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Pessoa, escrito en su nombre


Muy Buena


Un escritor es sus personajes

Por Rodrigo Seijas

(@fancinemamdq)

pessoaCon la obra de un escritor sucede algo tan maravilloso como atemorizante: en cierto momento, los personajes que crean toman vida propia, le sueltan la mano y empiezan a tomar sus propias decisiones. Si ese escritor es inteligente y a la vez temerario, no intentará aprisionarlos ni someterlos, sino que les permitirá ir desarrollando sus propios caminos, dejando que florezca el relato aún de formas que el autor no esperaba. Es un proceso paradójico, porque los personajes van adquiriendo una subjetividad propia, pero sin dejar de formar parte de la identidad del escritor. Están ahí afuera, como seres independientes, pero también integran el alma del escritor.

¿Pueden seguir viviendo luego de la muerte del escritor? ¿Pueden trascender su alma y adquirir una autonomía? Esos interrogantes intentaron ser respondidos de forma positiva por Fernando Pessoa (1888-1935) el mayor poeta portugués del Siglo XX, creador de los famosos heterónimos, personajes a los que él consideraba “otros de él mismo”, con personalidades autónomas que vivían fuera de su autor con una biografía propia, constituyendo una especie de “alter ego”. A esos personajes les ponía una parte de su alma y luego los dejaba ir, aunque claro, persistía la duda: ¿eran seres totalmente autónomos?

Alfredo Martín, quien ya había entrecruzado los textos de Pessoa en Pessoaneanos, en Pessoa, escrito en su nombre, demuestra que indudablemente cree en la posibilidad de esta autonomía, de esta libertad que pueden adquirir los personajes, aunque no deje de desprenderse en su texto una innegable melancolía. Ya de por sí el momento, el tiempo que elige, va marcando un tono: tenemos al autor portugués cerca del final de su vida en una casa de salud, donde lo irán visitando los personajes que supo inventar. Cada uno lo interpelará a su manera, desde un lugar propio, aunque en el fondo, claro, Pessoa se interpela, se pone en duda, se cuestiona, pero también se reconoce a sí mismo, en una serie de encuentros donde intervendrán cuestiones metafísicas, espirituales y hasta creativas.

La obra, de la mano de los diversos diálogos, va adquiriendo numerosas capas, reforzadas por la profundidad del escenario del Andamio ´90. Pero lo que prevalece, donde Pessoa, escrito en su nombre se va fortaleciendo, es en su clima de despedida, especialmente con la introducción de Ofelia, la mujer amada por Pessoa. Aunque en verdad lo que vemos puede ser más que una simple despedida: son muchas despedidas, muchas voces que se apagan, muchos seres que se van. ¿O no? Queda un manto de duda, un debate interno sobre lo que deja el destino final del protagonista. ¿Cuántos Pessoa hay? ¿Cuánto queda de él en sus personajes? ¿Hasta dónde ellos pueden seguir sin lo que su creador les aporta? ¿Cuánto queda de la obra de Pessoa impreso en nosotros mismos, los espectadores y lectores? Que permanezcan los interrogantes, aún dentro de ciertas certezas, no deja de ser otro indicador de la triste belleza que impregna la obra.


Autoría: Alfredo Martín Actúan: Marcelo Bucossi, Leonel Dolara, Pablo Mariuzzi, Dolores Pérez Demaria, Mariano Scovenna, Lorena Szekely Vestuario: Jessica Menéndez Escenografía e iluminación: Gonzalo Córdova Fotografía: Sol Atta Diseño gráfico: Gustavo Reverdito Asistencia de dirección: Cinthia Demarco Prensa: Tehagolaprensa Producción: Graciela Gallo Dirección: Alfredo Martín Duración: 75 minutos Sala: Andamio ´90 (Paraná 660, CABA) – Viernes a las 22:00 – Hasta el 27 de noviembre.

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