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Cortos animados de ayer y hoy: Fantasmagorie, de Emile Cohl

Por Cristian Ariel Mangini

(@Masterzio84)

Título: Fantasmagorie (Francia / 1908 / 1 minuto, 20 segundos). Dirección: Emile Cohl. Estudio: Société des Etablissements L. Gaumont (actualmente, Gaumont Films)

Hablar del primer cortometraje de la historia es un tanto arriesgado, principalmente porque las técnicas en las que abreva la animación se deben a figuras fundamentales como Georges Méliès o James Stuart Blackton (principalmente, cuestiones del montaje como el stop trick), que ya habían realizado algunas incursiones en ese campo. Pero el corto Fantasmagorie, del francés Emile Cohl (seudónimo de Emile Eugène Jean Louis Courtet) es donde se materializan las técnicas que darán la posibilidad de que la animación, como la entendemos hoy en día, exista. Injustamente olvidado y sin la suerte del genial Méliès, que tuvo un reconocimiento tardío en 1931, su figura influenció en Winsor McCay -del cual ya hemos hablado en esta sección acá– y otras figuras fundamentales que dieron forma al arte animado en sus inicios. Sin embargo, su muerte en la pobreza y el olvido ha sido un punto sobre el cual se hizo justicia hacia mediados de los ´50, cuando pasaron a denominarlo como el “padre de los dibujos animados” por sus trabajos, en particular por el que traemos esta semana: Fantasmagorie. Caótico y sin una trama lineal, el corto asemeja a un stream of consciousness, con dibujos que parecen sacados de un pizarrón escolar agolpándose sin sentido. El nombre del corto hace referencia al “fantasmógrafo”, un peculiar instrumento del Siglo XIX que precedió al cine y proyectaba figuras en los muros, que asemejaban a fantasmas. Ocasionalmente el film adquiere un tono autorreferencial (sí, en 1908), al incluir la mano del animador como parte de la narración misma. En todo caso y a pesar de su caótica estructura, la tarea de este visionario es lo que nos permite disfrutar de este arte.

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