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Lejos del mundanal ruido

mundanal1Título original: Far from the Madding Crowd
Origen: EE.UU. / Inglaterra
Dirección: Thomas Vinterberg
Guión: David Nicholls, sobre la novela de Thomas Hardy
Intérpretes: Carey Mulligan, Matthias Schoenaerts, Tilly Vosburgh, Mark Wingett, Dorian Lough, Sam Phillips, Tom Sturridge, Juno Temple, Bradley Hall, Hilton McRae, Jessica Barden, Harry Peacock, Victor McGuire
Fotografía: Charlotte Bruus Christensen
Montaje: Claire Simpson
Música: Craig Armstrong
Duración: 119 minutos
Año: 2015
Compañía editora: Blushine


4 puntos


Fallida administración de un clásico

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

mundanal2No es la primera vez que Lejos del mundanal ruido, la clásica novela de Thomas Hardy, llega al cine: hay una versión muda de 1915, un telefilm de 1998 y, seguramente, la más reconocida de 1967, dirigida por John Schlesinger y con Julie Christie, Peter Finch, Alan Bates y Terence Stamp. La historia, con su heroína materialista y sus amantes diversos, tiene todos los elementos inevitables para ser presa del melodrama cinematográfico clásico, y es el director danés Thomas Vinterberg, uno de los hijos del recordado y ya difunto “dogma”, el encargado de traer a la pantalla grande un nuevo acercamiento a este drama romántico. Y más allá del notable elenco (Carey Mulligan, Matthias Schoenaerts, Michael Sheen, Tom Sturridge) y la sobrecarga en la dirección de arte, el vuestuario y la fotografía, la película no es más que una muy fallida y mal administrada adaptación del texto original.

Lejos del mundanal ruido no evita ninguno de los elementos que estaban en la novela: la heredera Bathsheba Everdene que administra una granja contra el desprecio machista en el entorno, el joven pastor Oak enamorado sin suerte de la heredera, el rico y bucólico Boldwood con su pasión asordinada y desdichada, el sargento Troy y su histérica lascivia. Incluso están los tópicos: la mirada es sobre el rol de la mujer en un mundo machista y conservador, una mujer en este caso que busca un camino independiente, lejos del control masculino. No está mal como paradigma dentro del melodrama clásico, donde la mujer estaba relegada al rol de amante en espera, incluso porque respeta el espíritu original de la obra de Hardy, realmente moderna -y pesimista- para la moral de su tiempo.

El mayor inconveniente en la adaptación que hace Vinterberg son los tiempos y la administración de los giros de la historia. Mirando esta Lejos del mundanal ruido, casi que no costaría ver a los intérpretes sacándose el vestuario ni bien la película funde a negro y termina, resoplando por el agotamiento del trabajo realizado y pensando ya en volverse a casa. Es tan administrativa la versión, se nota tanto la dosificación de giros que motorizan la trama cada tantos minutos, que lo que en un primer momento sorprende progresivamente lleva a la risa por el nivel de absurdo que tienen algunos pasajes. Y ese absurdo no parte del original, ya que son eventos pensados por Hardy, sino por la incorrecta dosificación de los tiempos del relato que hace el realizador danés. Esto se nota sobre todo en la última parte del film, donde los sucesos comienzan a acumularse y amontonarse unos contra otros. Todo esto atenta contra el verosímil, y especialmente con la lógica de los personajes que comienzan a comportarse de manera caprichosa. O dos horas no parecen suficientes para esta historia, o Vinterberg nunca supo qué hacer con estos romances demodé.

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