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Verónica Paz: “sigue sorprendiéndome la facilidad con la que puede alguien autodefinirse como director de cine”

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Hace unos meses la gente de Revista Ajo me pidió un informe sobre el cine marplatense (léanlo acá), el cual terminó siendo un extenso resumen con una serie de opiniones de peso: realizadores, críticos y gestores de espacios cinematográficos dejaron su parecer sobre aquello que está ocurriendo en la ciudad. Pero ese informe, por la sumatoria de voces y por las dimensiones lógicas que debía tener el texto, acercó sólo algunas de las ideas de cada entrevistado. Nuestra intención en Fancinema es, entonces, recoger todas esas opiniones sin recortes y ofrecer un dossier con las diferentes miradas. Lo que verán, día tras día, será un cuestionario similar para cada entrevistado. Lo que importa, claro, son las opiniones que cada referente tiene para ofrecer.

-Hoy: Verónica Paz, realizadora y programadora del Mar del Plata Festival Internacional de Cine Independiente (MARFICI).

veronica paz-¿Existe el cine marplatense?
Una cinematografía no se define expresa y únicamente por la variable territorial. Hay elementos de nivel estético, temático y de distribución y consumo que también son determinantes, de manera que no creo que pueda hablarse de cine marplatense. Hay una producción que ha ido en aumento en los últimos años y ensaya acercamientos variados al lenguaje cinematográfico y audiovisual, pero no creo que podamos encontrar en esos intentos una cinematografía.

-¿Qué es lo que define la figura de un cine regional -en este caso marplatense-?: ¿la aparición de más gente filmando en un mismo lugar o la presencia de símbolos culturales identitarios y comunes entre películas?
Completando un poco la idea de la respuesta anterior, creo que un cine regional supone bastante más que realizaciones surgidas y desarrolladas en una ciudad. Deberíamos encontrar una sintonía común, con sus naturales y saludables diferencias, en el corpus de un potencial cine de Mar del Plata. Conocer parte de la producción local nos permite ver que aunque existe la colaboración y circulación de realizadores y roles, pueden encontrarse rumbos y propuestas bien distintas que no logran, ni a nivel de sujetos individuales ni en conjunto, delinear una poética o búsqueda que los unifique. Alguna que otra vez he escuchado, como un halago al trabajo de hallazgo de locaciones, que los espacios no son identificables: “no parece Mar del Plata”. Creo que, en parte, puede tratarse de una reacción al fatal uso de la ciudad como decorado balneario que el cine nacional hizo durante los ’70 y ’80. Pero también creo que junto con esa intención de apartarse de reconocernos, suele haber una omisión de ciertos aspectos de nuestra realidad o identidad. Y no postulo un criterio temático para definir una cinematografía, pero sí la capacidad de dar cuenta, representar, cuestionar o replantear una cultura, sus tensiones. Ciertamente eso no ha sucedido todavía.

-¿Qué diferencias encuentra entre las producciones locales actuales y las que se hacían -por poner una fecha- hace una década?
La diferencia más importante puede verse a nivel técnico. Las producciones independientes cuentan hoy con una serie de medios a su alcance que les permiten acercarse formalmente al estándar profesional. Es cierto que esto supone también ciertas competencias en el manejo de la tecnología que son resultado de la formación rigurosa y de la práctica profesional y estos dos aspectos deben mejorar en Mar del Plata. Pero en líneas generales los resultados formales han evolucionado.

-¿Cuánto ayuda a la proliferación de realizadores la posibilidad de una tecnología al alcance de la mano? La pericia técnica, ¿lleva invariablemente a la presencia de mejores artistas?
Vivimos una época en la que la que generamos imágenes compulsivamente. Es muy seductora la idea de proponerse la realización audiovisual, sobre todo porque este aggiornado starsystem en el que estamos -donde uno puede autoconstruirse desde una red social, por ejemplo- propone al realizador como un sujeto destacado. Incluso teniendo todo esto en cuenta, confieso que sigue sorprendiéndome la facilidad con la que puede alguien autodefinirse como “director de cine”. Con respecto a la pericia técnica, creo que esto es esencial para caracterizar a un técnico pero no a un artista, si es que asumimos el riesgoso uso de esta palabra. Creo que para definir un artista/realizador debemos encontrar en él la articulación de un lenguaje, lo que supone una densidad en la mirada que no es frecuente. Celebro los ensayos, me alegran los muy buenos logros de algunos caminos iniciales pero también me gusta la humildad de quien sabe que todavía tiene mucho pero mucho camino por andar.

-¿Es posible hablar de un cine marplatense sin un público que acompañe estas propuestas? ¿Hay público? ¿Cómo se debería construir?
Creo que hay un público que responde a propuestas con las que se vincula afectiva, familiar, socialmente. El otro, que más allá del origen local de una producción, la elija por los rasgos de ese contenido o propuesta, aún debe construirse. Y la manera de hacerlo está vinculada a dos cuestiones: propuestas de calidad (no sólo formal sino también narrativa, temática) y un circuito de distribución u exhibición que las incluya en igualdad de condiciones junto a las realizaciones de nivel nacional.

-¿Parte del problema es la imposibilidad de profesionalizar las diversas actividades que involucran lo cinematográfico? ¿Hay campo de acción en la ciudad para eso?
La profesionalización es vital para la superación a todo nivel y parece no haber respuesta satisfactori, si hablamos de financiación de proyectos, estrictamente en el marco del mercado local de contenidos.

-¿Es posible desarrollar la idea de un cine marplatense, sin el acompañamiento de técnicos y actores que ayuden a modelar una estética?
Por supuesto que no es posible pensar un cine marplatense sin el aspecto técnico o actoral, pero ambas cuestiones se moldean desde la búsqueda o demanda de una mirada rectora que es la del realizador. Nuevamente, la clave creo está en la formación, en cómo se prepara un director. Cómo se prepara alguien para digidir a un actor, cómo se articula ese vínculo, desde qué aspectos o experiencias. Los aspectos técnicos de la producción local se han superado y los resultados actuales son más que correctos en general y en algunos casos, muy buenos. Y aunque insisto en que la formación y profesionalización son imprenscindibles, y exigen seguir trabajando, no es la técnica la asignatura pendiente más importante sino la narrativa, la de la mirada general que rige los roles técnicos y las variables actorales. Un actor puede quedar expuesto frente a una decisión desacertada, el texto incorrecto o un tempo en el montaje inadecuado. Aunque la práctica de los actores locales es claramente más importante en el teatro que en lo audiovisual, encuentro que muchas de las instancias menos felices obedecen más al criterio de puesta en escena que a la actuación.

-¿Cuál cree que es la presencia del Estado comunal y si le parece que debería involucrarse más? ¿En qué aspecto sería más necesario?
El año pasado el Estado comunal auspició y apoyó espacios de exhibición (festivales) e instancias de formación (cursos, talleres) y eso es un avance positivo que hay que destacar. Creo que tiene un papel que jugar a la hora de diseñar espacios de exhibición o estimular la participación de nuestras producciones en circuitos de comercialización, esto exigirá y estimulará de una manera sinérgica producciones de calidad.

 

-En lo personal, cuando ve un film local, ¿busca algo con cierto nivel de profesionalismo o prefiere profundizar en el terreno de las ideas cinematográficas, aún a costa de cierto amateurismo?

Tendríamos que revisar qué esperamos de nivel profesional, a mi juicio supone no escindir lo formal de lo semántico. Una batería de logros formales no me conquista prefiero la presencia de una idea, pero es cierto que la expresión de una idea nunca es independiente de ciertas decisiones a nivel del lenguaje.

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