Título original: San Siu Lam Zi
Origen: Hong Kong / China
Dirección: Benny Chan
Guión: Alan Yuen, Chi Kwong Cheung, Quiyu Wang, Kam Cheong Chan, Tan Cheung
Intérpretes: Andy Lau, Nicholas Tse, Jackie Chan, Xiong Xinxin, Yanneng, Yu Hai, Fan Bingbing, Wu Xing, Yu Shaoqun, Bai Bing
Fotografía: Anthony Pun
Montaje: Chi Wai Yau
Música: Nicolas Errèra
Duración: 131 minutos
Año: 2011
Compañía editora: SBP
8 puntos
La redención del guerrero
Por Mex Faliero
Potenciada por un público masivo, la industria del cine asiático es una de las más prominentes y fascinantes del mundo. Pero las cosas son más complejas que las que evidencian un cine con un público cautivo muy amplio: allí dentro hay tanto autores que son referentes en el circuito de festivales, como artesanos capaces de construir perfectas piezas de entretenimiento, y un lenguaje característico que demuestra la riqueza del séptimo arte. En ocasiones, esos films de acción o policiales son también artefactos dispuestos para pensar la propia historia de la región, apelando a relatos más autóctonos y folklóricos que esa mentada universalidad con la que piensa Hollywood sus historias. Shaolin es uno de esos ejemplos, un gran film que a la vez que sostiene los mitos y los rituales de su tierra, elabora un discurso histórico sobre la base del típico drama entre hermanos enfrentados por el poder.
Remake de un film de 1982 que fue la primera aparición de Jet Li en el cine, Shaolin muestra lo que ocurría en China luego de la caída de la dinastía imperial y cómo diversas fuerzas buscaban ostentar el poder. En ese marco, el despiadado general Hou Jie traiciona primero a su superior y luego es traicionado por su hermano Tsao Man, para terminar recluido en un templo shaolin donde buscará, antes que nada, la espiritualidad y la redención por sus atroces actos del pasado. Pero, a la manera del western (y hay algo de la relectura de John Carpenter en Asalto al precinto 13), Tsao Man se enterará del destino de su hermano e irá a buscarlo al templo. Esa espera y ese climático cruce será trabajado con notable sabiduría por el experimentado director Benny Chan.
Se podría decir que el tema central de Shaolin es el honor y la nobleza de la palabra: el cruce entre esos monjes expertos en kung-fu y las armas de fuego que aporta el enemigo es el típico enfrentamiento entre la tradición y la modernidad, a la vez uno de los grandes temas de buena parte de la cinematografía asiática. La presencia del extranjero en el film está, tácitamente, como una sombra que acecha y atrae el peligro, también como la derrota de cierta esencia milenaria. Para demostrar la sabiduría de un experimentado narrador como Benny Chan, estas cuestiones, vinculadas con el sustrato más político de la película, fluyen perfectamente con los momentos más reflexivos, incluso con los humorísticos que aporta la figura de Jackie Chan, el melodrama más desbordado (allí brilla el gran Andy Lau) o con las notables y trepidantes secuencias de acción.
Shaolin es una gran producción que impone con gracia, elegancia y un notable ritmo esa verdad acerca del cine de entretenimiento asiático: que es capaz de abordar temas profundos y complejos con la más noble algarabía y con una plasticidad envidiable, imponiendo el cine popular y de entretenimiento como gran cine.