Por Mex Faliero
Con una sencilla ceremonia, de la que participaron autoridades municipales y del propio encuentro cinematográfico, comenzó oficialmente anoche en el Teatro Diagonal el I Festival de Cine Marplatense, aunque las proyecciones habían comenzado desde temprano tanto en esta sede como en el Teatro Colón con una buena concurrencia de público, según manifestaron los organizadores. Luego, se vio el documental de Miguel Monforte, Héroe corriente.
Si bien estuvieron sobre el escenario del Diagonal el director del Festival, Julián Gil, y el director del Teatro Colón, Luis Reales, los que tomaron la posta a la hora de los discursos protocolares fueron el director de Cultura, Juan Rey, y el secretario de Cultura, Leandro Laserna.
El primero se manifestó conforme por el aspecto que iba tomando el Festival, más cercano al “club de barrio y la familia” y destacó la forma en que se fue gestando este encuentro. “Si yo te doy una moneda y vos me das una moneda, los dos nos vamos con una moneda; pero si te doy una idea y vos me das una idea, nos vamos con dos ideas”, fue la figura metafórica que usó para resaltar cómo se forjó este proyecto a partir de varias ideas que se fueron sumando.
Por su parte, Laserna tuvo un discurso más “institucional”, al señalar el trabajo que realiza la gestión actual en el área que le compete, y que este será el puntapié inicial para “muchas cosas buenas que van a pasar en Mar del Plata”.
Luego, sí, fue el momento del cine, no sin antes atravesar un número musical comandado por la cantante Karina Levine en el que se hizo referencia a la Belle Epoque, aquella instancia de la historia donde Mar del Plata era una especie de Biarritz argentina, y cómo los tiempos fueron modificando ese panorama. La intrusión de un dron (artefacto tan de moda, desde Homeland hasta el Boca-River) significó el quiebre hacia la modernidad que representan las nuevas tecnologías, algo tan presente en un festival que intenta evidenciar cómo cualquier persona puede hacer su propia película con un artilugio que está ahí, a la mano.
Si bien el cuadro resultó conceptualmente claro, lució un tanto desacoplado desde la puesta en escena. No obstante, resaltar la divertida aparición de Reales haciendo una especie de repaso histórico sobre los vaivenes históricos del Teatro Diagonal, que fue anarquista, sede evangélica y espacio para que Ricardo Fort se crea actor.
Para destacar en este arranque del I Festival de Cine Marplatense es la puntualidad de la ceremonia y de la proyección, algo que parece menor pero no lo es tanto, y que evidencia la cuota de profesionalismo adecuado para un encuentro que quiere posicionarse dentro del calendario anual.
La noche cerró con Héroe corriente, el documental sobre Malvinas que dirigió Monforte y con la presencia del ex combatiente Julio Aro en la sala. La decisión de abrir oficialmente el I Festival con este trabajo es muy justa, porque de alguna forma homenajea la figura de su director, hombre de cine de la ciudad, hombre que hace cine en la ciudad, desde hace tiempo y que es una especie de referente profesional y humano para todos los que estamos relacionados con este asunto. Pero más allá de eso, su documental es también la obra de un tipo con experiencia, sólido en cómo desarrollar un montón de información, acotarla a 90 minutos y ser claro y concreto en su discurso.
Seguramente muchos lo han visto (ya tuvo varias proyecciones y se emitió por Canal 8), pero no viene mal seguir hablando de Héroe corriente, documental que me gusta ver, más allá de la causa y los vericuetos políticos que lo atraviesan, como la historia de un joven y su destino: claro, con el plus de que el conflicto de este joven es que fue enviado por el Estado, por su Estado su patria, a la guerra. Y sin ningún tipo de preparación. Si bien el film de Monforte va cruzando varios testimonios, es el de Julio Aro el que se desprende, y es ese mensaje sobre la perseverancia -sin resabios de espiritualidad new age- el que sobresale.
Sobre el qué hacer con uno mismo, sobre ese destino que no es más que la suma de nuestras propias decisiones, habla este muy buen -y emotivo- trabajo de Monforte.