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Alquiler de padrinos

wedding1Título original: The Wedding Ringer
Origen: EE.UU.
Dirección: Jeremy Garelick
Guión: Jeremy Garelick, Jay Lavender
Intérpretes: Kevin Hart, Josh Gad, Affion Crockett, Kaley Cuoco-Sweeting, Jorge Garcia, Dan Gill, Corey Holcomb, Cloris Leachman, Jenifer Lewis, Alan Ritchson, Mimi Rogers, Aaron Takahashi, Olivia Thirlby
Fotografía: Bradford Lipson
Montaje: Jeff Groth, Shelly Westerman, Byron Wong
Música: Christopher Lennertz
Duración: 101 minutos
Año: 2015
Compañía editora: Blushine


6 puntos


La comedia estaba ahí

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

wedding2Jeremy Garelick, el director de Alquiler de padrinos, fue uno de los guionistas de Viviendo con mi ex (el otro era Jay Lavender, también coguionista aquí), aquella amarga comedia más dramática que romántica dirigida por Peyton Reed, donde Vince Vaughn y Jennifer Aniston brillaban como esa pareja que indefectiblemente se iba destruyendo. Era una comedia, sí; tenía romance, claro también; pero era más un drama sobre la imposibilidad del rematrimonio, sobre cómo aquello que cuenta con una construcción endeble se termina cayendo por más empeño que se le ponga. Alquiler de padrinos sigue más o menos la misma línea, esa de cómo las parejas nacen desde un ideal que no necesariamente puede ser sostenido en el tiempo, pero lo hace con poca inteligencia, con una mirada bastante machista, y funciona solamente cuando el humor surge espontáneamente sin ninguna atadura discursiva o narrativa.

Alquiler de padrinos trata sobre un tipo bastante gris y sin amigos que contrata un curioso emprendimiento, por medio del cual le proveen de padrinos para su casamiento (sí, I love you man sobredimensionada y sin calidad). Claro está, todo esto sucede a espaldas de la familia de la controladora novia, porque sin el equívoco y el ocultamiento no se podría dar la comedia. La premisa no parece lo mejor del mundo, pero hay gente como Kevin Hart y Josh Gad con talento para el género, uno espera algo del guionista de Viviendo con mi ex y después de todo las bodas han sido un territorio propicio para el humor.

Es curioso el caso Alquiler de padrinos. En primera instancia, hay que señalar la impresionante incidencia de la saga ¿Qué pasó ayer? para la comedia norteamericana contemporánea, que reinstaló las posibilidades de la comedia masculina y misógina, y permitió que varios productos donde lo sexual y lo tetosterónico tomaron protagonismo nuevamente en el cine. Claro, pocos tienen la inteligencia de Todd Phillips (cuando le sale) para actualizar esas estructuras machistas y encontrarles una vuelta de tuerca. Por eso Alquiler de padrinos fracasa -y decepciona- cuando se pone a hablar de las bodas y de la amistad masculina y del rol de la mujer, ya que no puede más que sostener un punto de vista exclusivamente masculino, celebratorio de la guarrada si la hacen ellos. En ese sentido, ni siquiera es graciosa o lograda su celebración de la libertad y la soltería.

Y decíamos curioso, porque cuando se suelta a la comedia, cuando deja de lado la bajada de línea y los discursos, Alquiler de padrinos funciona y muy bien. Hay secuencias notablemente graciosas, incluso algunas desde lo más escatológico en la senda Farrelly (la secuencia del perro), y fundamentalmente libre en su construcción de gags que exceden el orden narrativo y fluyen dentro de un sinsentido muy saludable (el incendio de la abuela, un partido de fútbol americano con unos viejos carcamanes). Si hubiera pensado una película sin moralina, Garelick tal vez hubiera construido una de las comedias más interesantes del Hollywood actual.

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