moralina. La directora defiende con garra ciertas ideas tales como quitarle trascendencia a hablar de amor o de cualquier tema y ponerlos si se quiere en un nivel de profundidad tan básico como portar un celular o una computadora de mano. Se puede hablar de Hannah Arendt y sexo anal al mismo tiempo sin restricciones ni complejos. Es un signo saludable porque muere con su personaje en ese gesto discursivo. No sabemos nada de ella, más allá de su relación frustrada. En este sentido, el foco se concentra en un presente donde la exploración de las conductas masculinas y femeninas no se caracteriza por una bajada de línea sino por detalles sutilmente trabajados. Hay una línea de diálogo genial al respecto cuando Joy le cuenta a su amigo que posiblemente tenga gonorrea y él le responde “pero no tuvimos sexo”, a lo que ella refuerza “pero puede que yo tenga gonorrea”. Son apenas esas palabras las que marcan el egoísmo del joven. Ahora bien, la inteligencia desplegada en la primera parte se desbarranca narrativamente y entonces se advierte un mecanismo repetitivo, que genera un desbalance y que apunta a llegar lo más rápido posible a una última secuencia que seguro dará que hablar, pero que no compensa estos defectos necesariamente. A veces, y como suele ocurrir también en gran parte del cine actual, las buenas ideas se quedan a mitad de camino. Guillermo Colantonio


Pepo: la última oportunidad, de Juan Irigoyen y Cristian Jure / 6 puntos


pepoBajo el tutelaje del cantante, compositor y productor Pablo Lescano, Rubén “Pepo” Castiñeiras, líder de Los Gedes, fue una de las figuras más relevantes de la cumbia villera, pero su carrera artística se vio opacada por problemas con el alcohol, las drogas y finalmente los vínculos con el delito, que lo terminaron llevando a la cárcel. Recién liberado -justo a tiempo para ver a su querido Racing salir campeón en 2014-, su mayor desafío será doble: volver a los escenarios con la misma energía que supo tener y mantenerse limpio, por el bien suyo y el de su familia. Lo que cuenta el documental de Irigoyen y Jure es la típica historia de ascenso, caída y redención, donde el foco está en el tercer aspecto. Precisamente cuando el film no se desvía de su propósito, consigue revelar con soltura a esa personalidad tan disparatada como atractiva que es la de Pepo, alternando algunos momentos conmovedores (la despedida del padre en el Cilindro) con otros francamente desopilantes (la entrevista en Crónica TV se lleva todas las palmas). Incluso, hasta funciona como carta de presentación de un mundo con códigos y reglas muy particulares. Los problemas narrativos surgen con las referencias al pasado que Pepo intenta dejar atrás, en un regodeo innecesario. También se podría decir que falta un análisis más profundo sobre los dilemas y contradicciones del protagonista, con lo que se pierde la oportunidad de complejizarlo. Aún así, la película, casi sin querer, muestra cómo en Pepo conviven lo ficcional con lo natural, el gesto con la más absoluta transparencia, con el cine agrietando las divisiones entre las dos caras de una misma moneda. Rodrigo Seijas


Personal shopper, de Olivier Assayas / 5 puntos


El thriller que distinguió al francés como mejor director en Cannes 2016 entrega una actuación notable de Kristen Stewart con un guión -también de él- no tan bueno de por medio. El personaje principal es una asistente de compras de una modelo prestigiosa que entre sus viajes laborales por el mundo comenzará a percibir eventos sobrenaturales ligados al reciente fallecimiento de su hermano. Los elementos del fantasy son sutiles e ingeniosos. Ahora bien, destacamos el trabajo de Assayas en la dirección de actores (en especial en ambientes cerrados, hay grandes escenas dentro de un tren) pero lleva al límite del insólito ciertas situaciones que atentan contra el argumento principal del film. Las referencias culturales accesorias de las experiencias espiritistas de Hilma Af Klint y Víctor Hugo restan algo del intenso vértigo hacia el destino de la historia que se descomprime en un final simplón y una cadena de sucesos insólitos. Lo mejor son las actuaciones, la música y algunos trucos de cámara. La apuesta por una ficción distinta que ofrezca otra mirada sobre las etapas adyacentes a la muerte fue buena aunque no tanto el producto final. La libertad que renovó Assayas a la chica de Crepúsculo es retribuida con el papel consagratorio en la carrera de la joven actriz. Federico Bruno


Pinamar, de Federico Godfrid / 8 puntos


El segundo film de Federico Godfrid (co-director de La Tigra, Chaco) va claramente de menor a mayor, creciendo poco a poco, a partir del lineamiento de los conflictos. Dos hermanos, Pablo y Miguel, retornan a Pinamar para tirar las cenizas de su madre y cerrar la venta del departamento familiar. Cada uno tiene personalidades casi opuestas y el foco principal estará puesto en Pablo, a quien desde el principio se le nota que tiene unos cuantos asuntos sin resolver, los cuales irán manifestándose a partir de la irrupción de Laura, una amiga de la infancia de Miguel, que le sacudirá todas las estanterías. No deja de ser llamativo cómo a medida que Pablo va evidenciando sus inseguridades, la narración va tomando cada vez más seguridad, siempre con una sutileza que es también una muestra de sapiencia. Godfrid y la guionista Lucía Möller son conscientes de que ciertos dilemas, sentimientos y dolores necesitan para expresarse de esa materialidad indispensable que es el tiempo. Por eso es que Pinamar es una película paciente, que confía a su vez en la propia paciencia del espectador para conocer a los personajes y sus vínculos, el espacio que habitan (la ciudad balnearia es un gran condicionante de los acontecimientos) y los fantasmas que los acosan. Y es un film tierno, que quiere a sus protagonistas, que los entiende sin dejar de mostrarlos tal como son, lo cual puede parecer simple, pero es todo un desafío. El plano final, realmente dulce y conmovedor, es de una simpleza que sólo puede nacer de la sabiduría. Rodrigo Seijas


Pow Wow, de Rob Devor / 4 puntos


Este documental agrupa 14 micro-relatos que tejen una panorámica de la vida en el Valle de Coachella, California. Su subtítulo Ethnographic Encounters with the People of the Desert Empire (2010- 2015), nos deja un poco más claras las intenciones del autor: aburrirnos soberanamente con su visión cínica posmo de la vida moderna filmada con gran pericia y hermosa fotografía. El film de Devor es todo lo que el lugar común indica que vamos a ver en una función cualquiera de un festival de cine, cine social con intención de ser mostrado a un público erudito que disfruta sacando conclusiones sobre la sociedad moderna. Los catorces segmentos que conforman Pow Wow son de una arbitrariedad exasperante sólo apaciguada por la gran pericia con la que están filmados. No descartamos también la gracia de alguna de las absurdas historias. Devor parece disfrutar de la falta de conexión, la inautenticidad y la ruptura de la estructura narrativa, mientras nos aburre. Dan ganas de pegarle con la Poética de Aristóteles. Matías Gelpi


Prisoner, de Masao Adachi / 7 puntos


Film en el cual Adachi describe el atormentado camino al que lleva la participación en la lucha terrorista, las técnicas de tortura en prisión, y una formación intelectual nutrida por los ideales de la Revolución Francesa y Auguste Blanqui más que por los de Marx y Lenin. Una producción diferente que exhibe de forma sórdida y revulsiva las consecuencias de las torturas que le infringen a un terrorista capturado en un atentado fallido. La locura creciente que va adoptando el extremista sirve como base para el desarrollo de teorías intelectuales y como éstas han afectado al mundo. La música incidental y la destacada labor del protagonista generan un ambiente asfixiante y demencial que estremece y cautivan al mismo tiempo. Una película extraña, que atrae por su particularidad. Brian Macchi


Programa de Ted Fendt, de Ted Fendt  / 6 puntos


Este joven director norteamericano, que se encuentra en boga en el marco del cine indie, se conecta al espectador con este programa que permite que conozcamos la integridad de su obra. Los cortometrajes son pequeñas viñetas donde subyacen frustraciones y complejos que el director, con audacia, oculta detrás de títulos figurativos que juegan con la aparente sencillez del asunto. La sombría textura de la imagen que le da el formato de 16 y 35 mm hace de estos ejercicios un esbozo de aquello que podemos encontrar, por ejemplo, en las short stories de Raymond Carver, donde a menudo lo que no se dice es más importante que lo que se dice. Pero el plato principal es el largometraje Short stay, donde aparecen materializados los elementos de los cortos en un relato que tiene en su centro a un personaje por momentos apático cuya transición a otra ciudad no lo ha cambiado en absoluto, teñida esta cuestión de un evidente fatalismo. A lo largo de este relato es inevitable rememorar la estética mumblecore, en particular por su sutileza y lo ingenioso de algunos diálogos. No obstante, en los cortometrajes se advierten irregularidades en el guión para cerrar las ideas, algo que no sucede con la pequeña joya que es Short stay. Cristian Ariel Mangini


Rat film, de Theo Anthony / 6 puntos


rat-filmEsta película es medianamente fácil de definir: es un documental que intenta posicionar una mirada antropológica e histórica de la ciudad de Baltimore y que toma como punto de partida la relación que los habitantes de la ciudad con las ratas, es decir, el lugar que ocupan las ratas en el imaginario colectivo, las diferentes perspectivas para controlar su población, su utilización como animales de laboratorio y hasta como alimento de serpientes en cautiverio. Anthony propone una movida Herzogiana, se centra en la excusa de las ratas, aunque lo que en realidad le interesa es la gente, lo que hace  la gente en relación a las ratas o no. El desfile de personajes extraños en Rat film es bastante entretenido y hasta revulsivo. Cazadores de ratas, exterminadores, pescadores de ratas (literalmente), por momentos sorprende los caminos a los que nos puede conducir la alienación. Hacia la mitad, el juego de cruce de elementos que establece el director se vuelve un poco caótico. Funciona mejor los momentos  donde la cámara acompaña a los personajes al mismo tiempo que va desnudando cierto estado de las cosas, que cuando una voz en off nos cuenta pasado y presente socioeconómico de la ciudad de Baltimore. Rat film se tolera hasta el final aunque se vaya diluyendo. Matías Gelpi


Romántico italiano, de Adriano Salgado / 6 puntos


Producción ambientada en el 30° Festival de Cine de Mar del Plata en la cual un director argentino ayuda a una cronista venezolana poniendo su cámara a su disposición para las notas que tenía que hacer ella. En la primera de estas, la actriz invitada se lleva accidentalmente el micrófono corbatero del realizador, el cual iniciará una búsqueda por el centro de Mar del Plata por intentar recuperarlo. Estas hechos son narrados como si fuera un hecho fortuito que justo es filmado por una cámara, dejando al espectador que decide creer: realidad o ficción. En esta pseudo ambigüedad, el film se va desarrollando con acertado ritmo, presentando imágenes particulares de la ciudad en pleno Festival en los alrededores del Hotel Provincial. Un producto que resulta simpático, exhibiendo varias características de quienes vivimos el Festival de cerca. Brian Macchi


Ruido. Historia del vinilo en Buenos Aires, de Lucila Melfi y Nicolás Visentín / 5 puntos


Con el tráiler pensé que respondía a los requerimientos de una moda pero después de verla -sin esnobismos ni lugares comunes- y enterarme que en realidad el proyecto se remonta tres años atrás cambié de parecer. La dupla de directores jóvenes, a priori, no perteneció a la generación que creció con estos discos y eligen contar su historia desde la mirada nostálgica de los que añoran sin haberla vivido la década del 60 y principios del 70. Los testimonios son valiosos y representativos; hay músicos, investigadores y dueños de disquerías. También preguntas comunes que disparan las reflexiones de sus protagonistas, el hecho de que no salgan las voces de los realizadores y directamente el comentario le da cierto dinamismo e incertidumbre al film. El talón de Aquiles es la relación sonido – montaje que tiene acentuadas mesetas que dan cuenta de su bajo presupuesto (y quedan más en evidencia por su corta duración). Hay una aclaración al final -¿necesaria?- que avisa la anterioridad de las entrevistas respecto a las nuevas reediciones en vinilo de Sony Music y la recuperación del catálogo de Music Hall. Podemos entender esto como la promesa de una continuación con mayor logística o una forma confusa de ponerle final a un tema complejo que carece de actualidad. Si hay alguna conclusión imperante aquí es que el vinilo no está volviendo porque nunca se fue. Federico Bruno


Scarred hearts, de Radu Jude / 8 puntos


scarredInspirada de forma libre sobre la biografía del poeta judío-rumano Max Blecher en los años 30′, quien a joven edad fue diagnosticado con una grave tuberculosis de columna que lo llevaría a la muerte, Jude construye –frente a todo pronóstico – un film sin calvarios ni martirios con respecto a afrontar tamaña enfermedad a través del humor y del enamoramiento. Este consagrado director que llama la atención por su originalidad con respecto a sus coterráneos, intercala varios textos del famoso escritor de forma natural y amena. Pasajes sobre fondo negro que recuerdan a los cuadros de textos del cine mudo y que otorgan un estilo elegante. Además, Jude tiene un exquisito paladar para seducir con planos fijos de largas escenas durante la extensa estadía del paciente dentro del Sanatorio Carmen Sylva a orillas del Mar Negro. Lo logra también con un buen reparto actoral y una fotografía envidiable demostrando que es posible exhibir una biografía o novela prescindiendo de la solemnidad característica del género. Algo similar a la veta tragicómica del personaje de época en A quiet passion de Terence Davies y escapando al denso convencionalismo que Albert Serra plasma en La muerte de Louis XIV donde, como en Scarred hearts, es figurativa la relación médico/paciente. Rosana López


Seoul station, de Sang-Ho Yeon / 9 puntos


seoulComo una suerte de precuela anterior a la arrasante Train to Busan donde una epidemia propaga infectados al instante sobre un tren en marcha, llega esta película coreana del mismo director. Así se entreteje una posible “saga comercial” con la misma temática. En esta oportunidad una joven enojada con su novio al descubrir que éste publica su foto para prostitución virtual decide abandonarlo, mientras el caos se gesta cerca de ella en la estación de trenes. Arrepentido el muchacho decide ir a buscarla junto al “padre” de ella. Pero sorpresivamente se topan con una terrible horda de muertos vivientes. La enfermedad que como cualquier catástrofe no conoce de clases sociales ni económicas se manifiesta a gran escala y velocidad. El escape o el enfrentamiento serán la única forma de supervivencia en ese nuevo mundo. Yeno demostró también aquí como ya lo expuso en su anterior thriller animado The fake una crítica social sobre cómo los humanos reaccionan desde sus lugares de orígenes o su solidaridad ante situaciones adversas. De nuevo apuesta por la animación adulta que entretiene con creces en un espiral cada vez más dramático con gotas de humor y terror. Una producción que recuerda pero supera a la nefasta Guerra Mundial Z. Rosana López


Sarah Winchester, de Bertrand Bonello / 7 puntos


sarahSi lo inquietante es una cualidad inherente a lo fantástico y una condición para su funcionamiento genérico, el corto de Bonello cumple. Hay una historia que sirve como telón de fondo y es verídica: una enorme casa construida en California por Sarah Winchester (1840-1922) luego de que un médium le comunicara la voluntad de las almas en pena, víctimas de la guerra civil donde se emplearon las famosas armas inventadas y comercializadas por la familia. Viuda, millonaria, y con su hija fallecida a raíz de un disparo accidental, la mujer se encierra y ordena levantar una enorme mansión para albergar a todos los espíritus. Bonello elige representar esto en un work in progress sobre una ópera que no avanza a partir del bloqueo creativo de su director de escena y musicalizador y el baile ensayado febrilmente por una mujer. Al mismo tiempo, los intertítulos mantendrán presente el marco histórico y la evolución del negocio de los Winchester que generó casi un millón de muertos desde su aparición. El resultado es un experimento, a veces al borde del ridículo, pero que se sostiene con ciertos climas bien logrados a través de los sintetizadores que suenan como bombas. La particularidad radica en crear la ilusión del plano/contraplano ya que los espacios son dos teatros diferentes y a medida que transcurren los minutos los tiempos se funden para dar lugar a una aparición fantasmal perturbadora al borde la abyección. Si el cine es el espacio que habilita una dimensión espectral, Bonello saca provecho elegantemente de ello en una particular combinatoria entre imágenes, música, danza y ópera. Guillermo Colantonio


Sex game, de Masao Adachi / 6 puntos


La efervescencia del año 1968 no sólo fue un hecho aislado de Francia o Checoslovaquia. Un grupo de estudiantes universitarios apolíticos intentan violar a unas jóvenes compañeras, pero a medida que las chicas ceden los jóvenes pierden interés en su “juego de violación” como lo denominan. En una de sus salidas en busca de esa experiencia, raptan y violan a una joven con ideas de izquierda, pero uno de los violadores queda enganchado con la víctima e intenta conocerla más o simplemente dar un paso más allá en lo que denominan su juego. La película tiene clara influencia de la Nouvelle vague, la historia se mezcla con el momento político de Tokio que estaba en plena ebullición. La utilización del sexo como idea libertaria está presente en todo momento, pero a la distancia el film queda muy fechado, como algunos diálogos de los personajes. Sin embargo sigue siendo interesante su puesta en escena asfixiante que la hace mantener vigencia. Gabriel Piquet


Sexo, maracas y chihuahuas, de Diego Mas Trelles / 7 puntos


Muchas veces los documentales ganan puntos por el personaje que se eligen, y este es el caso del catalán Xavier Cugat. Tuvo una vida que podría parecerse a la de Leonard Zelig o Forrest Gump, estar en el lugar y momento de la historia indicado. Con un breve paso por La Habana en donde tocó el violín siendo un niño en la orquesta de la ciudad, llegó a New York en donde comenzaría su meteórica carrera. Desde aparecer en películas mudas de Rodolfo Valentino (en una banda en la que estaban el Indio Fernández y el Chano Urueta), tocar el tema de Luces de la ciudad de Charles Chaplin, ser músico de un local de Al Capone, ponerle el nombre artístico a Rita Hayworth, darle primeras oportunidades a Frank Sinatra, Bing Crosby y Jerry Lewis entre otros. Todo esto contado con imágenes de archivo que lo muestran en diferentes entrevistas hablando de sus anécdotas, más las imágenes de las muchas películas en las que participó en Hollywood. Para muchos músicos es el impulsor de la música de raíces latinas en EE.UU., como la rumba, el cha cha cha y otros ritmos. Un personaje que fusionó su carrera artística con la romántica, se casó cinco veces (todas las mujeres fueron cantantes de su banda), fue un apasionado de la caricatura y los perros chihuahuas. Artista oportunista para algunos, músico a redescubrir para otros, con un carisma que sostiene el documental. Gabriel Piquet


Sing street, de John Carney / 8 puntos


De las películas melómanas en el Festival, esta es la recomendada. Carney, a quien se le da muy bien lo del cine romántico/musical sin tener que convertir a la temática en algo denso, expone la historia del adolescente Cosmo en el Dublin de los 80′. Un joven que atraviesa la crisis matrimonial de sus padres, ser el nuevo de la clase en un colegio católico sólo de varones y levantarse a la chica de sus sueños. Sin embargo con la conformación de una banda entre amigos y bastante talento comenzará a deambular por canciones creativas y la utilización del popular videoclip como recurso del momento. Y aparece la magia a lo largo de toda la narración. Aparece la nostalgia con la música de Joy Division, Duran Duran, The Cure y Depeche Mode. El maquillaje gótico y los peinados con volumen nos hacen vivir el pasado como presente. Y de nuevo el amor adolescente, el paso por la pubertad y todo es dicho de una forma maravillosa e increíble. Hasta lo incorrecto queda en el aire – una posible chica prostituta, el cura pedófilo y la esposa infiel- no es tomado con demasiada seriedad ya que algunas son sólo suposiciones que Carney gusta jugar con el espectador. De fotografía destacada y una ambientación precisa, estamos ante un film musicalmente poderoso. Rosana López


Sin norte, de Fernando Lavanderos / 5 puntos


La película aborda un subgénero muy transitado actualmente, la road movie, yde esa forma permite apreciar gran cantidad de lugares debido a los recorridos que propone. Desde este aspecto el film expone algunas fotografías llamativas. Sin embargo, la forma de mostrar el paisaje no es del todo interesante o novedosa. La elección del protagonista puede que no ayude mucho tampoco, ya que este personaje no logra captar la atención aún siendo el eje. Hay algunos personajes específicos que sí toman relevancia por su impronta, hasta incluso aquellos que logran escenas muy bellas como la mujer que les canta a los perros. Pero el guión no tiene una gran fortaleza. Aparecen conversaciones, aparentemente casuales, que es obvio que sirven como disparador para que el protagonista tome decisiones, pero se dan de manera muy directa. Estos momentos demasiado artificiosos, junto con las muecas del actor “impresionado”, provocan un desapego con lo que se está viendo. Son escenas muy forzadas que no se dan de forma natural ni dejan juego a las interpretaciones. Melody San Luis


Snowden, de Oliver Stone / 4 puntos


Stone se enfrenta en su nueva película a un par de problemas insalvables: primero, que el tema que tiene a Edward Snowden como protagonista, las denuncias sobre los abusos en el espionaje sobre los ciudadanos por parte del gobierno norteamericano, fue lo suficientemente conocido y difundido como para que uno llegue a sorprenderse (de paso, supongo que quien se acerca a esta película lo hace interesado en un tema que ya conoce); y en segunda instancia, que quienes vieron el documental Citizenfour verán en este film apenas una recreación ficcional de lo ya visto. Stone parte de la entrevista que brinda Snowden en un hotel hacia el pasado del personaje, mostrando el progresivo descubrimiento que va haciendo de los métodos en los que incurren las agencias de seguridad para las que trabaja. Y a la falta de novedad o sorpresa (más allá de algún dato que aparezca) se suma una narración larvada, falta de energía, incluso ausente de recursos espásticos como nos tenía acostumbrado el director hace tiempo. Y eso sí que es imperdonable en Stone, alguien a quien podíamos acusar de muchas cosas pero nunca de tibio. Que el director diga algunas cosas sobre Norteamérica y que la película no dé rodeos para su denuncia, no implica que a la vez sea escasamente estimulante. Al final quiere jugar al thriller, pero no le sale, y descubrimos que si algo mata al film es el enamoramiento que Stone tiene por su personaje. Una apología acrítica que termina haciendo aquello que cuestiona: la credibilidad en una versión por encima de todo. Mex Faliero


Socialism, de Peter Von Bagh / 8 puntos


socialismPelícula dividida en 18 capítulos a partir de un sensible e inteligente ejercicio de montaje de diversos films que cuentan la historia del socialismo. Hay un dejo didáctico en la operatoria por donde desfilan imágenes de Chaplin, Renoir, Ford, De Sica, Ivens, los rusos por supuesto, y varias citas teóricas, pero fundamentalmente lo que prevalece es un recorrido pasional que recuerda todo el tiempo cuáles fueron las bases que promovieron el movimiento más allá de los dislates posteriores de figuras nefastas. Como buen ensayo, las preguntas se formulan a la manera de disparos, pero la energía está puesta en mantener viva la utopía cuyos principios fueron la felicidad y la solidaridad para combatir al capitalismo salvaje. Cada parte es introducida por un epígrafe con fondo rojo y lo que se destaca, además de las referencias mencionadas y conocidas, es la aparición de testimonios fílmicos poco transitados y la irónica vía discursiva que, por momentos, atraviesa el relato con interrogantes al estilo de “¿qué hubiera pensado Marx de esto?”. Es un punto interesante en la medida en que Von Bagh analiza y piensa las imágenes oficiales desde un lugar capaz de interpelar los usos y abusos de los medios propagandísticos; incluso aquellas imágenes construidas desde una posición ideológica distinta (Lumiere, Griffith) porque hacían visible el mundo del trabajo. Pero, por fortuna, están también las otras, las de Dovzhenko y Kozintsev, entre otros, siempre irresistibles y poderosas a pesar del tiempo transcurrido. Guillermo Colantonio


Soldado argentino sólo conocido por Dios, de Rodrigo Fernández Engler / 6 puntos


soldadoLa guerra de Malvinas no es un tema que haya sido muy abordado en ficciones cinematográficas argentinas, con lo cual el segundo largometraje de Fernández Engler cobra valor a priori. El relato narra por un lado la historia del transcurso y las secuelas de la guerra de un grupo de soldados que combatieron en las islas, y por el otro, la búsqueda de una mujer (Florencia Torrente) convencida de que el cuerpo de su hermano caído en Malvinas yace en una de las tumbas de las islas Malvinas bajo un pseudónimo. La película gana calidad en sus escenas de batalla, capaces de hacer que el espectador participe de lo que eran esos momentos en los cuales soldados mayormente inexpertos debían arreglarse como podían con armamento viejo y fallado frente a la más refinada tecnología británica. También en la capacidad que ostenta de elegir locaciones del interior de Argentina muy similares a las de las Islas Malvinas. Sin embargo, Soldado argentino sólo conocido por Dios no termina de convencer en varios momentos en los que los diálogos devienen en discursos altisonantes y efectistas, así como en el abordaje de los conflictos personales de sus protagonistas. Esto último resulta ostensible en el tratamiento del conflicto vincular entre el personaje de Torrente y el del atribulado soldado Juan Soria (encarnado con gran sensibilidad y hondura por el joven Mariano Bertolini). Por momentos, el personaje de Torrente pareciera estar puesto al servicio de enfrentar al de Bertolini a las limitaciones y fantasmas que lo acucian desde la guerra. Una línea argumental que aparece de manera forzada dentro de la trama y que se resuelve a las apuradas, imposibilitando cualquier tipo de empatía con la historia de amor planteada. Paola Jarast


Supersonic, de Mat Whitecross / 7 puntos


Oasis fue allá por los 90’s, durante un rato, la más grande banda de rock del mundo. Su poder radicaba en estribillos impecables y melodías que regurgitaban el método beatle de composición, pero insuflándole una energía y una actitud pendenciera y autodestructiva. Este documental de Whitecross lo que hace, en vez de ponerse melancólico con una banda que estuvo en la cima a la vuelta de la esquina (y que por otra parte fue bastante mainstream como para que conozcamos mucho de ellos), es tomar una porción de su historia, los tres años que llevan desde el derrotero sin rumbo de grupo pequeño a la consagración con miles de fanáticos en cada recital (incluso, en ocasiones, cientos de miles) y giras internacionales. Y si bien el film desde la información que arroja no pasa de un especial televisivo, hay en el montaje una decisión de contar aquel “rato” que duró Oasis a una velocidad que remite al “sentirse supersonic” que los hermanos Gallagher pregonaban arriba de los escenarios. La película de Whitecross dura dos horas que se pasan volando, entre anécdotas contadas en primera persona, un archivo de imágenes increíble y destellos de un humor muy british. Supersonic termina siendo un homenaje bastante melancólico a una banda, pero preferentemente a un momento quiebre en el mundo de la cultura popular: porque Oasis fue, tal vez, el último gran fenómeno de la música global antes de que la llegada de Internet le diera F5 a todo. Mex Faliero


Take me home, de Abbas Kiarostami / 10 puntos


¿Puede una pequeña joya de apenas dieciséis minutos contener más cine que el ochenta por ciento de la programación de un festival? Parece exagerada la pregunta pero no tanto si se trata de Kiarostami. Filmada en el sur de Italia, entre valles y escaleras, sin diálogos, en un perfecto digital en blanco y negro, la acción principal es una pelota que cae y que veremos caer durante un rato porque “la repetición hace la poesía” en las películas del recientemente fallecido director, una pérdida singular para el mundo y para el séptimo arte. El espacio se torna infinito gracias a la ilusión que genera el montaje y la cadencia de imágenes musicalizadas delicadamente nos introduce en un espacio fantástico (“Todas las escaleras, la escalera”) hasta retomar el equilibrio inicial. Una pelota que cobra vida y un niño que la persigue. Parece un gag de los inicios del cine o un homenaje al famoso globo rojo de Lamorisse del que hablaría Bazin, objetos que se rebelan ante sus dueños. Pero es sobre todo una delicia. Guillermo Colantonio


Tenemos la carne, de Emiliano Rocha Minter / 5 puntos


Un hombre encerrado en un lugar abandonado, con rasgos mercados de tener alguna enfermedad mental, interactúa con dos jóvenes que ingresan al mismo sitio escondiéndose de lo que hay afuera. Llegan a un trato en el que él les dará de comer a cambio de que lo ayuden con algo que está haciendo, y de a poco comienza a meterse en la cabeza de los jóvenes llevándolos a su inestable universo. El cine mexicano de los últimos años tiene algunos referentes, uno de esos consagrados en festivales es Carlos Reygadas, y esta ópera prima viene apadrinada por él. Película que quiere provocar, pero la reiteración de imágenes gráficas (sexo y violencia) no va generando climas, sólo suma, en una escalada de la cual el director no puede volver porque quiere impactar más y más. El efecto es tan negativo, que aburre a la segunda vez que nos muestra algo. Con elementos de Santa sangre de Alejandro Jodorowsky (los movimientos tipo ave del primer personaje) y algunas temáticas que ya tocó Arturo Ripstein (el incesto en El castillo de la pureza) este film no llega al nivel de aquellas. Gabriel Piquet


The dreamed ones, de Ruth Beckermann / 7 puntos


dreamedLa matriz que da lugar a la película parte de un hecho histórico cuya trama se dirimió desde la más absoluta privacidad entre los involucrados, a saber, una tórrida relación pasional entre el poeta Paul Celan y la poetisa Ingeborg Bachmann sostenida durante veinte años a través de correspondencia. El vínculo está teñido de datos curiosos. El era un judío sobreviviente a los campos de concentración; ella, hija de un nazi. Y las cartas que mantenían materializaban el amor en ausencia mediante la escritura. Ahora bien, todo esto lo conocemos a partir de la lectura que hacen dos jóvenes en la actualidad adoptando los roles y prestando sus voces para evocar esos espectros del pasado. El marco es un estudio de grabación y el desafío consiste en tender un puente generacional entre los sonidos del pasado y las imágenes de los jóvenes en el presente. El tenor y la intensidad de las cartas hacen que los mismos intérpretes cambien los rostros y modifiquen sus estados emocionales en forma de catarsis. Es importante la musicalidad en la lectura, la fuerza que adquiere el alemán en el intercambio de palabras, despojado de música o cualquier factor sonoro que entorpezca la pausa sagrada, ese lapso de silencio filoso que corta el clima verbal. Hay que decir que el resultado es satisfactorio por la naturalidad que le imprimen a la situación y por el vínculo que además sostienen los actores en los tiempos libres que les deja la grabación. Es el contraste perfecto entre la tormentosa relación de los escritores y la desestructurada comunicación de los jóvenes, concentrados en los pequeños detalles cotidianos. Además, se manifiesta una búsqueda de los marcos de enunciación adecuados para la lectura que le otorga a la puesta en escena un dinamismo salvador ante un recurso que parece agotarse en lo inmediato. La inteligencia de la directora es regalarnos ese plano que enseguida se corre de la monotonía, sea con la pareja riendo y fumando en los descansos, o tirada en el piso escuchando a James Brown. Entonces, uno agradece que el academicismo se vaya al diablo. Guillermo Colantonio


The dying of the light, de Peter Flynn / 6 puntos


Más allá de las complejidades particulares, los principios de creación y proyección de la imagen en movimiento han sido los mismos durante más o menos un siglo. Este documental de Flynn intenta recuperar los restos de los últimos proyectores y proyectoristas de fílmico, sobrevivientes a la invasión masiva de los proyectores digitales. La melancolía y la tristeza general merodean los pasillos de los viejos gigantescos cines que nos muestra The dying of the light. Tenemos a unos que pierden su modo de vida, y su pasado se descascara; y otros que intentan rescatar un oficio que, salvo contadas excepciones, no tiene demasiado futuro. La discusión interesante se da entre aquellos que no sobrevivieron al aluvión digital y aquellos (los menos) que pasaron de ser viejos proyectoristas en fílmico a viejos proyectoristas en digital; porque todos sabemos que en términos de formatos siempre va a ganar el más conveniente, por lo cual gran parte del film de Flynn navega en la propia resignación, olvidándose de que el cine siempre estuvo ligado a los cambios tecnológicos, que desde la aparición de los digital son cada vez mas acelerados y bruscos. Lamentablemente, poco se profundiza en los debates posibles y mucho se arroja a la indignación propia de la pérdida de un patrimonio, un saber y una cultura. Aun así, en términos informativos The dying of of the Light, mantiene el interés. Matías Gelpi


The greasy strangler, de Jim Hosking / 8 puntos


Fantásticamente desagradable. Estamos ante la pieza más bizarra y autentica de este festival. Para paladares exclusivos que adoren el humor absurdo y escatológico sumado a pocos pero excelentes momentos gore. Abstenerse sensibles, reacios a lo vulgar o culturosos del arte. Hosking lleva de maravilla la historia de un padre y un hijo cuarentón que son guías de un tour disco por California. La convivencia de ambos se ve amenazada cuando una mujer establece una relación sentimental con el más joven -que recuerda a cierta plasticidad de Will Ferrel-. Allí comienza una loca competencia por disputarse a la dama. Todo ello mientras un asesino lleno de grasa atemoriza por las noches al barrio. Una película original donde el pudor no existe y es parte de la diversión. Planos de desnudos frontales y traseros para todos los gustos pero claro, de cuerpos demasiado reales y poco agraciados. Erotismo berreta, protagónicos descabellados y mucha asquerosidad que recuerda a las buenas cintas de John Waters dentro de un film interesante y diferente producido por el hobbit Elijah Wood. Habrá que seguir de cerca los pasos del delirio de Hosking que aquí sentó una fresca y genial propuesta. Rosana López


The stairs, de Hugh Gibson / 5 puntos


Documental de origen canadiense que se concentra principalmente en la vida de tres trabajadores del Centro Comunitario de Salud de Regent Park que intentan aconsejar a gente muy parecida a ellos mismos, personas con problema de drogas. Un auspicioso inicio mediante la presentación de estos individuos que han sufrido (y sufren) inconvenientes con estupefacientes, exponiendo su vida mediante su propio relato donde cuentan las difíciles circunstancias que han atravesado por sus adicciones y la lucha diaria que representa no volver a caer en el uso de sustancias. Pero a medida que avanza la película se vuelve monótona y repetitiva, sufriendo ante la falta de impacto. Quizás la búsqueda de sobreexposición de los protagonistas tratando de darle veracidad al relato provoca un hastío en el espectador que sólo lleva a agotarlo más que a involucrarlo en lo que mira. Brian Macchi


The Wailing, de Na Hong-Jin / 7 puntos


Una serie de muertes raras, un detective que comienza a investigar y se deja influenciar por los chismes del pequeño pueblo, un solitario y extraño japonés al que vinculan con los crímenes. De a poco un torpe policía comenzará una investigación que lo enfrenta a este personaje del cual no se sabe si es un brujo o una simple persona a la que se le acusa por miedo. Nueva película de uno de los directores más interesantes del cine de Corea del Sur (The chaser y The yellow sea ya lo confirmaban), algunas de sus constantes en su cine vuelven a estar presentes: la llegada de un extranjero (como en su anterior película) siempre representando el mal o eso a lo que desconfiar, la negligencia de la policía para resolver los misterios o muertes (como en The chaser). Esta es su primera película con elementos que podríamos tildar de sobrenaturales y que la pueden acercar al cine de terror. La duración (es bastante larga, característica del cine de género en Corea del Sur que no siempre le da buenos resultados) esta vez funciona por el quiebre que la película tiene de la mitad en adelante. Gran secuencia, un montaje paralelo que exhibe los rituales del chamán traído al pueblo para combatir el mal y el extraño japonés. Gabriel Piquet


The tunnel, de King Seong-hun / 6 puntos


Un hombre vuelve por la autopista mientras habla con su mujer sobre el cumpleaños de su hija, cuando atraviesa un túnel que se comienza a desmoronar, dejándolo sepultado. El hombre quedó protegido del derrumbe dentro de su vehículo, y con la poca batería que tiene en el celular se comunica con su mujer y un rescatista que lo mantendrán con ánimo para tratar de sobrevivir mientras espera ser rescatado. La película tiene una primera parte con el protagonista en espera por ayuda de los rescatistas que logra mantener el ritmo y la tensión; los giros y apariciones de nuevos personajes sirven para que esa premisa se sostenga un tiempo más, pero la extensión hace que caiga en baches por momentos. Hay una mirada con toques de humor (son muy pocos) con respecto a la negligencia de las instituciones y los medios de comunicación que podría haberse estado más presente. De la mitad en adelante, The tunnel se vuelve mucho más melodramática. Pese a lo irregular, es un producto que puede verse. Gabriel Piquet


Three, de Johnnie To / 6 puntos


threeUn ladrón ingresa a un hospital con una herida de bala en la cabeza, luego de enfrentarse a la policía, y es llevado por un oficial que tratará de sacarle los nombres de los otros integrantes de la banda. Será atendido por una neurocirujana que tiene un día en el que no le salen bien las cosas (decisiones erróneas en una operación). Este triángulo de personajes es el eje de la película. La habitación compartida por otros pacientes, servirá como celda protegida para esperar la llegada de los otros ladrones, que quieren rescatar a su compañero. La película tiene toda la artificialidad a la que nos tiene acostumbrados el director, aunque esta vez se lo notan demasiado algunos trucos (una escena de tiroteo en la habitación tiene momentos más cercanos al universo de Matrix). Si bien el argumento es bastante sólido en su precisión para los personajes y ese único espacio genere tensión, no todos funcionan al mismo nivel (el paciente que acusa a la doctora de mala praxis y tiene una situación humorístico/ridícula en una silla de ruedas, sería un ejemplo). No es de sus mejores películas, pero Johnnie To siempre logra que uno no se aburra y quiera ver lo que hace. Gabriel Piquet


Todo lo demás, de Natalia Almada / 6 puntos


La observación es un registro fuerte en el cine de Almada. Basta revisar sus trabajos anteriores en el terreno del documental para corroborarlo. Se trata siempre de un acercamiento minucioso, calculado, cuyo fundamento parece ser la atenta mirada más allá de todo. En esta primera incursión en el campo de la ficción el seguimiento reposa sobre Doña Flor, una funcionaria que se desempeña diariamente como una autómata. A tal efecto, la puesta en escena durante la media hora inicial se construye de manera esquemática y los intercambios verbales con las personas que atiende son presentados mecánicamente como parte de un sistema viciado y asfixiante en el que los individuos son apenas números. La lógica dominante en la dependencia laboral está podrida desde el momento en que se ejercen los roles rígidamente desde un marco de poder que humilla psicológicamente a quienes acuden, sobre todo si son pobres. “El que sigue” se le escucha decir a la protagonista, aferrada a los esquemas de una burocracia cuyos requisitos escritos en una pared son palabra santa. El dominio en el campo del documental por parte de la directora es evidente en la descripción visual de un espacio que se torna insoportable, del mismo modo que la rutina en el subte o los escasos exteriores donde la contaminación sonora es una marca opresiva, imágenes ya canónicas de gran parte del cine mexicano reciente. Hay una forma de mirar a los otros y a sí misma, cerrada y hermética, a partir de actos cotidianos que operan como rituales y que describen la prolija obsesividad de un personaje invisible y deshumanizado. No obstante, progresivamente y con leves trazos accederemos al mundo interior de Doña Flor en el que se filtrarán, a modo de oxígeno, algunos intersticios emocionales, sobre todo cuando se mueve en el interior de su casa, un ámbito privado que deviene en refugio frente a una realidad exterior agobiante. Almada, al igual que lo hiciera en El velador (2011), introduce el discurso mediático morboso lateralmente, en este caso, con un televisor prendido fuera de campo que la mujer escucha mientras se consagra a su rutina. Son las palabras gastadas de siempre, exacerbando la cuota diaria de fatalidad, que se cruzan con la enajenación de la protagonista, ensimismada en el cuidado de su gato, anotando nombres en un cuaderno, prosiguiendo su vida y mirando de a ratos a través de vidrios empañados u opacos como si se tratara de una cárcel. Una pequeña evolución en el plano de los sentimientos (matizada con una breve sonrisa, un bolero y un acercamiento para vencer la fobia al agua) es el antídoto que se ofrece y una pequeña luz ante la soledad y el dolor. Sin embargo, pese a la solidez técnica y al logrado equilibrio de sus partes, el film no logra disimular un estiramiento del procedimiento descriptivo en consonancia con la idea que se visibiliza (la violencia alienante de la burocracia) y es entonces cuando la historia decae en un círculo vicioso donde no hay nada más allá que seguir repitiendo la tesis una y otra vez. Demasiado cálculo, quizá, para evitar no pertenecer a un discurso unificado típico de festivales. Guillermo Colantonio


Transformación, de Iván Wolovik / 8 puntos


transformacionPalo Pandolfo ocupa un espacio bien definido en la historia rockera argentina, su aportes es relevante y atraviesa por lo menos en las últimas tres décadas. Don Cornelio…, Los Visitantes, su etapa solista que es su presente; lo suyo es la búsqueda constante, subvertir lenguajes y ofrecer todo lo que tiene en cada etapa. La cámara testigo de Wolovik se comporta como el registro de un etólogo musical; las criaturas que conforman el universo de Pandolfo se alinean en la creación de un disco y se comportan en consecuencia. Es mucho lo que el cantante deja registrar y a su vez entendemos que hay algo que no se nos muestra, igual lo interesante está ahí: métodos de trabajo, criterios de búsqueda, momentos de distención y hasta una clase se yoga; todo forma parte del proceso creativo. Aparecen algunos músicos famosos en el medio del proceso, Ricardo Mollo, Los Tipitos, Hilda Lizarazu;  siempre los vemos lanzados a la creación, discutiendo el oficio de músico y también demostrando lo que saben.  Por lo demás, Pandolfo es un personaje entrañable, risueño y magnético; a su alrededor se genera una mística claramente reconocible para los que trabajan con él. La película de Wolovick logra transmitir esa mística. Matías Gelpi


Un asesino en la noche, de Norman Foster / 8 puntos


Auténtica joya, este film noir de la era dorada del cine (1950, exactamente) tiene un guión compacto, una premisa atractiva y el suspenso se mantiene hasta el último segundo, sin en el medio perder una pizca de humor en diálogos ingeniosos que mantienen la misma cadencia que las impecables secuencias de persecución. El clímax es un buen ejemplo para comprender por qué un comentario tan elogioso: el montaje paralelo de la persecución del personaje de Legget (un formidable Dennis O´Keefe) tras el Frank de Ross Elliot mientras Eleanor (la enorme Ann Sheridan) se encuentra atrapada y desesperada en una montaña rusa es una secuencia que destila cine y da cátedra del valor que tiene saber manejar el ritmo narrativo para dar intensidad, no sólo con la banda sonora sino desde la elección del encuadre. Intensa y, como buena parte del cine clásico, sin un segundo que le sobre, Un asesino en la noche rescata las mejores virtudes del noir con una solvente economía narrativa y grandes actuaciones. Cristian Ariel Mangini


Um campo de aviacão, de Joana Pimenta / 7 puntos


El corto experimental de Pimenta se centra en un suburbio desconocido bajo un volcán y en un encuentro de temporalidades desfasadas. Tiene una extraña belleza, lograda sobre todo con planos generales donde el humo difumina la realidad del paisaje. Este acercamiento poético se sostiene por unos minutos e invita a la contemplación sin reparos en la medida en que uno se entregue a su misterio. Las palabras finales sobre un fundido en negro le otorgan probablemente un sentido a lo visto. Guillermo Colantonio


Under the shadows, de Babak Anvari / 5 puntos


underCon origen y actores iraníes pero de producción británica se presenta este relato poco original en el que durante la guerra de Irak e Irán en 1988 una madre queda al cuidado de su pequeña hija, mientras su marido se marcha al frente bélico como doctor. No sólo existe la amenaza exterior de las bombas que impactan en su hogar sino que, también, el peligro se encuentra adentro con un fantasma obsesionado con la niña. Por momentos el film coquetea con la similitud psicológica que guarda la excelente pieza australiana The babadook pero Anvari se ciñe a una trama más sencilla de la vieja escuela. A favor, propone una lectura crítica de época sobre el rol femenino de ese entonces. Todo camuflado con leyendas folklóricas del Oriente Medio llena de espectros. Sobresale el contexto histórico de aquel Therán islamita muy bien llevado donde prevalece el miedo colectivo frente al ataque enemigo. Pero de la conexión entre la figura materna -totalmente en crisis- y el típico requerimiento que hace la menor, jamás logramos ver una sincronía natural y creíble entre las actrices. Aún menos de las apariciones “berretas” de la entidad vestida de anciana, que sí gustó en el Festival de Sundance y el reciente Sitges. Rosana López


Visita ou memórias e confissões, de Manoel de Oliveira / 7 puntos


Film póstumo de De Oliveira que representa una autobiografía que se conoció una vez fallecido el director portugués, la cual fue realizada en 1981, en una época difícil para el director, y que se expone en esta producción. En ella, Oliveira presenta toda su vida, mostrando material de archivo de sus padres, tíos, hijos y nietos, como también de su esposa. Esta introspectiva personal va acompañada de diferentes análisis sobre la realidad de aquel tiempo como también sobre el arte y la vida. Pero también va adjuntada de una trama “ficcional” sobre unos fantasmas que recorren esa casa donde el director realiza su relato y que está pronta a entregar a su nuevo dueño, que sirve de excusa para que se vea ese lugar tan significativo para la vida de Oliveira. Una producción atractiva por el valor histórico que representa e interesante para conocer el pensamiento de este destacado realizador. Brian Macchi


Visitante del más allá, de Giulio Paradisi / 7 puntos


No es fácil responder que demonios es esto, la lista de preguntas que nos dispara puede llegar a ser infinita. ¿Qué significa ese chimango mala onda que repentinamente se queda a vivir en la casa de la protagonista? ¿Por qué la niña protagonista es tan irremediablemente malvada? ¿Por qué Franco Nero es una especie de Jesús teñido? Nada parece encajar y sin embargo el resultado de Visitante del más allá es fascinante y revulsivo. Un especie de surrealismo spaghetti, un chiste de Jodorowsky con buen remate. De aquello que se puede rescatar del estado de shock en que puede dejarnos la película de Paridisi, además de su vocación disruptiva, están los elementos de clausura que aparecen diseminados en el caos de lo que se nos cuenta. Estamos ante una película de los setenta si tenemos en cuenta  el tono y la sequedad de las actuaciones, pero también la textura de la fotografía y la violenta utilización de la música. Pero lo que se nos dice de la infancia, y la mirada que extiende desde la redención final, nos dejan entrever otros colores al final del horizonte, colores que presagiaban la década siguiente. Visitante del más allá termina siendo un testimonio de una época donde no todo estaba normalizado y el factor sorpresa todavía tenía cierto valor. Una época en la cual el cine podía permitirse ser otra cosa. Matías Gelpi


Vuelo nocturno, de Nicolás Herzog  / 7 puntos


Es sabido el fuerte vínculo que une a la mítica figura de Antoine de Saint-Exupéry, autor de esa joya de la literatura universal que es El principito, libro fundamental del Siglo XX, con nuestro país, donde residió en una de sus etapas creativas más fructíferas. En Vuelo nocturno Herzog vuelve sobre el documental con el tono personal que ha sabido explotar inteligentemente en Orquesta roja (2010), sin temor a utilizar recursos poco tradicionales y múltiples fuentes que le pueden dar una identidad hibrida entre el documento y la ficción. Focalizándose en el momento en que Saint-Exúpery se vio obligado a aterrizar en Concordia, Entre Ríos, conviviendo con una familia de la alta burguesía, Herzog documenta estas experiencias y su particular relación con las dos hijas de la familia, con la historia del espacio físico que lo acogió y sustentando la hipótesis de que allí estuvo el génesis de su obra más importante. El trabajo de documentación es exhaustivo y las secuencias ficcionalizadas no aparecen forzadas sino que fluyen con la narración y la magia del relato que da forma a este fascinante personaje. Cristian Ariel Mangini


Yourself and yours, de Hong Sang-soo / 8 puntos


De apariencia sencilla, con el tiempo justo y medido, cuenta una pequeña historia con personajes inseguros, obsesivos y románticos, y con un recurso parecido a Ese oscuro objeto del deseo de Buñuel en el trabajo con el rol femenino. Lo destacable de esta película y de esta etapa del director es la exclusión de los guiños autorreferenciales al mundo del cine que habían alcanzado un grado de saturación. En este caso, hay un personaje excluyente femenino que tiene a mal traer a los hombres que se le pegan y que cada vez que aparece niega ser quien es. La conversación como modo privilegiado continúa con la línea de diálogos ingeniosos, banales, histéricos, graciosos, pero que dejan entrever la tragedia de la soledad y la inmadurez del amor. La diferencia de Sang-soo con otros directores (véase el ejemplo de la película ganadora en Competencia Internacional) es el juego con el tiempo, la ambigüedad misma del dispositivo que utiliza para representar las situaciones, la naturalidad de los personajes que no necesitan ser sometidos a torturas ni ser mostrados con trazos gruesos. Cada acto, cada unidad dramática separada por una suave orquestación, es una delicia que cuesta soltar. Guillermo Colantonio

Comentarios

comentarios

2 comments for “MAR DEL PLATA 2016: mini-críticas de Fancinema