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Condena máxima

condena1Título original: Maximum Conviction
Origen: EE.UU.
Dirección: Keoni Waxman
Guión: Richard Beattie
Intérpretes: Steven Seagal, Steve Austin, Michael Paré, Ian Robison, Aliyah O’Brien, Steph Song, Michael Adamthwaite, Bren Foster, Toby Levins, Dean Redman, Richard Stroh, Teach Grant, Cindy Maines, Zak Santiago
Fotografía: Nathan Wilson
Montaje: Trevor Mirosh
Música: Michael Richard Plowman
Duración: 98 minutos
Año: 2012


4 puntos


CON EL CARISMA NO ALCANZA

Por Rodrigo Seijas

(@fancinemamdq)

condena2Ya hace un rato largo que la carrera de Steven Seagal ha quedado relegada a los formatos cinematográficos hogareños e incluso la televisión, con una serie como Justicia extrema. Hay que reconocerle que se hace cargo del lugar que ocupa y no quiere vendernos que está haciendo algo importante. Eso le ha permitido compartir cartel sin dificultades con otras estrellas del dvd: en el caso de Condena máxima, se pone a la misma altura que Steve Austin, otro veterano de la acción que construyó su popularidad desde los shows televisivos de lucha libre, para luego empezar a filmar película tras película, sin demasiada distinción de calidad, siendo su momento de gloria su participación como uno de los villanos de Los indestructibles.

Detrás de cámara también hay un par de veteranos: el director Keoni Waxman y el guionista Richard Beattie ya tienen extensas filmografías (de hecho, ya trabajaron unas cuantas veces con Seagal) y cierta sapiencia acumulada. Y de hecho, Condena máxima es una película sobre veteranos: Cross (Seagal) y Manning (Austin) son tipos de experiencia, con carreras militares de excelencia, pero que ahora tienen labores rutinarias, casi de escritorio, consistentes en desmantelar y cerrar una antigua prisión. Pero las cosas se complican inevitablemente con el arribo de dos misteriosas prisioneras: pronto una fuerza de mercenarios de elite ataca el lugar, con las recién llegadas como objetivo. Ahí es donde Cross y Manning deberán sacar a relucir sus múltiples habilidades.

El gran problema de Condena máxima, del cual derivan los demás, es su excesiva confianza en los graníticos carismas de Seagal y Austin. Es que claro, son dos tipos que a pesar de estar bastante entrados en años (el primero ya pasó los 60 y el segundo los 50) y sin el mismo vigor (especialmente Seagal, que ya luce una respetable pancita), continúan pateando traseros con llamativa soltura -de hecho, sigue siendo un placer ver a Seagal quebrando huesos- y hasta por momentos da la sensación de que con eso basta y sobra. Esto explicaría, por ejemplo, que sólo conozcamos los apellidos de los personajes: total, ¿para qué saber más de ellos? Pero lo cierto es que esos aspectos monolíticos le restan mucha consistencia a la película, que es apenas una sucesión de peleas y tiroteos filmados apenas correctamente, casi sin imaginación.

Si a eso le sumamos que el relato tarda en arrancar -la película se toma demasiados minutos para plantear su conflicto- y que el resto de los personajes (que son muchos) no aportan nada relevante, Condena máxima termina siendo un ejercicio sumamente rutinario, que descansa excesivamente en sus protagonistas. Lo que se intuye finalmente es una subestimación por el género de acción y sus espectadores, que merecían una narración y una puesta en escena realmente impactantes. Lo que se ofrece es un film definitivamente olvidable.

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