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El vértigo


Muy Buena


Un espacio real dispuesto para lo teatral

Por Mariana Jaqueline Ramirez

(@fancinemamdq)

el_vertigoEn 1910, entra al sistema teatral porteño Armando Discépolo, de la mano de Pablo Podestá. En la actualidad es enorme la influencia que tiene Discépolo en el teatro argentino, y esto es comprobado por la gran cantidad de obras de principio del siglo XX pertenecientes a este dramaturgo que se vienen realizando, y también por los espectáculos que lo toman como referente.

Particularmente la pieza que aquí nos compete, El vértigo, presenta un personaje que necesita dar un giro en su vida junto a su familia a causa de una mujer. Ellos tienen como profesión la orfebrería, y juntos deciden emigrar de Italia a la Argentina. Pese a no tener los recursos para hacerlo, reciben la ayuda de un hombre, quién va a desencadenar sus males en su nuevo lugar de residencia. A su vez, todos los personajes son de una u otra manera puestos a prueba por la sociedad.

Pues bien, esta puesta se estrenó recientemente, nada más y nada menos que en el Museo Pallarols. Sí, como ven en un espacio no teatral pero esto se debe a una razón importante. Este lugar atípico para llevar a cabo una representación teatral se encuentra intervenido, dispuesto para que sea funcional a la puesta a pesar de que sea un espacio que ya tiene las características que se buscan, es decir, un taller de orfebrería. Es por eso que en este taller real se incorporan fuentes de luz para dar un efecto teatral, y unas luces puntuales que iluminan el rostro de los personajes. En el costado izquierdo hay otras luces con filtro ubicadas estratégicamente en el fondo -como escondidas-, dando profundidad al espacio, Además es importante destacar que se usa la luz natural del lugar, que también está intervenida dado que se regula constantemente la intensidad de dicha iluminación.

El hecho de que la representación se realice en un taller real de orfebrería con sus mesadas de madera, el banco de trabajo, las herramientas, entre otros,no empobrece la obra sino todo lo contrario, ya que incorpora una esencia única e inigualable; teniendo en cuenta que sería muy difícil para cualquier elenco realizar una escenografía realista que cumpla con todas las características de un taller de este tipo. El taller es de Juan Carlos Pallarols, quien lo acondiciono a modo de casa-museo impensable y extraordinaria. El recorrido por los ambientes es sorprendente, de tal modo que el mismísimo baño parece parte del museo, casi intocable por su belleza.

Los miembros del elenco, que en su mayoría cuentan con la formación de Agustín Alezzo, ya vienen trabajando juntos hace un par de años. Entre ellos se percibe una cierta dinámica en el trabajo grupal y todas las actuaciones son muy buenas, pero es preciso destacar el trabajo de Alicia Naya interpretando al personaje de la madre italiana sufriente, quién en el afán de proteger a sus hijos termina dejando todo su histrionismo, y hace erizar la piel del público al final de la pieza. Por otra parte, la labor de Marcos Horrisberger y Roberto Cappella en los personajes de los hermanos es verdaderamente espectacular: el primero es un personaje sufriente en busca de una vida “mejor”; y el segundo lleva a escena un tano impecable. Verdaderamente todos los personajes están bien compuestos, pero no quería dejar de destacar estos trabajos.

Para el público es toda una aventura entrar en ese espacio: son espectadores, y a su vez, una suerte de aprendices de este oficio. De acuerdo a la ubicación de cada uno, se logra tener un punto de vista diferente: de algún modo la puesta en escena logra una multiplicidad de puntos de vistas, provocando a un espectador dinámico que ansía descubrir por dónde entran y salen los personajes. Es así como se apela a la reflexión del espectador, no sólo respecto a los temas que están plasmados en el texto dramático sino también al dispositivo teatral.

Por si no quedó claro, lo voy a remarcar un poco más: recomiendo enfáticamente esta obra, pues hace varios meses que no veo una pieza tan bien realizada en todas las áreas que la componen. Si sos un teatrero no podes dejar de verla, realmente se vive una experiencia única, por eso desde este pequeño espacio felicitamos el trabajo de todos los que formaron parte de este espectáculo y especialmente a sus directores, Matías Leites y Leopoldo Minotti.


Intérpretes: Alicia Naya, Marcelo Aruzzi, Marcos Horrisberger, Martín López Pozzo, Matías Broglia, Natalia Besuzzo, Roberto Capella, Yesica Wejcman Vestuario: Cecilia Zuvialde Música: Santiago Barceló Diseño de luces: Miguel Solowej Diseño gráfico: Roberto Capella Fotos: Leopoldo Minotti Prensa: OCTAVIA Comunicación Dramaturgia: Armando Discépolo Dirección: Matías Leites, Leopoldo Minotti Espacio: Museo Pallarols (Defensa 1094, CABA) – Viernes a las 21:00.

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